Hacía cinco años que no iba a Villager, y antes de entonces hacía diez. Salvo un par de colchas nuevas, un lavavajillas y algún otro detalle, todo en la casa estaba como la última vez, como la anterior, y como cuando de pequeña iba todos los años.
De niña nunca me gustaron los azulejos del baño; me parecían "poco amistosos", no sé, me daba mal rollo el dibujo, pero ahora me parece que tienen un toque art nouveau fantástico; tanto que no me resistí a retratarlos. La bañera también es de esas geniales de patas.
Cuando le enseñé a mi padre la foto que había hecho de los azulejos me animó a tomar más imágenes de la casa. Con esa excusa me llevó a hacer un recorrido por cuartos de aperos cerrados con llave, cuarto de los segadores, buhardilla... pero antes del tour, rescaté otra imagen pintoresca del baño.
En invierno el frío en la casa es espantoso, porque no hay calefacción -calculo unos cinco grados por la noche dentro de la casa- así que al acostarte tienes que ponerte una buena montaña de mantas encima de la cama; a pesar del peso que suponen no se te pasaría por la cabeza renegar de ella. Si a mitad de la noche tienes que ir a mear, sólo pensar en salir de aquel reducto calentito y congelarte de camino al baño produce escalofríos -nunca mejor dicho- así que lo que se lleva es el tradicional orinal. Sin prejuicios. Ni siquiera estoy segura de que los hombres salgan de la cama para llevar a cabo la operación -yo no lo haría.
La única habitación caldeada en invierno es la cocina, porque la cocina económica sirve también de calefacción. Hay un escaño corrido alrededor de la mesa, desde donde se ve la tele, se juega a las cartas, se come... se hace la vida cotidiana.
Me alegra mucho que mi padre y sus hermanos tengan el buen gusto de mantener todos esos detalles que le dan saborcejo a la casa:
El azucarero de siempre,
la soldadura de plomo del cristal roto de la alacena,
los interruptores de la luz,
las ventanas de madera con sus contraventanas y sus cierres originales,
los suelos de pizarra...
En el recorrido por la casa fuimos a la buhardilla. De pequeña era una aventura subir aquellas escaleras de madera -siempre con algún mayor- abrir la puerta que había "en el techo" y plantarte en ese espacio casi secreto para explorar con poco más que la mirada la cantidad de cosas que allí dormían bajo una capa de polvo y telas de araña. No faltaba nunca la advertencia mientras subíamos las escaleras: "Ahora cuidadito con la cabeza, que hay clavos en el techo". Por supuesto, tampoco faltó esta vez; en Villager las cosas se resisten a cambiar.
Durante el recorrido mi padre me iba dando explicaciones sobre lo que íbamos viendo, sobre los objetos que siempre han estado allí y cuyo uso yo nunca me había cuestionado. Por ejemplo la anilla anclada a la columna de la entrada, me contó, se usaba para atar a los caballos.
La pequeña puertecita que se ve era el gallinero; eso sí lo conocí -aunque las gallinas andaban mucho sueltas por el corral, al menos en verano. Ahora ya no hay animales, porque no vive nadie en la casa durante el año.
También descubrí en el tour que este banco era donde mataban los gochos, y que en el canalón de la izquierda ponían sal para que comieran las cabras, que les encantaba. Yo nunca llegué a ver cabras en Villager -sólo vacas, cerdos y gallinas. Tampoco he tenido el muy dudoso gusto de ver una matanza -mi padre sí.
Y ya por último, el pilón. Cuando yo era pequeña, en Villager no había lavadora; recuerdo a mi tía Xion, haciendo la colada en esta pila, frotando con sus manos enrojecidas la ropa y las sábanas, que luego extendía en la era para que el sol acabara de blanquearlas.
A pesar de no haber ido por Villager en tanto tiempo, volver allí es como ver a un buen amigo después de muchos años; en seguida te sientes como si no hubiera pasado el tiempo.
