jueves, 29 de noviembre de 2007

No lo hagáis

Pues os cuento lo que me acaba de pasar: Tres de la mañana, en la cama desde la una y media, intentando en vano quedarme dormida. Apago la luz. Nada. Enciendo. Escribo un poco en mi cuaderno, leo lo escrito, apago la luz. Nada. Ya a las tres decido rendirme; esto no va por buen camino. Así que en vez de perder el tiempo intentando dormirme voy a espabilarme del todo, que total mañana no me levanto pronto y sólo curro tres horas y media. Plan alternativo; me hago una tilita... y unas castañitas, ¿por qué no? Me levanto de la cama y voy a la cocina. Abro la redecilla roja de castañas que compré ayer, y echo unas cuantas en la bandeja del horno. Sin hacerlas el cortecito, que no me apetece. Total, si explotan, que exploten, tampoco pasa nada.

Me llevo el portátil a la cama y me pongo a escribir mientras se hacen las castañas. Oigo una explosioncilla. Jeje. Sigo tecleando. Otra explosioncilla. Y otra más. Y otra. Total, que decido ir a la cocina. Saco la bandeja del horno... migas, metralla de castaña por todo el horno y también en la bandeja... "Huy, esto me lo como yo, tostadito... qué rico. Y qué bien huele...". Después de comerme las miguitas... "Bueno, al lío." Cojo una castaña y con cuidado para no quemarme la boca la muerdo un poco para pelarl... ¡¡BUUMMM!! ¡Me explota en la boca!¿Y sabéis qué? Metralla de castaña ardiendo por toda la cavidad bucal... bastante peor que mozzarella pegada al paladar; mal rollito.

Así que como todos sabemos que para las quemaduras hay que poner la zona afectada debajo del chorro de agua fría, ahí me veis a mí con la lengua fuera, debajo del chorro. Y cada vez que cerraba el grifo -"bueno, yo creo que ya"- me ardía la lengua; y otra vez a sacarla, a ponerla debajo del chorro.

Como una no olvida sus principios ni en estas tesituras, he puesto una olla debajo para no desaprovechar el agua. Mañana regaré las plantas con ella.

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