sábado, 22 de marzo de 2008

El canalillo trasero

Seguro que a más de uno os ha pasado; tenéis una visión de un negocio revolucionario, o de un inventillo modesto pero ingenioso que podría hacer una actividad cotidiana mucho más fácil… y un buen día os enteráis de que “vuestro producto” ha aparecido en el mercado sin vuestra intervención; “¡¡¡Eso se me había ocurrido a mí!!! Tenía que haberlo patentado, me cago’en… ¡Y ahora ese cabrón se va a forrar!” O se empieza a llevar algo que tú llevas años poniéndote “¡Yo me lo ponía muchísimo antes de que estuviera de moda, te lo juro! ¡Y no veas lo difícil que era encontrarlo!” Y te sientes irracionalmente estafado. Y algo resentido pensando que tal vez los demás no te crean. Y un poco triunfalista también; a fin de cuentas es “tu invento”.

Con eso de los pantalones de cintura baja cada vez se ven más habitualmente imágenes como la de la foto. Yo de primeras pienso “¿Pero no se da cuenta la tía? No puede ser…” Y no sé si se dará cuenta o no, pero a fuerza de verse ha dejado de provocarnos esa gamberra sonrisa interior. Casi.

Y a mí… me ha dado por pensar que es cuestión de tiempo que algunas tías lo empiecen a hacer adrede y que se empiece a considerar sexy, y guay, y cool y todo eso… si es que no está pasando ya. El verano pasado en Ámsterdam de hecho vi a un tío que llevaba unos vaqueros diseñados de tal modo que enmarcaban el comienzo de la rajilla en una especie de ventanita horizontal debajo de la cintura. Bien es cierto que el tío era gay, y a estos les van los diseños arriesgados, pero pensé… “¿Ves? Lo sabía, ya empieza…”

Tal vez la moda aún tarde en llegar a la población hetero, y entonces no sé, a lo mejor hasta me subo al carro para celebrarlo. Lo que sí sé es que si sucede, seguramente suelte ufana: “Já, eso ya lo veía yo venir; hasta escribí sobre ello en mi blog...”

¡Ya está aquí!


Llevaba ya mucho tiempo esperando la primavera.

Llevaba ya tiempo disfrutando los almendros en flor, que vinieron después de los lirios y los narcisos, que son los primeros cada año. Y sabía que después vendrían las margaritas, las verónicas, las violetas, las amapolas…

Pero las amapolas aún no había podido verlas, aunque las había estado buscando…

Y este jueves 20 de Marzo en Fresnedillas, primer día de la primavera, vi esta. Y ya no vi más en todo el día, aunque de verdad, las estuve buscando.

¡Y me da igual parecer cursi, capullos! :D

domingo, 16 de marzo de 2008

Vivo en El Rastro

Me despierto y mi calle, que apenas unas horas antes estaba ocupada por bandarras con la música del coche a todo trapo, está ahora habitada por una muchedumbre mansa, murmurante, caminando lentamente, meciéndose con la parsimonia de los domingos por la mañana, con el día recién estrenado y oliendo a limpio. Me despierto con ese runrún, y me quedo tumbada en la cama aún unos minutos, con esa modorra mañanera, esa sensación tan cálida y acogedora.

Después de un ratito con los ojos abiertos y pensando en mi té, pongo los pies en el suelo. Abro las cortinas y mi habitación se inunda de luz. Abro la ventana y me asomo; el sol me da en la cara y me hace guiñar los ojos. Me apoyo en la barandilla y miro hacia abajo con los ojos apenas abiertos, y saludo a la gente con cuyo murmullo me he despertado.

Cada domingo disfruto esta energía tranquila y plácida. Me encanta vivir en El Rastro.

jueves, 13 de marzo de 2008

El burka occidental

Sharbat Gula fue fotografiada por Steve McCurry en junio de 1984, en un campamento de refugiados de Pakistán durante la guerra contra la invasión soviética. Tenía 12 años. Casi veinte años más tarde, en enero de 2002, encontró a aquella niña convertida en una mujer de 30 años y volvió a fotografiarla.

