miércoles, 24 de marzo de 2010

No hay mayor aprecio...

Soy un poco payasa, quienes me conocen lo saben. Quienes no me conocen tanto suelen calificarlo más bien como afán de protagonismo, o simplemente como gilipollez; es algo con lo que estoy acostumbrada a vivir. Por eso es un gusto cuando estoy entre amigos y puedo expresarme y comportarme tal y como me sale; ¿Qué voy por la calle y me apetece dar una voltereta lateral? Pues puedo hacerlo sin que piensen de mí más que la verdad sobre por qué lo he hecho: simplemente me ha dado por ahí, me ha apetecido.

También mi familia me conoce muy bien en ese sentido, claro, porque he sido una payasa desde pequeñita. Y lo mismo; a ninguno de mis hermanos se le pasaría por la cabeza que busco llamar la atención con mis payasadas; saben que soy así porque así es más divertido.

El pasado día del padre, sin ir más lejos, estábamos todos sentados a la mesa, comiendo en familia: mis padres y mis tres hermanos. Mis sobrinos Marcos, Jara y Elia, aunque ya habían comido, andaban también por ahí zascandileando, pero no estaba ninguna de las madres de las criaturas; sólo estábamos “los de la casa”. Yo iba en camiseta de manga corta, y me puse a enseñar que estoy un poco cachitas, a vacilar de que se me marcan los musculitos de los brazos. Entonces me acordé de un descubrimiento relativamente reciente; puedo mover las tetas -sin tocármelas, claro está. Sólo tensando el músculo pectoral, y la teta -una por vez- se alza discreta pero visiblemente.

Así que para hacer alarde y sin dar tiempo a que nadie objetara, me subí la camiseta hasta el cuello, me desabroché el sujetador y me puse a mostrarles a mis comensales mi proeza, aprovechando que mi madre había ido un momento a la cocina -sospechaba que ella podría ser la única a quien aquello le pudiera parecer un poco fuera de lugar. Mi padre emitió un breve “Bueno Laura…” fingiendo estar escandalizado, mientras él y los demás presenciaban con interés relativo el comienzo de la operación. Con el rabillo del ojo vi a mi madre volver de la cocina y temí su admonición; para mi gran sorpresa no soltó ni un solo comentario. Al finalizar mi modesta demostración de talento, mi hermano Dani hizo alguna observación al hilo de lo que todos acababan de presenciar, y pronto la conversación fluyó por otros derroteros. Vamos, que pasaron todos de mí un poco.

Y eso es lo que a mi me gusta; que me dejen hacer, y a otra cosa. Porque a veces no hacer aprecio puede ser, al contrario de lo que reza el dicho, el mayor aprecio.

sábado, 20 de marzo de 2010

Habemus bandeja

Hoy me he comprado una bandeja nueva. Y es un acontecimiento porque a) me gustan bastante las bandejas y b) soy muy selectiva con ellas. Cuando las veo en alguna tienda siempre las miro con atención escrutadora, y rara vez veo una que me guste para mí; una que sea suficientemente bonita, y especial para hacerme comprarla. Y hoy la he encontrado.

Entré en el “todo a 100” venido a más de la calle Toledo para ver si tenían cortinas de abalorios, que Iñaki está buscando una y tenía toda la pinta de que iban a tener. En vez de eso, sin comerlo ni beberlo, he salido con una bandeja bajo el brazo. Y por seis euros de ná, oyes.

Y mira que no estoy nada compradora últimamente, que estoy yo muy selectiva. El otro día mi madre me dio 50€ para que me gastara en ropa –que le dio por ahí a la mujer, y yo encantada, claro- y el jueves que pasaba por la calle Carretas me metí en unas cuantas tiendas a ver qué veía, y me volví a casa igual. Y eso que iba dispuesta a fundirme la pasta.

Pero es que lo que sí estoy es primaveral total, que me lo noto yo, y me da por empezar a cambiar cositas en la casa. Debe de ser algo hormonal, yo creo. Ya he redecorado el baño –poca cosa; una manita de pintura y cambio de cortina y alfombrilla- y sigo con una especie de desazón por ver cambios en la casa, aunque sean pequeños detallitos; no sé, quizás el felpudo de la entrada, quizás algún cojín… o quizás una bandeja nueva, ¡como esta!

