Bueno, va a llegar un día en que
os vais a pensar que me invento las historias de mis vecinos, porque hasta yo
la flipo. Esta mañana bajaba las escaleras de mi casa camino de Pilates, y en el primer
piso me veo un tipo con unos folios en una mano y un boli en la otra, y se dirige
a mí:
-Buenos días, ¿vive usted
aquí?
-Sí.
-Soy policía (no sé si dijo nacional o municipal, maldita sea)–e
hizo amago como de enseñarme la placa que presuntamente llevaba colgada del
cuello debajo de la camiseta; el tipo iba de paisano- ¿sabe usted si
vive aquí Laura López?
-Sí, vive aquí.
-¿en este piso?
-Sí, sí, en este piso
-Muy bien, ¿Usted en qué piso
vive?
-3º B
-¿Me puede decir su nombre,
por favor?
-Laura Superguay
Mientras el tipo lo apuntaba yo
qué sé dónde, le eché un ojo al papel que tenía entre las manos, que creo
recordar que era una citación de algo. Para contaros mi hipótesis, debemos
recapitular un poco:
Laura es aquella vecina a quien
Jorge en una de sus llamadas telefónicas me dijo que le había parecido oírla
llorar. El insigne día en que fui deslumbrada por primera vez por la inefable
belleza del Adonis, y me preguntó si me habían robado en casa y yo flipaba a chorros.
Pero luego yo me hice mis cábalas; que Laura podía que estuviera llorando porque habían robado en su casa. Cuando
unos días más tarde me la encontré en el portal, confirmó mis sospechas.
Así que digo yo que cabe la posibilidad de que el secreta
estuviera ahí por algo relacionado con aquel robo. A mí indudablemente me
encantaría creer algo más divertido, pero así a bote pronto no se me ocurre.
Ahora, os digo que los secretas
cada vez tienen más pinta de macarras; este tenía en una mano el típico tatuaje
que se ponen los presos entre el dedo gordo y el índice. No sé, un pelín feo,
¿no? Además, que no sé por qué iba de paisano y no de uniforme -con la
prestancia que da un uniforme. Y la placa yo en ningún
momento la vi...
Mmmmm...
me huele a chamusquina.... El próximo día que vea a Laura le
interrogo sin compasión con la excusa de velar por su integridad: "No...
yo por si el supuesto secreta o poli de paisano este era en realidad un
delincuente, que ya no sabe una ni qué pensar". Y a ver por dónde sale
la cosa.
No conozco a nadie que no sea un chungo y tenga eae tatuaje de los 3 puntos y mil explicaciones.
ResponderEliminarEsto pasa de comedia costumbrista a novela negra.
Estoy fascinada con tu blog, y eso que lo he cogido muy empezado. Congratulada me hallo.
ResponderEliminarSí... es un poco sospechoso lo del tatuaje... ¡¡¡qué bieeeen!!! :D
ResponderEliminar¡¡Rex, muchas gracias!! ¡Pocas cosas más bonitas se pueden oír un lunes por la mañana! ¡Con lectoras como tú da gusto! ;D
Si es que te metes en unos fregaos, ¡así no hay Dios que se aburra!
ResponderEliminarTiene razón Davidiego, el tatuarse es algo ya muy extendido, pero las manos... aún se ve como macarra y si son los tres puntos azules, pfff!!!... taleguero a tope.
La cosa es que los polis se camuflan que te cagas, yo aluciné la primera vez que me entró un rastoso costra con una placa en la mano y pidiendome la documentación, que piensas ¿será coña no?, ¡y no!
Tu sobretodo no saludes extraños, que ya te lo decía madre.
La próxima vez le pides la placa y que te la enseñe, además de quedar como una perfecta conocedora de tus derechos le tocas las narices a la pasma, lo se por experiencia.
ResponderEliminar(hasta aqui puedo contar...)
Vicent.
¡Tengo segunda parte!¡Tengo segunda parte! :D Si os portáis bien un día de estos os la cuento.
ResponderEliminarSolo un anticipo: El poli del tatu era real.
Vicent... ¿hay algo que te callas? ¿Fuiste acaso de la pasma? ¿Tuviste asuntos peliagudos con la ley? Te cambio tus respuestas por mi continuacón. ;D
ResponderEliminarJajaja, mas bien lo segundo que lo primero. Imagínate una carretera secundaria, segunda mitad de los 80, pinta sospechosa y en el País Vasco, una pareja de la Benemérita...
ResponderEliminarVicent.