¿Sabéis eso de cuando una palabra se resiste siempre a venir a la mente? A mí me pasó durante muchos años con la calle Argumosa en Lavapiés, y me sigue pasando en ocasiones con la plaza de Cascorro en El Rastro –de hecho me ha costado un instante de más recordarlo para escribirlo ahora. Sé que existe una interpretación freudiana para estos “actos fallidos”, pero francamente, no me interesa mucho más que a título anecdótico.
Aparte de nombres de lugares, también se me resisten otras palabras; durante mucho tiempo por ejemplo me costaba dar con la palabra “austeridad”. Siempre que me intentaba auto-calificar de “austera” acababa conformándome con su sinónimo “frugal”, pero por alguna razón no terminaba de quedarme satisfecha con la sustitución.
El caso es que por fin conseguí inventarme una regla mnemotécnica que funcionó: Australia. Me acordaba de Australia, y sabía que empezaba igual, ¡y voila! Superé mi “tara”.
Pero me viene Cari el otro día y me cuenta que se está leyendo un libro que se titula “Cómo liberarse de la esclavitud del dinero”, en el que se explica el origen de la palabra “frugal”. Por lo visto el término proviene del latín frugalis; entre los romanos se calificaba así al hombre de hábitos moderados para comer, que se conformaba apenas con los frutos de la tierra. Y esta voz proviene su vez nada menos que de los pueblos indoeuropeos neolíticos, de la raíz bhrüg-, que designaba a los propios frutos, y más genéricamente a la idea de 'disfrutar' o 'aprovechar'. De modo que una vida frugal significaba en su origen, disfrutar o aprovechar los frutos de la tierra. Disfrutar lo que hay, vaya.
Se me ha tachado en el pasado de poco ambiciosa en el campo laboral, e incluso de ser una “underachiever” (según word reference, “persona que no rinde al nivel de su capacidad o al nivel exigido”) pero ahora me doy cuenta de que en realidad lo que soy es frugal. Y me lo curro, no se me vaya a malinterpretar.
A lo largo de mi vida he ido tomando pequeñas decisiones conscientes que me han conducido a lo que personas más ambiciosas y más motivadas por el reconocimiento social podrían calificar como una “vida mediocre”, pero que no tiene nada que ver con eso; en realidad he ido eliminando aquello que no me gustaba que formara parte de mi vida cotidiana, y me he ido quedando con lo que puedo disfrutar:
- No tengo que coger el metro abarrotado en hora punta; voy al curro en bici, un paseito por callejuelas tranquilas del Madrid antiguo que me lleva apenas 15 minutos.
- Trabajo entre tres y cinco horas diarias, lo cual me deja tiempo para tener vida propia no sólo los fines de semana.
- No tengo un jefe que me sople la nuca, y mi tiempo trabajando es ameno, tratando con personas de manera distendida, e incluso pasando un buen rato con ellas hablando de nuestras cosas –en inglés, eso sí.
- Además de las vacaciones de navidades y semana santa tengo dos meses de vacaciones en verano. Bueno, vacaciones auto-financiadas, o como popularmente se diría, paro; podría cogerme menos, pero elijo darme el gustazo.
Claro que estas elecciones tienen su precio: tengo que conformarme con un sueldo y un nivel de vida... austero. Pero no me siento privada; a medida pasa el tiempo me voy dando cuenta de que consumir es como una droga, o más bien un comportamiento adictivo, y mi maltrecho afán de consumo se va “consumiendo”cada vez más por el simple hecho de no alimentarlo.
Y disfruto mi frugalidad. Mucho.
eres feliz? viva tu frugalidad!! enhorabuena.
ResponderEliminarSí, soy feliz, aunque no puedo negar que se me ponen los dientes muuuy largos cuando veo los viajes que os pegáis algunos ;)
ResponderEliminarTodo se andará...
Eso que cuentas es el movimiento slow o algo así, no? Hablan de pueblos donde todos los habitantes viven así... solamente con lo necesario y siendo inmensamente felices.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Bueno, a todo se le pone un nombre hoy en día, pero sí, claro que he oído hablar del slow living, y efectivamente yo vivo una vida más o menos slow -además de frugal... ;)
ResponderEliminarAlguna vez te has visto obligada a abandonar tu vida slow o frugal por estar en pareja?
ResponderEliminarNo contestes a eso hasta que venga el abogado... jajajajja
ResponderEliminarNo Carlos, pero tuve un novio muchos años a quien no le gustaba que yo no "le colaborara" para tener una vida de "más postín". Ahora; cuando nos íbamos de vacaciones yo pagaba mi con mis ahorros, y él tiraba de visa.
ResponderEliminarPero sí, tener diferentes "filosofías" de vida en cuanto al dinero puede ser jodido; que el otro quiera ir a restaurantes guay y yo prefiera irme de picnic, por citar solo un ejemplo.
Danny, mira que eres... ¡sacapuntas!
A mi esto de la frugalidad me suena a pasar por la vida despacito, sin hacer ruido, sin correr. No vaya a ser que nos tropecemos...
ResponderEliminarA mí "frugalidad" me sonaba a monja/monje o algo así, pero ahora SÉ!
ResponderEliminarY en cuanto a mi caso particular, te aseguro que no voy por la vida "con miedo a tropezarme"; no más que cualquier consumista de pro ;D
No hay que ir con miedo a tropezar, seas frugal o seas consumisa de pro (que yo lo soy)...