Creo que a Flecha también le gusta.

miércoles, 17 de marzo de 2010

¡Zapateta!

Metida ya en la cama, dejándome caer lentamente en brazos de Morfeo, de repente me vino la palabra a la cabeza: ¡zapateta! “¿De dónde ha salido ahora esa palabreja?" Pensé más que sorprendida. "Eso era algo, ¿no? ¿qué era exactamente?” Y espabilándome un poco cogí mi cuaderno de la mesilla y escribí la palabra para no olvidarla y buscarla al día siguiente. Y así lo hice:

zapateta.1. f. Golpe o palmada que se da en el pie o en el zapato, brincando al mismo tiempo en señal de regocijo (…) ¡zapateta! Interj. U. para expresar admiración.

Me encanta lo del regocijo. Y qué buena palabra para el diccionario demodé; va de cabeza. Bueno, diccionario-diccionario no llega a ser; se limita a un par de páginas del cuaderno de sobremesa. La idea cuando lo empecé era recoger palabras y expresiones que fueron “modernas” en una época y rescatarlas del olvido para incluso volver a utilizarlas.

¿Ejemplos? Guateque, echarse unos bailables, chipén, fetén, mochales, la basca, un carroza, darse el lote, debuti, chachi (que sí), yavestruz, ¿nos alabamos? canuto, menos lobos… y zapateta, que ya era demodé cuando lo decía Don Pantunflo, el padre de Zipi y zape, allá por los años 70; "¡Albricias y zapatetas!"

Y una cosa más os digo: a los que os gusten las palabras, por dios echad un vistazo a la z, porque las hay buenísimas. Esta es una pequeña muestra de algunas de las que más me han gustado:

zaborrero, ra. adj. Ál. y Nav. Dicho de un obrero: Que trabaja mal y es chapucero.
zaborro m. Ar. y Nav. Hombre o niño gordinflón.
zamacuco, ca. 1. m. y f. coloq. Persona tonta, torpe y abrutada. 2. m. y f. coloq. Persona que, callándose o simulando torpeza, hace su voluntad o lo que le conviene. 3. m. coloq. Embriaguez o borrachera.
zorronglón
, na. 1. adj. coloq. Dicho de una persona: Que ejecuta pesadamente, de mala gana y murmurando o refunfuñando, lo que le mandan. U. t. c. s.

O sea que lo que viene siendo comúnmente un obrero chapucero, tonto, gordinflón y quejica podría pasar a ser un zaborrero, zaborro, zamacuco y zorronglón…

¡Albricias y zapatetas! ¡Cómo me gustan las palabras!

lunes, 15 de marzo de 2010

¡Lo que a la gente se le ocurre!

(Graffitis en Lavapiés)


viernes, 12 de marzo de 2010

Conserjería celtibérica

De pequeña estaba convencida de que "celtibérico" era sinónimo de extravagante, ridículo, chusco... Con el tiempo afiné un poco y me quedé con que además de eso era algo de pura raigambre ehpañola. El culpable de mi error era mi padre, que cada vez que veía algo de esas características, lo señalaba diciendo con sonrisa de deleite: "Mira eso; ¡celtibérico puro!"

Tardé unos añitos en descubrir el origen de mi confusión; un libro de Luis Carandell, "Celtiberia show", que recogía, allá por los últimos años de la dictadura, en palabras del autor, "las hazañas, andanzas, milagros, ejemplos, decires, gracias, desgracias, ocios y negocios de los celtíberos de nuestros días, con el mínimo soporte literario posible" El libro incluía anuncios, hojas parroquiales, fotografías, carteles, artículos en revistas, etc de corte más o menos hilarante por los motivos más diversos. Era como una crónica social humorística en "recortes".

Quizás por influencia de mi padre, yo también siento gran debilidad por esos "recortes humorísticos" de la vida cotidiana que nos sorprenden donde menos nos lo esperamos, arrancándonos una sonrisa. Aunque los tiempos han cambiado, y el tipo de "celtiberias" han cambiado con ellos... ¿o no?...

Ilustraré mi duda con esta imagen:

Esta es la conserjería de un edificio de oficinas al que voy a dar clase, en la calle Alcalá -en pleno centro de Madrid. No sabría mejor forma de describirla que con la palabrita de marras: celtibérica total.

lunes, 8 de marzo de 2010

El día de la mujer

Aunque ha hecho un frío de pezones -como diría Heather- afortunadamente no ha llovido, así que la manifestación del día de la mujer ha estado bastante concurrida. Había un ambiente muy festivo, amenizado por una batucada compuesta sólo de féminas-aunque comentaba Cari que cada año se ven más hombres por allí, y eso mola.

