Este es Agustín Lara, y "vive" en Lavapiés, en la plaza que lleva su nombre -aunque muchos de nosotros la llamamos La plaza de la iglesia rota, pero eso es otra historia.
El personaje en cuestión es el autor entre otras de esa popular canción que dice:
Cuando vayas a Madrid chulona mía
voy a hacerte emperatriz de Lavapies
y alfombrarte con claveles la gran vía
y bañarte con vinillos de jerez
razón por la que probablemente se convirtió en "vecino adoptivo" de nuestro barrio.
Hace muchos años, cuando me mudé a Lavapiés, la estatua estaba en otra parte de la plaza, y cuando hicieron obras de remodelación, desapareció durante unos interminables meses. Los vecinos pronto empezaron echarle de menos, y como tardaba en volver a ocupar su lugar, comenzaron a aparecer en los balcones de la plaza grandes pancartas pidiendo su regreso: "¿Dónde está Agustín Lara?" "¡Queremos que Agustín Lara vuelva a nuestra plaza!" Hasta que volvió.
Desde entonces ahí ha estado, pasando estoicamente las estaciones, con lo que parece ser un cigarro invisible entre los dedos -o haciendo un corte de manga, dicen las malas lenguas.
No es infrecuente verle "decorado" con un libro en la mano, con un sombrero,
Una chaqueta a medio poner...
un abrigo...
Yo siempre he visto estas "decoraciones" más como una muestra de cariño, como una forma de integrarle en la vida del barrio, que como un acto de "gamberrismo" más o menos inocente; como la estatua de Valle Inclán del Paseo de Recoletos a la que cada 27 de marzo, Día Mundial del teatro, homenajean poniéndole una bufanda blanca.
Últimamente nuestro Agustín se ha hecho activista, y en fechas señaladas amanece portando carteles en los que anima a la revolución (o re-volución)
o llevando la camiseta de la "marea verde" en defensa de una escuela pública para tod@s...
La última imagen es de hace apenas unos días; esta vez con una discreta flecha en su pedestal nos indica el camino a seguir en estos tiempos de crisis, corrupción política y represión que nos toca vivir.
Así que Agustín, querido vecino, te haremos caso;
¡Eso, eso, eso,
Nos vamos al congreso!