lunes, 28 de septiembre de 2009

El practicante

Creo que ahora las cosas han cambiado, pero cuando yo era pequeña, si tu madre te llevaba al médico con cualquier dolencia, tenías todas las papeletas de salir de allí con una receta para el practicante.

El practicante de mi barrio estaba a pocos minutos de mi casa; era una especie de clínica en un local como el de las tiendas, que consistía en una sala de espera y un cuartito detrás de una puerta, donde te ponían la inyección. Cuando mi madre me llevaba al practicante yo iba andando de su mano; indefensa, atemorizada, llorando, casi arrastrando los pies, como si me llevaran al matadero y no pudiera hacer nada por evitarlo.


En la sala de espera había una energía espeluznante; la enfermera iba diciendo los nombres de los reos y en seguida sabías quién era el niño nombrado, porque prorrumpía en un terrible llanto y empezaba a patalear desesperadamente, intentando resistirse mientras era arrastrado por su madre hacia el patíbulo. Se cerraba la puerta y el llanto se amortiguaba apenas; luego oías la palmadita del médico, el berrido final, y a la madre intentando tranquilizar a la criatura: “Ya está, ya pasó…” Momentos después se abría la puerta y veías salir al niño hipando; humillado y dolorido.

Durante todo el proceso tú estabas fuera siendo testigo de aquella escalofriante escena, que se repetía una y otra vez, sabiendo que pronto te iba a tocar a ti. Cuando la enfermera salía y decía tu nombre, te entraba el pánico más absoluto, y pataleabas, y gritabas “¡¡¡Noooooo…!!!” pero sabías que no había escapatoria. Lo curioso es que no intentabas irte cuando estabas esperando en la sala, que hubiera sido lo más inteligente, pero éramos pobres ovejitas indefensas.

Me contaba Ray que en su pueblo el practicante hacía visitas a domicilio, y que cuando llegaba a su casa él huía despavorido hacia su habitación, y se metía debajo de la cama: “Y odiaba a muerte a mis hermanos porque me sacaban de mi refugio y me llevaban a rastras a que me pusieran la inyección, y yo bramaba y pataleaba hasta el último momento. Era más doloroso el terror de lo que te iba a pasar y la traición de tu propia familia que la inyección en sí.”

La traición. Después de varias veces de llevarme mi madre al practicante, supongo que mis padres pensaron que era una buena idea ahorrarse y ahorrarme el suplicio del paseillo al matadero, así que mi padre empezó a ponerme las inyecciones él mismo -había aprendido a ponerlas porque su madre las necesitaba a diario. Pero era terrible que las personas en quienes tú confiabas y que decían quererte, tus propios progenitores, te cogieran desprevenida en tu habitación cuando estabas jugando despreocupadamente y te inmovilizaran para someterte a semejante abuso de poder. Aún recuerdo la sensación de indefensión tan grande que sentía.

Al día siguiente en el colegio, el dolor de la inyección en tu tiernita nalga te recordaba a cada instante la traumática experiencia por la que te habían hecho pasar.

18 comentarios:

  1. antes todo se curaba con inyecciones, y todavía ahora la gente las sigue prefiriendo a las pastillas ¿?

    yo tenía un bote de Bekunis lleno de decenas de los botecitos donde venían los polvos que te inyectaban, a veces en casa, cuando realmente estaba malo.

    quizás lo mío, lo que dice danny que me tengo que mirar, se cure con inyecciones, pero siempre lo he dicho, en mi tierna nalga, sólo mordiscos.

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  2. por lo menos papa no las ponia cerca de la cadera como me hicieron a mi una vez con una antitetanica... eso si ke me dolio.... claro que el no haria eso a su hijo....

    davidiego tio.. tu ke pasa?? lo haces aposta o eres asi de pesado jajajajaja ke tio... siempre el primero.... :P

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  3. Sí que he oído que a las viejas les gustan las inyecciones, y cuanto más dolorosas mejor, ¿no? Les parece que son más efectivas o algo. Como dicen en inglés; no pain, no gain.

    Danny, ¡No te metas con Davidiego, connio! Es el primero en comentar porque siempre comenta -muchos leen antes que él pero no se manifiestan. Joé, que yo sé que no tienes mala leche, pero para los que no te conocen les puede sonar mal. Y ahora pongo smiley para quitar hierro :)

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  4. Mi madre es enfermera y en casa ella ponía las inyecciones; todavía recuerdo mis escondites: debajo de la mesa de la cocina y entre los juguetes debajo de la cama. Mi primera inyección se la puse a ella, pero no me vengué; ella me las ponía con mucho cariño...creo que le dolían más a ella que a mí.

    De lo que intenté huir de todas las formas posibles fue de "el cuarto socorro" me ponía los pelos de punta sólo oirlo.