Por primera vez me ha gustado pensar y sentir que era nuestra fiesta. Allí estábamos; mujeres de todas las edades y condiciones, celebrando nuestro día, bailando al ritmo de los tambores para combatir el frío, cantando consignas...

... y yo con mi cuadernito, apuntándolas. Estas han sido algunas de mis favoritas:

"Somos guapas, somos listas, somos todas feministas!"

"¡Abajo las Barbies, arriba las barriguitas!"

"La talla 38, me oprime el xoxo!

"¡Somos malas, podemos ser peores!"

"Menos rosarios, y más bolas chinas!"


"Rouco Varela, dejate ver, sabemos que de noche eres Paco Clavel"
(Para los incrédulos, ahí va la foto)
Lamentablemente se me ha olvidado llevar la cámara y las fotos con el móvil dejan bastante que desear, pero no me resisto a publicar algunas.

Yo ahí veo como una figura de una virgen... como con un halo todo alrededor... ¿no?

Cari, según reza el cartel en su pecho izquierdo, no es ni tu zorra ni tu conejo.

Batucada final.

Del otro lado estaban "los malos", hieráticos, pasando frío -los pobres...

domingo, 7 de marzo de 2010

Rescatadas 14

Obsesivo compulsivo, eres niño como yo… -Quique

Nosotros pertenecemos a la aristocracia cognitiva.- Luis

A mí el conocimiento no me hace mella… ¡Que se jodan! -Cari (que de aristocracia cognitiva se ve que pasa)

Cuando éramos pequeños estaba la dicotomía madelman-geyperman, la de los clicks y los play-boys -Yo (Para los jovenzuelos; eran airgamboys. Y no, no fue una gracia deliberada.)

Y para finalizar, un "chiste" de Cari: ¿Qué tendrá la saliva, que está en boca de todos...?

sábado, 6 de marzo de 2010

¿Y la pre-primavera?

El jueves vi mi primer almendro en flor. Y vi mi primera mariquita el lunes. Y ya han florecido mis jacintos, así que los lirios y los narcisos de El Retiro tienen que haber florecido ya también, mostrando sus pétalos… a la lluvia. Y es que este otoño-invierno ¿Cuántos días ha hecho bueno, de decir “Ay, qué a gustito se está al solete… voy a quitarme el abrigo…”? ¿Alguno? ¡Qué el año pasado ya había escrito mi primera entrada “primaveral” a mediados de Febrero!

El sábado pasado, el día de la supuesta “tormenta perfecta” me preguntaba mi sobri Elia, (4 años): “¿Y cuándo viene la primaverita? Yo quiero que venga ya la primaverita…” “Pues en menos de un mes, llega.” Lo que no le dije es que aunque venga la primaverita no quiere decir necesariamente que venga el solete y el buen tiempo. Que ya me veo yo venir la primaverita que vamos a tener; de las de abril aguas mil fijo.

Me acuerdo al principio de las lluvias, que la gente decía “No nos podemos quejar, que hace mucha falta el agua” Y tú te callabas, qué remedio. Pero creo yo que ya hemos pasado el punto en el que no nos podíamos quejar, hace muuucho tiempo.

Que llevo ya ni se sabe cuánto echando de menos pasar un día rico en el campito, o más modestamente disfrutar el sencillo placer de dar una vueltecita en bici y después ir al parque, y tirarme en el césped a leer un ratito al sol. O hacer un picnic dominguero en vez de meterme en un bar a tomar el aperitivo… Que joé, nos quedamos con España porque aunque haya paro, los sueldos sean un asco etc etc, hace sol, y eso nos compensa de todos los demás desaguisados. Pero es que si nos ponemos así… ¡me voy a Suiza y santas pascuas!

¡¡¡Por dios, un poco de clemencia atmosférica!!!

miércoles, 3 de marzo de 2010

Mi cuaderno nuevo

Ayer salí a recorrer las calles con una misión: encontrar mi nuevo cuaderno. Y no es asunto baladí, porque el último, entre que tiene como unas 150 páginas, y que al escribir ahora en el blog no lo uso tanto, me ha durado nada menos que tres años. Tres años para aprenderme que el próximo cuaderno lo tenía que buscar con tiempo, porque la verdad es que... digamos que no ha sido de mis favoritos. Era rosa.