ResponderEliminary que mas da ir deprisa, ir despacio, ir en cuclillas o ir haciendo el pino, lo suyo es tener la posibilidad para elegir como has de hacer tu camino e "ir" siendo felices y libres (en la medida de lo posible) y disfrutar del camino recorrido... amos digo yo!
ResponderEliminarPD:(Y sin dar por culo al resto)
(edit 2)
ResponderEliminarCarlos; desde luego que no hay que tener miedo de tropezar. Y domo dice Danny, esto es vayas deprisa, despacio, en cuclillas o haciendo el pino -aunque yo creo que con las últimas opciones tienes más posibilidades de darte un batacazo ;D
Pero creo que el apego a las posesiones te hace ser menos feliz -se vive con más miedo (a perderlas, a no conseguir más) y menos libertad.
Y me viene a la mente este cuentecillo zen -casi una fábula:
Estaba Diógenes comiendo lentejas, cuando le vio el filósofo Aristipo, quien le dijo:
– Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer lentejas.
A lo que Diógenes replicó:
– Si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey.
Totalmente de acuerdo Laura. Supongo yo que el problema, o la justificación, es que antes de reconocer el consumismo inútil, lo que hacemos es justificar la compra en base a una necesidad que no tenemos: "me compré el portatil porque es mas cómodo que el pc de sobremesa, y mas ligero, y ocupa menos y es mas rapido... y ahora me he comprado la tablet porque es mas manejable que el portatil... total, si solo lo utilizo para internet" por ejemplo
ResponderEliminarPues pa mí que la frugalidad tiene mucho, muchísimo, de lujuria, fíjate tú...
ResponderEliminar:)
jajaja, joder Cari, tienes mucha razón, no se cual es la conexión mental, pero esta frugalidad es lujuriosa que te pées ;D
ResponderEliminarPues sí Carlos; con el consumismo es como nos tienen aborregados a los ciudadanos. Si ganas más, más te endeudas, y así estamos.
ResponderEliminarCari, no me sorprenda que "frugalidad" te suene a lujuria. Y "tren", y "montaña", y "flor"... viniendo de ti, no me sorprende. :D
Y tú Bro, no sé si otro lujurioso, o simplemente sugestionable :D
Que no, que no es que "me suene" a lujuria, ¡que es que la frugalidad tiene todo de lujuria!
ResponderEliminarEs lujurioso disfrutar de comerte una fruta (dedicándole su atención, claro), pasear sintiendo el sol en la cara, ver la puesta de sol o el amanecer, o el cielo con estrellas, o la luna, disfrutar las cosas más sencillas (y más baratas, o más gratis, por cierto)... a mí esas cosas me despiertan lujuria... que lo otro pa mí es "gula", y ya me mola menos.
La lujuria lo es de los sentidos, y nada los llena tanto como lo "sencillo", que, al contrario de lo que parecen hacernos creer, no tiene nada de "simple".
Lo "sofisticado" (y costoso, y difícil, y por lo que en teoría nos deberíamos dejar mucha de nuestra energía vital) no nos llena de la misma manera. Y como nada me gusta más en este mundo que disfrutar, por eso he lanzado este ¡hurra! a la lujuria, que para mí va de la mano de la frugalidad...
... ¿se me entiende ahora? ;)
Muy de acuerdo, Carindasia.
ResponderEliminarY no te olvides del lado lujurioso de la verdura, que tampoco es moco de pavo...
Me ha encantado este post tuyo, yo cada vez intento ser mas frugal y poco a poco lo voy consiguiendo, ya sabes, la famosa frase de "no es mas rico el que mas tiene si no en el que menos necesita".
ResponderEliminarFelicidades muy atrasadas por tu cumple (cuantos ya, 35?) pero algunos problemillas familiares me han tenido apartado de mis lecturas blogueras.
Saludos.
PD: Tu pancarta quedó perfecta.
Mmmmmm, unas acelguitas bien verdes y crujientes.... y ya con Pacopepino, lo más ;D
ResponderEliminarPues yo la austeridad la pondría como asignatura desde Primaria, junto con el calendario de siembra y cosecha, o cómo ordeñar a una vaca; porque luego llega la crisis y la gente se muere de hambre en las ciudades porque no sabe vivir de una manera frugal, vamos de lo que da el campo.
ResponderEliminarAlicia.
Puede que sea sugestionable, ¿y quien no?, pero lo de frugal, siempre me ha parecido como algo prohibido, pero objeto de deseo...algo como un vicio oculto...mmmh, no se, lujuria me parece bien ;)
ResponderEliminaryo soy mas de la opinion de meter pepinos en el culo a la Merkel... chim pon!
ResponderEliminarHola Vicent, bienvenido de vuelta a la frugalidad de Cotidianas -y gracias por los halagos ;)
ResponderEliminarAlicia, qué bien me suena tu propuesta! Además, muchos niños de ciudad no han visto una vaca en vivo en su vida. De hecho vi un breve documental en que les enseñaban a niños estadounidenses de 5 a 8 años diferentes verduras (pimientos, calabacines, berenjenas, puerro, patatas...) ¡y algunos no sabían lo que eran! ¡Patatas! -que no son verduras sino tubérculos. Para los puntillosos ;)
Sí Danny, me temo que por ahí iba Pacopepino diciendo que las verduras son lujuriosas -y me da que lo mismo podía haberse llamado Pacozanahoria, por poner otro ejemplo.