Y en fin; aquí pongo término a este pequeño homenaje a mi padre, que sé que desea con todo su corazón que mis hermanos y yo no nos olvidemos de nuestras raíces. Iba a ser apenas una recopilación de unas cuantas fotos, y se ha ido alargando a medida que iba escribiéndolo; supongo que es una buena señal.
A pesar de no haber ido por Villager en tanto tiempo, volver allí es como ver a un buen amigo después de muchos años; en seguida te sientes como si no hubiera pasado el tiempo.
Dibujo hecho a plumilla por mi padre, sacado de su libro "Cuando llegue la nieve"
Y en fin; aquí pongo término a este pequeño homenaje a mi padre, que sé que desea con todo su corazón que mis hermanos y yo no nos olvidemos de nuestras raíces. Iba a ser apenas una recopilación de unas cuantas fotos, y se ha ido alargando a medida que iba escribiéndolo; supongo que es una buena señal.
esa casa tan bonita no tiene sobrado en vez de buhardilla??
ResponderEliminarcada vez se ven menos gallinas sueltas por los pueblos, aunque si tienes suerte puedes ver la matanza. Mis primas siguen haciéndola, la matarife es enfermera... yo de pequeño embutía.
excelente, magustao mucho, te animo a seguir por el camino de la iluminación. nuestro pasado, ntros orígenes... somos nosotros mismos aunque no lo creas...o al menos, con tanto convicción ni tanto como yo.
ResponderEliminarNo Davidiego; en León se la llama buhardilla.
ResponderEliminarCómo que "si tienes suerte puedes ver la matanza"? ¡Dios me libre de semejante fortuna!
¿Tú también tienes pueblo-pueblo, entonces?
Anónimo, gracias por tus halagos. Y sí; supongo que a medida que nos hacemos mayores miramos más para atrás y nos damos cuenta de cuánto nos marcaron nuestros primeros años.
No he podido terminar de leer el relato a tu madre en voz alta. La voz se me ha quebrado y las lágrimas no me han dejado ver.
ResponderEliminarEnhorabuena por tus imágenes y tu relato. Has sabido captar lo que para mi representa Villager.
Espero compartir contigo la "aventura de la vida" de nuestros antepasados.
Tu padre.
Papi, cuánto me alegro de que te haya gustado. :)
ResponderEliminarAnónimo...¡A que eres Paul!
Muy bueno el relato y las fotos. Hago mío el comentario de tu padre, mi hermano, porque yo tampoco he podido terminar de leerlo en voz alta a la tía Gloria. Pasado mañana, si Dios quiere, estaremos por alli a pasar unos días y t recordaré con cariño.
ResponderEliminarA la derecha del "pilón" (vaciado a base de puntero en una enorme piedra) hay una puerta de roble macizo con muchos grabados a navaja. Hay uno que dice: Eliseo 1943. Tenía yo 15 años. Ya han pasado algunos inviernos desde entonces. Te felicito. Un beso.
Precioso y emotivo relato con estupendas muestras gráficas.
ResponderEliminarCreo, amigo Sr. Gancedo, que debería colgarlo en la página de Villager que, en definitiva, a Villager pertenece y, en mi modesta opinión, nadie sabría apereciarlo mejor que los velaxios.
Enhorabuena, Laurita.
Piorno
¡Bueno, qué halagada me siento! Es un privilegio teneros por aquí, Tío y Piorno.
ResponderEliminarTío, que disfrutéis Villager estos días, como siempre lo hacéis. Imagino que a ti -como a mi padre- ir por allí te da la vida. Sois muy afortunados de tener algo así.
Piorno, a ver si la próxima vez que nos veamos en La Cantina hago un "reportaje" de allí, que también tiene un saborcejo tremendo. Gracias por pasarte por aquí y por tu comentario.
Joer Laura que chulada!!! de post y de comentarios!