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  5. hombre por eso habia puesto ":P" para ke no se lo tomase a mal... bueeeeeno vaaaaaaale no le dire naaaada.... (pero ralla porque yo nunca puedo ser el primer ju :¨¨() bueeeeno vaaaale sere bueeeeeeno jejeje....

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  6. Misstake: ¿eso del "cuarto socorro" qué era? ¿Un cuarto desde donde se oía a los niños gritando "¡¡Socorrooo!!!" todo el día? :D

    Muy bien Dani, tú sé un buen niño que si no te mandamos al "cuarto socorro" ese.

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  7. Ufff, yo es que es oir la palabra "practicante" y aun me entran escalofrios...

    PD: Cuando vayas a escribir algo asi de chungo adviertelo arriba del post con un cartel que diga algo tipo: "PELIGRO, GORE".

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  8. pues a mi la primera inyección me la pusieron a los 14 años. Me pusieron 6, una cada semana, y no me han vuelto a clavar nada en el culo. vale que cada uno hace con su culo lo que quiere, pero, qué queréis que os diga, eso de "clavar en el culo" queda un poco raro. Cuestión de fontanería, supongo.

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  9. Yo recuerdo que según íbamos al ambulatorio pensaba para mis adentros, cada año que pase seré más mayor y tendré menos miedo al pinchazo... ¡JA! ¡qué feliz e ilusa!

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  10. Ray, hazte presente y confirma (o desmiente) lo de esconderte debajo de la cama. Sospecho cruces de anécdotas y asertos apócrifos.

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  11. Vicent; la próxima irá con cartelito de "Parental advisory: explicit content" O con dos rombos. ¿¡Pero a que era traumático?!

    Feroz: afortunado eres de que tus primeras inyecciones fueron cuando podías dar una buena patada en los cojones. Más tonto tú que no lo hiciste.

    Sislen; yo con las vacunas, un poco más mayorcita, ya no tenía miedo, pero a los cinco o seis años en mi mente sólo cabía el pánico.

    Captain Bukake: así que asertos apócrifos, ¿eh? Mira que eres pedantillo...

    No creo que fueras el único que se escondía debajo de la cama; mira Misstake. Ray no se pasa por aquí, pero confirmaré que no se han cruzado historias -sabes que lo haré- y en caso de que así fuera te presentaré disculpas públicas.

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  12. Supongo que serían las urgencias, donde socorrían rapidamente a los enfermos, pero a mí me sonaba a "hasta aquí han llegado tus días, empieza a gritar que es lo único que te queda..." que sé yo, pero se me revolvían las tripas sólo de pensarlo.
    Nunca llegué a descubrir lo que era, creo que aprovecharé esta historia para una entrada del blog, que ando algo escasa de imaginación ultimamente.

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  13. las antiguas urgencias se llamaban Casa de Socorro, no?

    gracias Laura por defenderme, Danny malo. Es casualidad que ande por aquí cuando publica, y juro que no tengo un móvil con conexión a internet que me avisa de las novedades (ya sabes qué puedes hacer, pero I'll be watching..)

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  14. Yo siempre me acuerdo del practicante que iba todos los días a casa de mi abuela (la que tenía pelas) a ponerle la insulina a mi bisabuela. Dativo se llamaba, vaya nombre o apellido más raruno. Me ponía los pelos como escarpias, alto como yo soy ahora (y soy alto) de espaldas anchas y cara de mala ostieja...uuufffff

    Pues os digo una cosa, nunca lloré cuando me ponían las inyecciones. Nací con descalcificación y me pasé tres mesacos en el hospital nada más nacer; al año alérgico perdido, así que de desde pequeño acostumbrado a los hospitales. Será por eso que ahora me caen mal lo médicos...

    A partir de tu post se puede filmar una peli de terror! jejeje... espeluznante energía, terrible llanto, escalofriante escena. Me lo estoy imaginando y encanta!!!

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  15. Davidiego, ya está, ya pasó... Si Danny es inofensivo, pero un poco tocahuevos el pobre :D

    Popi, ¡necesitábamos tu comentario contrapunto!¡El niño que no lloraba con a las inyecciones!

    Que no se entere Davidiego de que te caen mal los médicos...

    Los adjetivos empleados son para que nadie se tome a risa el sufrimiento de tantos niños inyectados en la dictadura y post dictadura. ¡Por la recuperación de la Memoria histórica!

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  16. Pues yo todavía miro para otro lado y soplo cuando me pinchan para sacarme sangre o algo, técnica arcaica contra el dolor y el repelús...

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  17. Cari, hoy es sábado; ¿Qué haces en pie a las ocho? -me pregunto yo. Que tu hombre se te va y te querías "despedir" hasta la noche, eh? Si es que hay tanto vicio... :D

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  18. Confirmado, Captain Bukake; Ray también se escondía debajo de la cama cuando venía el practicante. Así que ni asertos apócrifos ni disculpas :)

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