Hace un par de meses, hacia las navidades, me di cuenta de que debería ir buscando un nuevo cuaderno, porque veía que si llegaba una ocasión que requiriera una catarsis escrita me iba a quedar sin páginas en las que hacer auto-terapia. Así que me lancé a las calles dispuesta a recorrer papelerías en busca del perfecto ejemplar.

Las papelerías son deliciosos lugares en los que perderse; con sus lápices, sus gomas, sus archivadores, sus… ¡de todo! Por eso no me sentí demasiado contrariada cuando me vi en peregrinación, recorriendo una tras otra todas mis papelerías favoritas, encontrándolas rebosantes de agendas para el 2010, pero con una paupérrima oferta de cuadernos; los únicos que había medianamente chulos se te ponían en los 20 euracos, que me parece una exageración. Supongo que complica las cosas el hecho de que mis cuadernos tengan que ser de hojas blancas y “encuadernados”, no de espiral.

El caso es que visto el panorama decidí esperar un tiempo a que se pasara el principio del año, y ayer, aprovechando que soy una bajada y tengo tiempo, volví a intentarlo. Caca; nada más interesante que en la anterior expedición. Así que cuando me ofrecieron en una papelería un cuaderno básico-básico, que cumplía escuetamente los requisitos indispensables, y por poco más de cuatro euros, lo pillé pensando en makearlo.

No tenía ni idea de cómo iba a hacerlo, y pensé que ya se me ocurriría con tiempo. Pero al llegar a casa me puse a recorrer las habitaciones buscando inspiración, y vi sobre el armario la caja de mis botas de montaña. No quise tirarla porque me molaba mucho el fondo de líquenes… ¿Se podría quizás arrancar la capa exterior y sacar un papel con el que forrar mi cuaderno? Una persona cualquiera quizás no; quizás se le rompería… pero yo…

En fin, que con el papel en mano, lo pegué al cuaderno muy prolijamente con cola de empapelar, después lo cubrí con iron-fix transparente, y anoche casi duermo abrazada a él de tan orgullosa como estoy con el resultado.

lunes, 1 de marzo de 2010

¡A ordenar el caos!

Voy a empezar a tratarme como si fuera mi invitada. Voy a prepararme comiditas ricas, y bonitas, con todos los detalles; ¡pues menuda anfitriona soy yo! Voy a dejar eso de comer de pie en la cocina, o como mucho calentarme el chili con carne en el micro y comérmelo directamente del túper mientras googleo mi última curiosidad. Se acabó el andar gulusmeando en la nevera, luego en la despensa –unas nueces, unas galletas- luego ponerme al ordenador mientras rumio el picoteo, y a los diez minutos levantarme para coger unas patatas fritas…

Se acabó. Me voy a preparar todo lo que me vaya a comer, en una bandeja. Aunque sea solo una meriendilla de media tarde. Y lo voy a poner en platos bonitos. Y voy a poner la mesa, y me voy a sentar y voy a comer sin hacer nada más. Sin el ordenador delante, ni la tele, ni un libro. Voy a estar comiendo. Y a disfrutarlo. Luego voy a recoger la mesa, voy a meter los platos en el lavavajillas y voy a recoger las migas de pan, y a desmigar el pan que sobre, y lo voy a poner en el “comedero de gorriones”. Y así todo. Cada cosa en su momento, y un momento para cada cosa –quiasmáticamente hablando.

Resulta que el viernes pasado fui a ver a mi chamana. Me dijo que me notaba “desordenada” ¡Yo, desordenada! Yo que siempre he sido un poco Mónica -como Cari insiste en recordarme. Pero el caso es que… tiene razón. Yo me siento más bien “dispersa”, pero la idea es parecida. Así que aprovechando que voy a disfrutar de una segunda semanita de bajaciones -como las llama Karlos- me he propuesto emplearla productivamente, y empezar a poner orden.

Después de cumplir mi primer propósito, he decidido también dedicar un ratito a escribir, que lo tengo abandonado sin entender muy bien por qué. Es un modesto comienzo, lo sé, pero hasta el viaje más largo comienza con un pequeño paso...