ResponderEliminarYo acabo de llegar de Villager y la verdad es que es precioso todo aquello, el poder fregar viendo el huerto, las vacas y escuchando los ladridos de los mastines y el cantar de los gallos mientras una brisa del monte acaricia la pituitaria como si hubieran tardado miles de años en sacar ese perfume tan ideal, todo tan perfecto y relajante que dan ganas de volver a la vida de antaño, abandonar las empresas con contratos basuras, apretones de metro de primera hora mientras vas con la lengua fuera para encima llegar tarde dos minutos a la oficina que te caiga una bronca por la demora... ufff ir de madrid a villager es como subir del infierno al cielo... allá donde el stress no se conoce, donde siempre hay algo que hacer y nada disgusta... toda una joya espiritual y un cargador de pilas de moral increible...
ResponderEliminarEntrañable Tsaciana...
Emotivo relato.Un breve recorrido por todo una vida.
ResponderEliminarGrata sorpresa
A medida que iba leyendo el entrañable comentario de tu reencuentro con la Casa del Cazador, se me iba poniendo la piel de gallina, o mejor dicho, carne de pita, como se dice en Villager. Nunca he dudado de que vosotros, nuestros descendientes, olvidaríais todo lo que representa para nosotros Villager. He sentido la emoción del cariño que todos tenemos a esa casa, y espero que por muchos años que pasen allí estarán presentes nuestros recuerdos. Seguro que allá donde estén todos los que habitaron esa casa, también habrán sentido la emoción de que tú, Laurita, hayas sabido reflejar lo que todos sentimos. Gracias. Tía Pili
ResponderEliminarEnhorabuena por tu relato y por tus fotos Laura, pero sobre todo enhorabuena a Lolo porque sé lo orgulloso que se ha tenido que sentir al leer tan detallado relato escrito por su hija sobre aquello que más puede querer en el mundo que es su pueblo y su casa de Villager "Casa del Cazador".
ResponderEliminarDani, que te me has puesto lírico! Aquí no se salva ni el apuntadorrr!! :D
ResponderEliminarA mí me ha gustado lo de "mientras una brisa del monte te acaricia la pituitaria como si hubieran tardado miles de años en sacar ese perfume tan ideal" :D
Por cierto, detalle patético. Cuando estaba allí, oí el canto de un gallo -como tú comentas- y en seguida cogí el móvil porque es el tono que tengo para los mensajes. Me sentí como una "paleta de ciudad" -si tal cosa existe- cuando me di cuenta de que era un gallo de verdad. Ahora; me maravillé de cuan conseguido estaba el tono del móvil...
Tía Pili; tú también por aquí, ¡qué alegría!
Oye, cómo me ha gustado lo de "carne de pita" Jajaja... Y tu comentario, me ha encantado; a veces las casas contienen más que solo los objetos que se pueden ver, ¿no?
Javier; mi madre me ha chivado quién eres ;) Gracias por tus halagos. Respecto a mi padre sí; le tengo "transportado" de emoción; no me esperaba yo esto, pero me da una gran alegría, claro.
jajajajaja si esque Villager despierta muchas cosas que llevamos dentro jejeje, porcierto a Trasgo tb le gusto mucho el pueblo, eso si.. por muy grande que sea mi pastor aleman junto a los mastines con los que estuvo jugando alli parecía un chiguagua... caaaaacho de bichos madre... :)
ResponderEliminarMe gusta mucho tu blog lleno de recuerdos y de añoranzas vividas,yo tambien soy Lacianiega , soy de un pueblo cercano muy cercano al tuyo ,bueno al de tu padre,no vivo en el .ahora vivo en otro tambien de laciana,y disfruto de nuestro hermoso paisaje .Con tus fotografias y recuerdos me as echo recordar mi niñez , mi infancia y adolescencia tardes de invierno enla cocina viendo nevar desde la ventana sentados en el escaño con la cocina bien prendida y ala hora de ir para la cama cruzar el corredor bien deprisa del frio que hacia puesto que no habia calefaccion. Aprovecha la sabiduria de tu padre y ...recicla todas sus historias vividas ,pues de ellos es de quienes podemos aprender un poco de nuestra historia. Saludos MLGA
ResponderEliminarMLGA, muchas gracias por tu participación en este rinconcito de Laciana que se ha hecho hueco en el blog.