Tengo 37. Desde los 31 empecé a estar realmente asustada; el miedo fue aumentando a medida iba cumpliendo años; supongo que me estaba sintiendo expulsada de esa edad tan idolatrada e idealizada que es la juventud.

Nuestra cultura asocia la edad con el deterioro físico, y la imperfección física es inadmisible; un síntoma de indolencia, de dejadez. Parece que tenemos la imposición moral de ponerle remedio con horas de gimnasio, cremas anticelulíticas, cremas anti-edad, botox… y para casos críticos, tirar de bisturí. ¿Cómo nos podemos dejar engañar así? Si al menos fueran más felices los más atractivos... pero no. Para quien basa su auto-estima en su apariencia física ser muy atractivo/a puede significar una esclavitud; la gente sin defectos no existe, y perseguirlo es una lucha sin fin.

Si vivimos en un pueblecito pequeño, “El manco” es el manco y ya no le miramos el muñón, la maestra es lo suyo, y la tendera lo que le corresponde. Y la hija del Eulalio es el bellezón del pueblo. Y como les conocemos, les tratamos a cada uno como se merecen. La tendera se esforzará en realzar sus ojos verdes con rimel, y la maestra que tiene unas piernas muy bonitas se pondrá minifalda... pero ni se planteará ponerse lentillas verdes, u operarse las tetas para tener tanto como la hija del Eulalio. Cada mujer tiene un “punto fuerte” que intenta realzar, y hasta ahí todo bien. Lo enfermizo viene si te empeñas en tener tu punto fuerte y el de cada una de las demás mujeres del pueblo. Más si ese pueblo es Madrid.

Cari me habló el otro día de una mujer musulmana que decía que el burka de la mujer occidental es la presión social de mantenernos eternamente jóvenes y bellas. Llevamos tanto tiempo esclavizadas por esa idea, que apenas somos conscientes.

martes, 11 de marzo de 2008

Razones de índole

Por la época en que empecé este blog, aterricé un día por casualidad en uno recientemente clausurado por su creador. Éste aducía como motivo del cierre que su creación se había vuelto contra él; decía que estaba empezando a volverle loco que la gente supiera cosas de su vida sin que él se lo hubiera contado “Sí, ya me dijiste…” “No, si esto pasó la semana pasada y no te he visto desde entonces.” “Ah, pues lo leería en tu blog.”

A mí también me pasan cosas curiosas por tener este espacio, algunas de ellas positivas; Pacopepe por ejemplo, que lleva ya más de un año fuera de nuestras fronteras y lo sigue, dice adivinar las fluctuaciones de mi estado de ánimo según lo que cuento –a veces no hace falta mucha capacidad de deducción- y está al día de mis cuitas a pesar de que yo no sepa mucho de él, apenas algún mail que nos mandamos de vez en cuando. También es muy práctico aprovechar alguna de las entradas del blog como un añadido rápido de información; “…lo que contaba en la entrada de What the bleep.”

A veces sin embargo si estoy hablando con alguien que sé que me lee habitualmente dudo de si contar lo que acabo de escribir en el blog por no repetirme, y tengo cuidado si decido contarlo de no utilizar las mismas gracias, por ejemplo. Otras veces me pasa lo que al bloguero desertor; empiezo a contar algo y me cortan, “Ya, ya lo leí…” y aparte de sentirme como una pesada repetitiva, se me queda la historia ahí a medio contar, atragantada en la laringe.

El último incidente respecto al blog; esta semana varias personas han dado por supuesto con algún comentario que mi hermano está viviendo conmigo –personas a quienes no dije nada en su día, sino que lo leyeron. Aprovecho para hacer un comunicado oficial desde aquí; la susodicha circunstancia no ha llegado a materializarse; repito, no ha llegado a materializarse, fundamentalmente por razones de índole… por razones de índole. He dicho.

lunes, 10 de marzo de 2008

Ha ganado la democracia

Este fin de semana, España ha votado… ¡¡y ha ganado el Chikilicuatre!! ¡¡Enhorabuena, españoles!! Nos han dado la ocasión de decir qué opinamos de Eurovisión, y hemos hecho buen uso de ella… ¡Las ganas de cachondeo que tenemos! Me encanta. Y más me ha gustado aún llegar al curro y oír a algunas personas indignadas e incluso avergonzadas por la representación que vamos a llevar… ¡ya ves tú!

