Por la época en que empecé este blog, aterricé un día por casualidad en uno recientemente clausurado por su creador. Éste aducía como motivo del cierre que su creación se había vuelto contra él; decía que estaba empezando a volverle loco que la gente supiera cosas de su vida sin que él se lo hubiera contado “Sí, ya me dijiste…” “No, si esto pasó la semana pasada y no te he visto desde entonces.” “Ah, pues lo leería en tu blog.”
A mí también me pasan cosas curiosas por tener este espacio, algunas de ellas positivas; Pacopepe por ejemplo, que lleva ya más de un año fuera de nuestras fronteras y lo sigue, dice adivinar las fluctuaciones de mi estado de ánimo según lo que cuento –a veces no hace falta mucha capacidad de deducción- y está al día de mis cuitas a pesar de que yo no sepa mucho de él, apenas algún mail que nos mandamos de vez en cuando. También es muy práctico aprovechar alguna de las entradas del blog como un añadido rápido de información; “…lo que contaba en la entrada de What the bleep.”
A veces sin embargo si estoy hablando con alguien que sé que me lee habitualmente dudo de si contar lo que acabo de escribir en el blog por no repetirme, y tengo cuidado si decido contarlo de no utilizar las mismas gracias, por ejemplo. Otras veces me pasa lo que al bloguero desertor; empiezo a contar algo y me cortan, “Ya, ya lo leí…” y aparte de sentirme como una pesada repetitiva, se me queda la historia ahí a medio contar, atragantada en la laringe.
El último incidente respecto al blog; esta semana varias personas han dado por supuesto con algún comentario que mi hermano está viviendo conmigo –personas a quienes no dije nada en su día, sino que lo leyeron. Aprovecho para hacer un comunicado oficial desde aquí; la susodicha circunstancia no ha llegado a materializarse; repito, no ha llegado a materializarse, fundamentalmente por razones de índole… por razones de índole. He dicho.
A mí también me pasan cosas curiosas por tener este espacio, algunas de ellas positivas; Pacopepe por ejemplo, que lleva ya más de un año fuera de nuestras fronteras y lo sigue, dice adivinar las fluctuaciones de mi estado de ánimo según lo que cuento –a veces no hace falta mucha capacidad de deducción- y está al día de mis cuitas a pesar de que yo no sepa mucho de él, apenas algún mail que nos mandamos de vez en cuando. También es muy práctico aprovechar alguna de las entradas del blog como un añadido rápido de información; “…lo que contaba en la entrada de What the bleep.”
A veces sin embargo si estoy hablando con alguien que sé que me lee habitualmente dudo de si contar lo que acabo de escribir en el blog por no repetirme, y tengo cuidado si decido contarlo de no utilizar las mismas gracias, por ejemplo. Otras veces me pasa lo que al bloguero desertor; empiezo a contar algo y me cortan, “Ya, ya lo leí…” y aparte de sentirme como una pesada repetitiva, se me queda la historia ahí a medio contar, atragantada en la laringe.
El último incidente respecto al blog; esta semana varias personas han dado por supuesto con algún comentario que mi hermano está viviendo conmigo –personas a quienes no dije nada en su día, sino que lo leyeron. Aprovecho para hacer un comunicado oficial desde aquí; la susodicha circunstancia no ha llegado a materializarse; repito, no ha llegado a materializarse, fundamentalmente por razones de índole… por razones de índole. He dicho.
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