ResponderEliminarMe hace mucha gracia que compartamos escenas nostálgicas; supongo que son todas esas vivencias -ahora recuerdos- las que me unen a aquellas tierras.
hasta hace pocos años pasaba los dos meses y pico de un pueblo, que cada año que pasa es menos pueblo y más urbanización. Ahora ya no me quedo a dormir pero voy "con frecuencia".
ResponderEliminartengo tíos en otro pueblo, cada vez más modernos, con gallinas, vacas, cerdos y huerto.
Muy lindo, Laura. Ha sido, de alguna manera, como volver a leer "cuando llegue la nieve".
ResponderEliminarDisfruté mucho leyéndolo y he vuelto a disfrutar con tu Crónica.
Qué puñado de recuerdos traen esas casas... aquellos tiempos borrosos... aquel frío, aquellas mantas pesadas... la buhardilla. Es como viajar en el tiempo.
Mi sombrero. A los dos. Padre e hija.
Pues te digo lo que davidiego, si puedes presenciar una matanza a la antigua te lo aconsejo.
ResponderEliminarEs mucho mas que matar unos cerdos, es toda una fiesta y un ritual en muchos pueblos. Desde que "clarea" hasta bien entrada la tarde, con sus tentempies a base de oreja y morro, su cazalla, los niños jugando por alli y la gente afanándose.
Es muy curioso de ver y no mas desagradable que unos niñatos potando en un parque a consecuencia del botellón.
Preciosa la casa de Villager...
Vicent, estoy segura de que los niñatos potando me producirían bastante menos rechazo. No digo yo que la matanza no tenga ese lado "interesante" que describes, pero no es para mí. Seguro que acababa dejándome los ahorros para que indultaran a algún cerdo, o algo así... :D
ResponderEliminarHola, a mi también me ha gustado mucho el recorrido que has hecho por toda la casa, es más, estoy de acuerdo contigo en lo de los azulejos del cuarto de baño; yo siempre he creído que eran búhos, hasta que mi padre me dijo que se trata de dos peces mirándose a la cara. Como otros ya han hecho, te transmito mi enhorabuena por el relato y me sumo al comentario de que tu padre estará feliz al leer lo que sientes por Villager. También quiero felicitar a tu madre, ya que también hay mucho de ella en esa casa, aunque este año, como no ha estado hasta el día 31 he echado de menos las flores que reparte por las habitaciones y que le dan a la casa un toque muy especial. También he notado que el árbol de las ciruelas (los famosos cascabelillos) estaba hasta arriba de fruta, aunque no hemos podido cogerlas todas porque no tenemos tan perfeccionado el sistema de recolección como tus padres. Es digno de ver lo que es capaz de hacer el ser humano con un palo y una cuerda.
ResponderEliminarBueno, lo dicho que ya me estoy extendiendo demasiado, enhorabuena y un beso.
Alicia VI (me calzo el ordinal 6ª que queda muy regio).
Hola Alicia Regia! Qué gracia lo que me cuentas de los azulejos! Parece que aunque ninguno habíamos comentado nuestras impresiones, algo raro nos despertaban, ¿no?
ResponderEliminarGracias por dejar tu comentario -le transmitiré a mi madre lo que dices de las flores, que seguro que le hace ilusión! ;)
Lolo puede estar orgulloso de lo que ha escrito su hija y de saber que ese cariño a la tierra lo ha sabido transmitir como a él se lo transmitieron todas esas entrañables gentes de esa casa: Adonina, Xión, Adamina, Celso y voy a incluir a Cesárea, si me lo permites.
ResponderEliminarTengo un pequeño blog -todavía naciente- que se llama nostalgiayeso.blogspot.com. Estás invitada a visitarlo.
Un abrazo de parte de un amigo de tu padre.