Ayer recibí la llamada diaria de Cristina -desde que Yoda está en casa me llama prácticamente todos los días; me voy a ganar el cielo con la “operación gato” esta.
-¿Qué tal el gatito?
-Pues bien. Acabo de darle la pipeta del desparasitador. El pobre ha puesto una cara de asco horrible, y hasta le ha salido como espuma por la boca.
-¿¡¡Cómooo!!? ¡¿Que se lo has dado en la boca?!
-Sí, claro…
-Pero si eso es para dárselo… por detrás.
-¿¡Por detrás?! ¿Cómo que por detrás? -Yo estaba segura de que a mí nadie me había dicho nada en el veterinario de meterle al gato nada por detrás.
-Sí, ¡eso en la boca no es!
-¡¿En serio?! –el tema se ponía feo- Oye, te dejo ahora mismo, que voy a llamar al veterinario.
Como eran las dos de la tarde pasadas, pensé que el veterinario estaría ya cerrado, así que llamé a Carmen, de la asociación. No lo cogió y le dejé un mensaje: “Mira Carmen, que le he dado el stronhold al gato en boca, y Cristina me ha dicho que se la tenía que haber dado… -y pensé: ¿para qué andarme con eufemismos absurdos?- …por el culo. Y no sé qué hacer ahora. Voy a intentar contactar con el veterinario a ver qué me dice".
El veterinario, me informó de que el “desparasitador” se echaba, de hecho, en la parte de atrás del cuello –no sé si Cristina se había expresado mal, o estaba equivocada- para que el gato no alcanzara a chupárselo porque es altamente tóxico. Y yo se lo había echado todo al coleto, hasta la última gota. Con voz de circunstancias el veterinario me dio instrucciones de que observara al gato toda la tarde, y a la mínima cosa rara –convulsiones, levitación…- le llevara urgentemente al veterinario.
Carmen también me llamó; había oído el mensaje que le había dejado. “Mira Laura, no es tu culpa, es un error y ya está. Piensa que a estos gatitos les cogemos de la calle, y a algunos les podemos salvar y a otros no, así que no te culpes si al gato le pasa lo peor.” Yo le agradecí de corazón el apoyo, y que no me reprochara mi crasa equivocación, pero me sentí destrozada cuando colgué, y no podía dejar de pensar que quizás me había cargado al pobre Yodita.
En toda la tarde no me moví de casa para estar pendiente de cualquier síntoma. Vi en su bandeja una caca como blanca y rara, con la comida a medio digerir y pensé que se había ido por la pata abajo por el veneno, y que lo había echado así. Por lo demás parecía estar bien; jugaba, comía, incordiaba a Flecha…
Pero ya sobre las diez de la noche oí unos maullidos lastimeros en el baño-a pesar de que nunca maúlla- y al ir le vi vomitando al pobrecito, en la bandeja. Y entonces me di cuenta de que lo del mediodía había sido otra pota, no caca. También vi después una pequeña potilla sobre mi cama… y no sabía si salir a buscar un veterinario de urgencia, porque Yoda parecía estar más o menos bien, activo y espabilado, y además el veneno ya tenía que estar más que digerido -habían pasado diez horas- y no pensaba que el veterinario pudiera hacer mucho.
Pero ya sobre las diez de la noche oí unos maullidos lastimeros en el baño-a pesar de que nunca maúlla- y al ir le vi vomitando al pobrecito, en la bandeja. Y entonces me di cuenta de que lo del mediodía había sido otra pota, no caca. También vi después una pequeña potilla sobre mi cama… y no sabía si salir a buscar un veterinario de urgencia, porque Yoda parecía estar más o menos bien, activo y espabilado, y además el veneno ya tenía que estar más que digerido -habían pasado diez horas- y no pensaba que el veterinario pudiera hacer mucho.
Por supuesto a lo largo de la tarde recibí tres o cuatro llamadas de Cristina interesándose por la salud del pobre bichillo, ofreciéndose a acompañarme si le tenía que llevar al veterinario. La verdad es que no me molestaba; era como no estar sola en mi preocupación.
Me costó bastante irme a la cama y dejar a Yoda en el sofá -que es donde le gusta dormir- y unas cuantas veces me desperté por la noche y fui al salón a ver si seguía bien. O sea, vivo. Afortunadamente ninguna de las veces noté nada raro, y por la mañana le vi como una rosa y supe que el peligro había pasado.
Supongo que ahora ya sólo le quedan 6 vidas.
Joder... Suna, menudo susto me has dado, cabrona!!!
ResponderEliminarCasí me muero yo de la impresión...
anda, déjame que me recupere y seguimos hablando...
Un beso en shock.
Qué dura es la vida de madre adoptiva gatuna...
ResponderEliminarSuerte con las otras seis vidas.
A ti no, suerte al gato...
ResponderEliminarKum*, pues imagínate el susto que me llevé yo... ¡que pensé que Cristina ya no me devolvía los 20€ ni de coña!... Jajaja...
ResponderEliminarGracias Vicent por tus buenos deseos. Te aseguro que la vida de la madre de acogida no es fácil. Ahora además tengo que velar por la salud mental de Flecha, que se siente acosada por el hiperactivo Yodita... ¡un estrés! (pero también lo disfruto, por supuesto)
Ya veo que Yoda sigue bien después de la que le liastes al pobre...
ResponderEliminarEsas cosas suelen pasar a las madres novatas cuidalo si quieres recuperar los 20€.
Y sobre todo mima a Flecha, que va a coger celos jaja :)
joder que movidilla!!! yo de hecho al perro le pongo collar antiparasitario porque las pipetas me dan muy mal rollo por si llega el o por si juega con otros perros a morderse del cuello (en perros es en cuello y lomo), dicen que es supervenenoso espero que se recupere pronto la fiera..
ResponderEliminarYa... pues imagínate. Pero aquí está el cabroncete; no hay forma de exterminarle. :D
ResponderEliminar¿Puedo pasarle yo de la 6 a la 5? ¡Porfa! ¡Porfa!¡Sólo una!
ResponderEliminarTú eres Cari, cabrona, que se te ha metido entre ceja y ceja que este gato es del demoño, y pa'qué quieres más.
ResponderEliminarNo, no y no. Y no hay más que hablar.