sábado, 25 de septiembre de 2010

El gatito- parte zrii

Aunque no iba a recoger al gato hasta la tarde, había acordado con Cristina que me pasaría por su casa sobre las dos para dejarle el dinero, por si lo necesitaba.

“Ah, pues no; no te conozco” me dijo nada más abrirme la puerta. A mí tampoco me sonaba su cara; era una mujer de unos sesenta y cinco años, de aspecto agradable, con unos ojos muy azules que expresaban no sé muy bien si serenidad o resignación. Me invitó a pasar. La casa olía a gato, y estaba un poco dejada, pero tampoco me fijé mucho, porque mi objetivo era ver el bichillo.

Entré en el baño y ahí lo vi, escondido detrás del váter; un pequeño gremlin flaquito y patudo, con pocas ganas de socializar. Muy al contrario de su rescatadora, que no me iba a dejar que me fuera sin pagar mi peaje de conversación, y me tuvo secuestrada un rato en la cocina interrogándome sobre mi familia, a ver si me situaba. Para darle alguna referencia fácil -y que me liberara cuanto antes- le conté que mi abuela también vivía en la misma calle, en el número once:

-Iba en silla de ruedas los últimos años, así que a lo mejor les viste a ella y a mi madre paseando por la calle.
-¡Yaaa…! -dijo echando la cabeza ligeramente para atrás- Me parece que sé quién es. Tiene una hermana, tu madre ¿no?
-Sí; ella también vive en esta calle, claro, en el número 15, me había olvidado…
-Pues creo que ya sé quién es. Charlé yo con ella en una ocasión; una mujer muy agradable.
-Sí, bueno, es muy maja… pero no sé si es la que tú dices, porque mi madre no es muy sociable, así, con gente que no conoce, no sé…

En cualquier caso, y para mi gran alivio, ya con una hipótesis sobre mi procedencia genealógica, me dejó irme en paz.

Volví sobre las siete de la tarde para llevarme al gremlin, y me dejé acompañar por mi madre, que también tenía curiosidad por confirmar su propia hipótesis sobre quién era esta mujer –que necesitaba dinero prestado y que según ella no me iba a devolver. Como si me importara. Cuando se vieron, las dos dijeron al unísono algo así como: “Ah…¡sabía que eras tú!” Si es que el mundo es un gran kleenex cósmico…

Cristina no nos invitó a pasar -creo que no quería que mi madre viera su casa-  y me entregó todo el kit gatuno en la puerta; bandejas, comida, mantita, medicinas… Me dejó que me llevara a su protegido con más reticencia que otra cosa “¿Te importa que te llame para ver cómo está?” “No, claro que no me importa, faltaría más” ¿Y me dejarás ir a verle alguna vez?” “Cuando quieras” E inmediatamente me dí cuenta de lo que acababa de oírme decir.

Bajando las escaleras, mi madre llevaba al gatito en la bandeja con la manta, metido en una bolsa grande. Iba asomado, mirándolo todo con sus enormes ojos azules. “Mamá, sujétale un poco, no le dejes asomarse, a ver si va a…” Y el gatito pegó un salto al suelo que yo, haciendo alarde de mi fantástico sistema psicomotriz, intercepté en el aire. Con el susto, el pobre gato intentó escaparse haciendo uso de sus uñas, y como eso no le sirvió, me arreó un tremendo bocado en el dedo. Yo notaba cómo me traspasaban sus dientecines como alfileres. Los segundos pasaban muuuy leentooos, “¡¡¡AAAAH…!!!” y el muy cabroncete no soltaba. Hasta que se me ocurrió abrirle la boca con la mano libre para desengancharle, porque aquello… pues dolía tirando a bastante -aunque tampoco es que dejara de doler cuando ya no tuve el gato colgando del dedo. En poco tiempo se me puso como una morcilla, y no lo podía ni doblar de lo hinchado que estaba.

Ya en el coche de camino a casa iba mirando al gatito, y la verdad es que le veía tirando a feillo –y no sólo porque el dedo me doliera un huevo: “Mírale, el pobre, si parece ET con esos ojos tan saltones. Le voy a llamar E.T.” “¿Y por qué no le llamas HP?” –sugirió mi padre con muy mala uva.

“Pues sí; no está mal traído el nombre…”

5 comentarios:

  1. jajajaja, los gatos que son traicioneros pero ya veras como se te convierte convenido, capullos... dogs rules!!

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  2. Joé, Laura... este culebrón se está poniendo cañón.

    Ah, Danny, los gatos no son traicioneros. Los gatos son. Luego los domesticamos. Como a los perros.

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  3. Los gatos son traicioneros y los perros sumisos y bobalicones... ¿Alguien da más en esta batalla de tópicos? Jajaja...

    Lo que sí que mola son los hurones. No te jode...

    Hey Kum*, cuánto tiempo tío, a ver si nos vemos un día, jopé, que en todo el verano ná de ná.

    Respecto al culebrón del gato, todavía guardo un plato fuerte para contar. La vais a flipar.

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  4. Pues para mí que tiene una cara de H.P. que no se tiene... cuidado, Laura, que ese gato es satánico seguro...

    La señora que lo tenía, para librarse de él (y del mal, claro), debía conseguir que alguna incauta le diera 20€ a fondo perdido, le presentara a su madre y se llevara al gato y sus archiperres...

    Y mira tú por donde, ¡se lo has puesto en bandeja! Uy uy uy...

    Si un gatito-minino, que es el prototipo de animalito cándido, tiene ya ese aspecto de fiera del Averno...

    ... yo, por si acaso, cuando vaya a tu casa mañana, pienso llevar una afilada estaca de madera, lo ensartamos y, ya tranquilas, nos vamos de cañas.

    ¿Hace?

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  5. Joder Cari, ¡mira que eres burra!

    Aunque... todo cuadra demasiado bien según tú lo presentas... tráete la estaca de madera por si las moscas, nunca se sabe...

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