viernes, 14 de mayo de 2010

Cucarachas

Dedicado a Kafka

¡¡¡BUAAAAJJJJ!!! ¡¡Me acabo de encontrar media cucaracha en mi casa!! Pero es que, ¿¡media cucaracha!? Claro, ha sido verla y poner los engranajes de mi cabeza a rular a toda máquina para dar explicación a la escena, y en seguida he deducido la historia que había detrás.

Hace un par de noches, en mitad de la noche me levanté a mear. Al encender la luz del baño vi una pequeña mancha negra que corría por el suelo a toda velocidad para refugiarse en las sombras. Aún con los ojos llenos de legañas pude identificar lo que era: una maldita cucaracha. Pero soy tan budista de mierda que no quise matarla. Bueno… en realidad es un rollo entre la conmiseración y el asco, para ser franca, pero el caso es que pensé a hurtadillas, como para escaquearme de velar por la salubridad de mi hogar: “bueno haré como que no la he visto. Total, si no me hubiera levantado... Otro día si la vuelvo a ver –o la veo por primera vez, si me creo mi auto-engaño- ya resolveré esta absurda disonancia cognitiva como mejor pueda.” O sea, que me pasé el marrón al futuro.

Al día siguiente, al ir al baño y acordarme de la escena de la noche anterior, se me ocurrió que si Flecha se encontraba con la cucaracha por ahí lo mismo despertaba su instinto cazador, se la echaba pa’l buche y me resolvía el entuerto. El asco sigue ahí, pero el rollo budista, si Flecha la cazaba… eso es la naturaleza siguiendo sus leyes, y todo bien.

Total, que ahí de pie, viendo la media cucaracha, después del instintivo hostión de asco y de montar el hilo de acontecimientos en mi cabeza, no he podido evitar pensar con desaprobación –y asco, siempre asco: “Joderrr Flecha ¿¡te has comido una cucaracha?!” Ella, que andaba correteando por allí, se ha acercado al medio cadáver, lo ha olisqueado de pasada, y sin hacerle mucho aprecio ha seguido a su bola. Yo he pensado que no le debía de haber sabido muy buena. A ver…

El caso es que he ido a coger un poco de papel higiénico que hiciera de ataúd para el entierro de los restos mortales del bicho en el retrete. Y grande ha sido mi sorpresa cuando al coger el medio cadáver con el papel –la parte de la cabeza, dicho sea de paso- se me ha deshecho entre los dedos. Entonces me he fijado con atención, y me he dado cuenta de que no era media cucaracha sino media “camisa”; media muda de la puta cucaracha, que se ha hecho más gorda y ya no cabía en su piel. Hija de la gran chingada.

Así que tengo una cucaracha rolliza en casa, metamorfoseándose. Pues pienso dejar el insecticida a mano, y cuando me la vuelva a encontrar cara a cara no voy a tener miramientos. Haberse ido. Porque además con el mata-bichos… esta conciencia budista mía, se va de un plumazo. Es algo así como la diferencia que hay entre dar una puñalada y dar un tiro, supongo.

Estaba a medias de escribir este post cuando me ha llamado Pili por teléfono. Como me ha preguntado qué estaba haciendo le he comentado el asunto, y se me ha ocurrido indagar sobre qué hubiera hecho ella en mi situación, si se hubiera encontrado la cucaracha en el baño; ¿la hubiera matado? No me ha sorprendido que confesara que hubiera hecho lo mismo que yo; indultarla. "O como mucho -ha dicho- la hubiera cogido y la hubiera tirado por la ventana". A raíz de ahí, inevitablemente, hemos pasado a hablar de anécdotas de cucarachas.

Ay, las anécdotas de cucarachas… ¡un clásico! ¿Quién no tiene una? Yo tengo unas cuantas. Hace unos años, por ejemplo, estaba durmiendo plácidamente con un noviete mío. Se acababa de mudar a una casa nueva sin amueblar y aún no tenía ni cama, así que el colchón estaba en el suelo. De repente me desperté con un cosquilleo en la cara… sí; una cucaracha. En un gesto de infinito asco visceral la lancé de un manotazo al otro lado de la habitación, e intenté ingenuamente reanudar mi sueño interrumpido. Obviamente, entre la traumática experiencia y que me di cuenta de que nada impedía al puto bicho volver a pasearse por mi anatomía mientras yo yacía inconsciente, no me resultaba fácil dormirme otra vez. Así que superando mi budismo, mi repugnancia, y mis reparos por dejar la huella del cucarachicidio en la moqueta color crema, cogí una de mis zapatillas y desintegré a aquella hijadeputa que había mancillado mi rostro.

Ahora; con todo lo buenas que son las anécdotas de cucarachas en el área de intrusos altamente indeseables en el hogar, las anécdotas de ratas se llevan la palma de largo. Ya me sabía alguna buena-buena, de las de “no-me-lo-puedo-creer”, pero Pili acaba de contarme otra… que no sé si me podré resistir a soltarla en un post.

Si lo llego a escribir se lo dedicaré a Delibes.

11 comentarios:

  1. Te contaré una de una rata.

    Estaba desayunando con una compañera de curre en un bar cuando de repente entra de la calle una rata que ya quisiera Flecha pesar la mitad que aquel bicho.

    Ademas de mi compi habia dos chicas mas en la cafeteria y la dueña de ésta, empiezan a gritar y se suben cada una a una silla horrorizadas.

    Como es normal la rata tambien se asustó del griterio ¡y se sube a otra silla!