Yo ya estoy planeando la “Eurovision contest party” que voy a montar en mi casa para verlo con los colegas. Tengo varias personas en mente que seguro que están entusiasmados/as con la idea; el number one de la lista, un amigo -que explícitamente me ha dicho que prefiere quedar en el anonimato- que hasta mandó un sms para votar por El chikilicuatre, ¡Y jura que nunca antes había votado a nada así!


Así que ya sabéis ¡No hagáis planes para el sábado 24 de mayo; tenemos una cita con el baile del Chikichiki! ¡Unete! Espein is livin’ a selebreishon!

PD: Por si a alguien le quedara la duda, me doy cuenta de que la cancion es una mieeerrrda.

lunes, 3 de marzo de 2008

Votar o no votar


-¿Y tú siempre votas? -me preguntó ayer Heather.

-Sí. Menos el año que estaba en Ámsterdam, que por cierto fue el primero que salió Aznar. Y en alguna europea tampoco voté. Pero me acuerdo de unas elecciones que yo aún estaba empadronada en Moratalaz, en casa de mis padres, y me llamó mi madre para preguntarme si ya había votado y le confesé que me estaba dando pereza cogerme el bus hasta allí, y ella me dijo muy seria que tenía que votar. Pues al final cogí el 32 a mi antiguo barrio, sola, y cuando estaba en el bus, mirando por la ventana, me dio como un subidón democrático pensando que había habido personas que habían luchado, habían dado hasta sus vidas para que yo tuviera ese derecho, y que ir a votar, hacer ese mínimo esfuerzo, era una forma de darles las gracias por haberme dejado ese legado…

-Qué bueno, ¡eso lo tienes que contar en el blog!

-Sí, pero ¿cómo crees que lo entenderá la gente; como que les estoy arengando a votar con un argumento romántico de compromiso histórico, o como una anécdota jocosa?

-No sé, a lo mejor las dos cosas.

-Porque en realidad yo creo que como siempre intento ser positiva, ya que iba tenía que justificar que esa era la mejor opción, y me salió ese argumento casi heroico en el que yo quedaba muy bien. Pero también muchas veces pienso que mi voto es sólo uno, y que no va a tener ninguna relevancia en el total. Y ya sé que mucha gente defiende con vehemencia lo importante que es cada voto, porque necesitan utilizar ese argumento para que “la masa” vote, pero mi voto va a ser siempre uno, convenzan a los demás o no.

Eso también lo voy a decir.

domingo, 2 de marzo de 2008

El Cristo de Argumosa

Llevo ya trece años en el barrio, y este Cristo ha estado ahí siempre, en una tienda de cuadros de la calle Argumosa. Me sigue con la mirada cada vez que paso, como diciéndome “Estoy sufriendo esto por tus pecados…” No sé si llevan desde entonces intentando venderlo pero a la gente le acojona demasiado como para comprarlo, o si este es sólo la muestra y dentro los venden como churros. Pero en ese caso me pregunto ¡¿Quién los compra?!

Me imagino a una pobre viuda “come-santos”, ahorrando durante meses de su exigua pensión, escatimando regalos a los nietos, tirando sólo de las ofertas del Día, mientras se justifica ante sí misma que es por una buena causa. Guardando las monedas en un calcetín debajo del colchón, contándolas cada semana, cada día más cerca de la ansiada cifra, hasta por fin reunir lo que para ella supone una fortuna. Me la imagino saliendo triunfante de la tienda con su Cristo, henchido el pecho, casi no creyéndose tenerlo por fin. Entrando luego en su portal y llamando a la puerta del vecino que le hace las chapucillas, para pedirle que le ponga una escarpia en la pared más visible del salón. Y colgándolo orgullosa ante su mirada horrorizada.

Pobre mujer, cuando los nietecitos empiecen a decirles a sus madres que a esa casa no vuelven.