Dedicado a las mujeres, en nuestro día.
Este es
El origen del mundo.
Lo pintó Gustave Courbet allá por el año 1866. Qué valor; un escorzo con una vulva ahí en primer plano, sin brazos, piernas o cabeza que permitan al observador la excusa de estar mirando a otra parte. Claro, así le fue al cuadro, que estuvo el pobre un siglo y medio de periplo vergonzante, oculto en anticuarios, colgado tras otros cuadros de motivos menos comprometidos... viviendo en las sombras nada menos que hasta 1995, en que un osado comisario del Museo D’Orsay de Paris le echó arrestos y lo expuso –con la precaución, eso sí, de poner una vigilancia especial en la sala, por temor a las reacciones del público.
Las cosas han cambiado bastante desde que Courbet cometió el atrevimiento de mostrar esta perspectiva de una mujer, y hoy en día tenemos todos los primeros planos de pubis femeninos que queramos a un clic de ratón. Pero seamos francas; las “nuevas vulvas” que se ven en internet y películas porno son radicalmente diferentes de la del cuadro de Courbet, y desde luego radicalmente diferentes de la que la inmensa mayoría de las mujeres veríamos si cogiéramos un espejito y miráramos hacia abajo, ¿verdad chicas?
Afrontemos los hechos; el prototipo de vulva que nos está vendiendo la industria del porno es irreal: un pubis sin vello –o apenas una leve insinuación- labios pequeñitos, todo muy recogidito y de un color rosado uniforme. Nada sobresale o llama la atención; es apenas una línea entre las piernas, como si fuera la vulva de una niña, solo que a mayor escala. Un poco enfermizo eso, ¿no?
Me parece muy preocupante que las mujeres vayamos poco a poco tragándonos esta gran bola e intentemos adaptar nuestra anatomía a este canon artificial y ridículo impuesto. Pero está sucediendo: cada vez más chicas se deciden por la "depilación extrema" -una tortura y esclavitud a la que yo personalmente no estoy dispuesta a someterme- y en casos más radicales, la inseguridad respecto a la estética de los propios genitales lleva a algunas mujeres a cortar por lo sano y recurrir a la cirugía (!!)
Este equivalente moderno de la mutilación genital -comenta al respecto Jamie Mc Cartney, escultor inglés- es una práctica extraña que sugiere que una vulva es mejor que otra.
Los hombres -continúa diciendo- ven por lo general más vulvas que las mujeres, que a menudo solo han visto la suya propia. De ahí mi deseo de mostrar la gran variedad de formas, porque puede resultar infinitamente fascinante, empoderante y reconfortante. Para muchas mujeres sus genitales son una fuente de vergüenza más que de orgullo, y esta obra busca restablecer el equilibrio, mostrando que todas son diferentes, y todas son normales.
Su obra,
La gran muralla vagina, que se expondrá por primera vez este mes de mayo en el
Brighton Festival Fringe, está compuesta de nada menos que 400 moldes de vulvas de mujeres desde los 18 a los 76 años, distribuidos en diez paneles de cuarenta moldes cada uno.
¡Empoderaos chicas, mirando esta pequeña muestra!