    Cerré la puerta del bar con las cinco asustadas dentro (mi compi, las dos chicas, la dueña y la rata) cogí la escoba que me dio la dueña y la liquidé, ni rolo zen ni leches, que solo tengo media hora para desayunar y estaba perdiendo el tiempo con aquello...

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  2. Joder tío, tú qué eres, ¿vasco? ¿Y si la rata se hubiera revuelto contra ti? Hostias, qué escena...

    Yo una vez estaba en una terraza y vi una rata salir de la alcantarilla, trincar un gorrión que estaba por ahí a su bolilla y metérselo a papearselo en su submundo. National geografic urbano en su realidad más descarnada.

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  3. las cucarachas no entienden de rollos zen y de reencarnaciones, no mueren, sobrevivirán al holocausto nuclear y a crisis económica global.

    y por cada cucaracha que ves, mil andan bajo tus pies.

    vincent y laura, con los móviles que hay ahora, grabadlo, narices!!

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  4. Ten cuidado no te vaya a pasar lo que a Alf...

    http://www.youtube.com/watch?v=xN5NNVB4iN8

    Suerte...

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  5. Tal y como lo cuentas, la cosa puede acabar también en cuento de Allan Poe. Cuidadito con la cucarachas que son muy suyas ! Un beso from East Los...y buen karma :-).

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  6. Davidiego, me he estado informando sobre las cucarachas, y parece ser que esto de que sobrevivirían un holocausto nuclear no es más que una leyenda urbana. ¡Esas cabronas caerán con nosotros! ¡JÁ!

    Por cierto; también me he enterado de cuando cambian la "camisa" son blancas hasta que cogen colorcillo otra vez... ¡qué cosas se aprenden!

    Kum*, tremendo el vídeo de Alf en sudaca! :D ¡Cómo me gustaba en su día!

    L.A. girl, gracias por tus buenos deseos kármicos. De momento sin cucarachas en el frente. Esta noche me pongo el despertador a las cinco, baygon en mano, a ver quén es más chula. :D

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  7. Primero de carrera, el colchón sobre un somier de 20 años. Me despierta el ruido de una bolsa, doy la luz y sigo escuchando el ruido que viene de unas bolsas que crían polvo encima del armario. Ya habíamos matado cucarachas en la cocina, el salón, el baño... un par de ellas cada mes. Me subo a la silla y observo a un par de ellas de paseo sobre la bolsa del Pryca (aún estaba por llegar carrefú). Me bajo de la silla y me agacho a coger la zapatilla más cercana, debajo de la cómoda, para finiquitar la existencia de mis rollizas amigas. No una, sino tres salieron corriendo al levantar la zapatilla y las tres murieron en el acto. Continúe levantando calzado, cuatro botas de basket, un par para salir a correr, unos náuticos de pijo que nunca me ponía, las zaps de indie rebelde, etc... cerca de cuarenta, bajo, detrás y dentro de mis zapatos. Toda una habitación llena de cadáveres a las cuatro de la mañana. Disfruté. Lo cierto es que no me dan asco, realmente no contagian nada y se encargan de comer nuestros desechos, que no nuestra mierda (entiendase, heces). Esa noche supongo que el desvelo me sentó mal. Quiero que conste que mi habitación estaba bien limpita. El problema, la humedad en la pared detrás de la cómoda y que la basura se dejaba en el patio interior, justo debajo de mi ventana. Estos dos hechos, unidos a la calefacción centrar a toda pastilla hacían de mi habitación un paraíso para esos precioso blatodeos, mientras esperaban para darse un paseo entre las pelas de mis manzanas.
    Espero que lo de ser biólogo concienciado con el medio ambiente haya equilibrado mi karma después de aquella noche.

    Lo de la rata en la despensa de mi casa del pueblo pa' la entrada que vas a dedicar a Delebes. :)

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  8. ... mi experiencia ratil ha sido tan reciente y me da todavía tanto repelús... que no puedo contarla!!!!

    Cuando dejen de erizárseme los pelos del cogote al acordarme, cualquier año de estos, voy y lo cuento.

    Aurgfff!

    ... y las cucarachas no son ná...

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  9. Popi, muy valiente compartiendo tu anécdota, porque sí, todo el mundo asocia las cucarachas con la mugre, y no mola contar esas cosas. Y muy valiente también por confesar que tenías unos náuticos. Te salva que no te los pusieras :D

    ¿Es verdad, tú crees, que las cucarachas no transmiten guarrerías? Porque recuerdo una vez en un bar, mi sobri tenía como cuatro años, y apareció jugando con una cuca en la mano. Yo le dije sin mucho aspaviento que mejor la soltara, pero me hizo pensar en eso; ¿es prejuicio el asco que tenemos a estos bichos?

    Y tú Cari, más valiente aún por salir del armario con lo de tu rata... que tiene tela. Yo no osé contar que eras tú la protagonista de la historia de ratas que me sabía, pero veo que ya vas camino de superarlo. :D

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  10. Que yo recuerde, no se de ninguna enfermedad transmitida por cucarachas. El otro día en una peli un personaje decía que las ardillas son preciosas pero transmiten las mismas enfermedades que las ratas. Es verdad.


    PD: Se de sobra que es Delibes, pero la dislexia me puede a pesar de que reviso los comentarios 20 veces... manda narices.

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  11. Hombre Popi; ya imaginé que lo de "Delebes" había sido una errata. Como para no saber su nombre, con la brasa que nos daban en el cole.

    Respecto al tema "transmisión de enfermedades" también dicen que las palomas las transmiten. Lo bueno es que no muerden ni ná, claro.

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