Estábamos en Hoya de Huesca, en el bar de un camping/centro de actividades en la naturaleza, tomándonos unas cervecitas mientras esperábamos qué se yo qué. Después de un par, sentí que mi vejiga reclamaba ser atendida:
-Oye, ¿el baño sabes dónde está? –le pregunté a mi primo.
-Sí; por ahí.
Y para allá que me fui. Al llegar a dos puertas gemelas busqué aclaración con la mirada; no había dibujito, sino que era “de leer”. "Esto –consideré fugazmente- puede ser un error en un sitio en el que puede haber turistas que no entiendan español..." Pero si encima pones “maromos” en la puerta del baño de caballeros, como toda aclaración -como era el caso- pues digamos que tienes más posibilidades de que alguien no se entere muy bien de por qué puerta entrar.
Y entonces pensé en milésimas de segundo –porque todo esto, así narrado, podría dar la sensación de que me hubiera detenido ahí delante de las puertas, rascándome la barbilla para reflexionar, pero fue todo zumbando, como es lógico. En fin; que me pregunté: “¿Y qué va a poner en mi puerta? ¿Cuál es el recíproco de “maromos”? ¿pibitas? ¿churris?” Pues no; no era churris, pero se le parecía: ¡“Chirris”! Chirris, ponía; ¡qué mal gusto! Además; ¿Quiere eso decir que “maromo” es un término anatómico? ¿Como “pisha” y “shosho”? Uhmmm… nunca lo había visto así.
“Bueno, lo que sea; yo soy “chirri”, así que me meto en este de la derecha.” Manda cojones que una señora de cuarenta años respetable como yo, se vea forzada a procesar esto en su mente. Imagínate una abuela: “Yo soy chirri” -tiene que pensar la pobre mujer. Me parece un asunto un poco delicado.
Pero es que a los dueños de los bares les mola hacer graciejas con los cartelitos del baño. Recuerdo por ejemplo los baños de “No se lo digas a nadie”, donde ponía en su día –no sé si seguirá así- “nosotras” y “ellos”. Digamos que era un garito feminista. Y molan los dibujitos minimalistas del bar "La Caña", al lado del Reina Sofía; la primera vez que los vi me hicieron mover los engranajes un ratillo; “Letra i, y letra… ¡ah, no!”
A mí se me ha ocurrido que voy a abrir una cafetería en el Barrio de Salamanca, con sus croissants y sus brioches, y sus tacitas de porcelana… y voy a poner en sendas puertas de los baños: “putas” y “chaperos”. Y una cámara oculta para ver las caras de las maru-pijas y respectivos; eso no me lo pierdo: "¡Yo ahí no paso!" -escupirán indignadxs. A ver cuánto son capaces de aguantarse el pipí. Y a quien entre, a la salida le espero señalándolx con el dedo; “Ahhhh… ¡puta!/¡cobras por que te sodomicen! Oyeee... que no lo digo yo; tú mismx lo has admitido…”
Ay... si es que tengo cuarenta, pero a veces parece que tuviera quince.
Yo conocia un bar en el que había un misil, en el nuestro, y un volcan, en el vuestro.
ResponderEliminarMe acuerdo de mi amiga japonesa. Hablaba muy bien inglés, un poco de español y un poco de francés; pero cuando llegaba a los baños del bar, lo de la "H/M" le sonaba a chino mandarino.
ResponderEliminarMira que eres mala Laura, jaja... qué te habrán hecho a ti las pobres señoras bienpensantes del barrio de Salamanca.
ResponderEliminarAl "No se.." iba yo con veintipocos años (esto es, hace la friolera de veinte años). Básicamente, porque arriba te podías sentar. No me acuerdo de lo que dices de los baños, pero sí recuerdo que, según se decía, era un sitio que "en sus orígenes" había sido de lesbianas (y no de "feministas"), y era ese el motivo del nombre (te hablo ya del pleistoceno, de cuando la homosexualidad todavía llamaba la atención de alguien). A saber si sigue abierto..
Por cierto, el mismo problema que tuvo aquí la japonesa, lo tuve yo en Japón ante dos kanjis identicamente incomprensibles. A esos sitios hay que viajar con un orinal de bolsillo.
Je, je... he vuelto a leer el último párrafo y me ha gustado... Pero de compasión por las señoras bienpensantes del barrio de Salamanca nada, Victor; que no me sale :D
ResponderEliminarEn efecto, el "No se lo digas" era un bar de lesbianas en teoría, pero luego el ambiente del garito era de lo más normal, ¿no? Y bueno, respecto a "cuando la homosexualidad todavía llamaba la atención..." tenemos suerte -en ese sentido- de vivir en Madrid, donde los gays van por la calle de la mano tan panchos(las lesbis también, pero eso nunca ha llamado la atención tanto) No creo que sea así en toda España.