martes, 19 de julio de 2011

Y sin embargo, se mueve

Me decía Alicia en un comentario hace dos o tres posts: “(...) me llevaría una decepción si algún día descubro que los del 4º no son truchas o que el vecino-poster se mueve” Pues querida prima, deja de leer si quieres ahorrarte el gran desengaño... porque efectivamente; El Poster, se mueve. Yo lo he visto.

Fui absolutamente consciente en el momento de los hechos de lo afortunada que era de haber presenciado –y por los pelos- aquel suceso único y -puestos a exagerar- delirante. Dejadme a continuación narraros los acontecimientos tal y como los viví.

Estaba Ray en casa. Nos hallábamos charlando distendidamente, cuando he aquí que quiso el cosmos con su ilimitada generosidad que en ese momento dejara a mi invitado desatendido para ir a coger algo a mi habitación. Y a continuación quiso el cosmos también ¡oh gran benefactor! que en el preciso instante previo al histórico suceso, yo mirara distraídamente por la ventana. Tuve apenas un milisegundo de ver al Póster en su posición habitual sentado delante de su ordenador, todo en su sitio, y.... ¡¡tremendo batacazo!! De repente le vi precipitarse al suelo con gran aspaviento, dejando las manos en alto en su fugaz caída, y la silla hecha pedazos bajo su nada desdeñable peso -y a su alrededor.

Tras un instante de perplejidad compartido –él y yo- él se incorporó trabajosa y torpemente hasta recuperar su verticalidad perdida. Y debo decir que eché de menos que mirara a su alrededor para comprobar si había testigos de su ridículo, como hacemos las personas cuando por ejemplo, damos un tropezón más o menos espectacular en la calle; pero claro, cómo podría él siquiera sospechar que alguien pudiera haber presenciado su risible accidente, estando en la intimidad de su habitación/mundo.

Huelga decir que tras un par de segundos de dar gracias al destino por regalarme tan jocunda escena, y de compartirla a gritos entusiasmados con Ray –que por no haberla visto con sus propios ojos, no supo apreciarla en su plena dimensión, dicho sea de paso- cogí mi cámara y retraté la escena del pobre Póster todo afanado remendando la silla para que le diera otras tantas horas de servicio. Desafortunadamente no sé dónde habré guardado esas fotos del Póster "en movimiento", porque no las encuentro por ningún lado -juro que sucedió- así que os tendréis que conformar con estas otras imágenes de él, que también tienen su incuestionable enjundia.


El veranito y la caló, ya se sabe... Yo hago lo mismo.

jueves, 14 de julio de 2011

Internet vs.Velcro & Vega

Pues sí; casi un mesecito me ha tenido Telefónica sin Internet. Ni me voy a molestar en narrar el kafkiano laberinto de llamadas por el que me han hecho deambular interminablemente, que estos impresentables no se merecen ni una línea –y ya van casi cuatro.

Confieso que ha sido peliagudo lidiar con el síndrome de abstinencia, consecuencia de la brusca retirada de mi objeto de adicción -Internet- pero afortunadamente he contado con una ayuda inestimable para sobrellevar mi rehabilitación; Velcro y Vega, los dos hermanitos felinos refugiados temporalmente en mi hogar, va ya para veinte días.

Y qué queréis que os diga, es que no hay color; pasar las tardes mirando la pantalla del ordenador, dando vueltas por el ciberespacio durante horas –convertida yo misma en una especie de Póster... y para rematarlo, después de un par de horitas, el portátil se recalienta y el ventilador se pone a soltar su alarido/zumbido infernal: “fuuuuuuuuuFUUUUUUUU...” trepanándome los oídos y metiéndoseme hasta el alma; no os podéis imaginar lo irritante que puede llegar a ser. Algún día hasta he llegado a ponerme tapones para los oídos, con eso os digo todo.

Pues de eso, he pasado a disfrutar mis ratos de ocio apaciblemente tirada en el sofá, libro en mano –no me queda mucho más; sin tele, sin internet- pero francamente, digamos que lo del libro no es más que una mera excusa del guión; la mayoría del tiempo lo dejo posado sobre el pecho cual mariposilla de papel, mientras sigo fascinada las aventuras de Velcro y Vega: jugando juntos ¿al fútbol? con un ratoncito de juguete, pegándose carreras como posesos y trepándose por donde pueden, cazándose mutuamente... son todo un chou. Otras veces dejo el libro a un lado, cojo la cámara y me convierto en una suerte de paparazzi gatuna, persiguiéndoles por toda la casa.

Llevaban los enanos apenas unos días conmigo cuando les vi una tarde a los dos muy juntitos y amorosos en el sillón donde les gusta echarse la siesta. Parecía que Velcro le estaba haciendo carantoñas a Vega muy insistentemente... pero en seguida me di cuenta; ¡estaba mamando de ella! Me enterneció un montón; me recordó a cuando Flechita, pobre, se mamaba a sí misma los primeros días de estar en casa. El caso es que cogí la cámara y me puse a grabarles; mientras lo hacía tenía la extraña sensación de ser una voyeur o algo así -lo comprenderéis al ver la cara de auténtico placer (¿incestuoso?) de Vega en el vídeo.


Después de observarles se me ocurrió que muy probablemente no fuera la primera vez que lo hacían –que eso sería como su “dirty little secret”, o algo así- y confirmé mis sospechas cuando más tarde fui a coger a Vega y noté que tenía la tripita mojada por las babas de Velcro... y  recordé que efectivamente uno de los primeros días había notado lo mismo y no había sabido explicarme la razón –pues ya la conocía.

Hablando anteayer con Amanda La Rescatadora, le comenté lo que les había visto hacer: “¿Siguen haciéndolo, todavía?” -me preguntó enternecida- y me contó que toda la camada de otros cuatro gatitos solían mamar de Vega; todos de ella, y sólo de ella –no de otra hermanita, que las había- y que le dejaban siempre la tripita empapada!

En fin, os dejo con una sesión de fotos de los canis para que os vayáis familiarizando con estos nuevos personajillos de Cotidianas, porque seguro que vuelven por aquí.