No sé si recordáis aquella historia truculenta que conté aquí sobre un colega mío, que se encontraba en la difícil tesitura de decidir entre dar otra oportunidad a la madre de su hija -que después de dejarle le suplicaba volver- y rehacer su vida con una rubia explosiva quince años menor que él con quien había comenzado un affair de los de flores, mariposas y arco-iris.
El quid del post no era de hecho este triángulo amoroso per se, sino la trama de espionaje que se había generado a raíz de la situación -leyéndose los unos a los otros los mensajes del móvil, echando mano a todo lo que podían en el ordenador ajeno...- y que él veía justificada.
No mucho más tarde de que yo contara aquí su historia, mi colega, se acabó decantando por la de las mariposas y los arco-iris y en seguida empezaron a vivir juntos. Hasta ahí sabía yo cuando me llamó ayer para charlar tras varios meses de no saber de él, y después de ponerme al día de sus cuitas me confesó abrumado que la rubia le llora día sí día también porque tiene celos de la ex. Yo la flipo.
Y es que hay personas cuyas vidas, así, escritas, parecen el argumento de una novela melodramática sobreactuada. Mi colega es una de esas personas; un personaje desde que nació. Ya describir su personalidad sería tarea ardua, porque es de una forma de ser que cada adjetivo que utilizara para explicarle tendría que estar inmediatamente contrapuesto por su contrario. Es oximorónico; un caradura encantador entre otras muchas cosas. Y narrar siquiera un diez por ciento de las historias estrambóticas que le suceden -o que se busca- sería una tarea del todo inabarcable.
Imaginaos la convivencia con él. Yo pasé por esa difícil prueba durante un par de meses; quizás leer mi diario de aquellos días os ayude a conocer un poco al “personaje” que es.
El quid del post no era de hecho este triángulo amoroso per se, sino la trama de espionaje que se había generado a raíz de la situación -leyéndose los unos a los otros los mensajes del móvil, echando mano a todo lo que podían en el ordenador ajeno...- y que él veía justificada.
No mucho más tarde de que yo contara aquí su historia, mi colega, se acabó decantando por la de las mariposas y los arco-iris y en seguida empezaron a vivir juntos. Hasta ahí sabía yo cuando me llamó ayer para charlar tras varios meses de no saber de él, y después de ponerme al día de sus cuitas me confesó abrumado que la rubia le llora día sí día también porque tiene celos de la ex. Yo la flipo.
Y es que hay personas cuyas vidas, así, escritas, parecen el argumento de una novela melodramática sobreactuada. Mi colega es una de esas personas; un personaje desde que nació. Ya describir su personalidad sería tarea ardua, porque es de una forma de ser que cada adjetivo que utilizara para explicarle tendría que estar inmediatamente contrapuesto por su contrario. Es oximorónico; un caradura encantador entre otras muchas cosas. Y narrar siquiera un diez por ciento de las historias estrambóticas que le suceden -o que se busca- sería una tarea del todo inabarcable.
Imaginaos la convivencia con él. Yo pasé por esa difícil prueba durante un par de meses; quizás leer mi diario de aquellos días os ayude a conocer un poco al “personaje” que es.
totalmente identificado con la dueña del piso y su guerra de guerrillas (también usada por mi en un piso compartido con otros machos), pero no sé por qué, eso de la versión menos entrañable del enano gruñón me suena y no para bien.
ResponderEliminarqué difícil es la convivencia hasta que encuentras a alguien con quien no lo es.
Me ha encantado la historia, me leería gustoso una novela basada en tu convivencia con ese gran personaje.
ResponderEliminarMmm, mola. Vivir con Laurita. A la que se descuide la pongo mirando a Cuenca. Vaya, pero que ordenadita tiene la casa.
ResponderEliminar* * *
Dos tubos de pasta de dientes ¿cuál será el mío? ¡Bah! supongo que da igual.
* * *
Hambre, comer.
* * *
Que rollo esto de tener que comprar. Yo creía que a las mujeres les gustaban esas cosas. Y dónde voy, y qué compro. Bueno, no voy a comprar pasta de dientes, que ya compró ella según el recibo de la nevera. Mira quien va por ahí “Hey, qué pasa tío, ¿unas cañitas?”
* * *
¡Mierda! No hay papel. Busca, busca…
Así que eres un enanito gruñón, ¿Eh, Davidiego? ¿¡quién lo hubiera sospechado!? :D
ResponderEliminarNesta, me alegro de que te haya gustado la historia, pero me niego a convivir más tiempo con él para recopilar material. Y soy inflexible al respecto :D
Ya *, los hombres son seres simples -tú como eres un poco femenino y llevas bolso de mujer te salvas, ¿no? Pero sí; es lo que me dice siempre Quique sin el más mínimo rubor cuando le cuento "historias de hombres". Y va a ser que tenéis razón, desafortunadamente...
Me confundes con otro, cosalinda. Ese no soy yo.
ResponderEliminarY, por cierto... mi bolso no es de mujer. Es de macarra. Ya te lo dije una vez... no ves que tiene tachuelitas??.. ja,ja,ja,ja,ja...
Pero sí, soy femenino. A mucha honra... y simple. Voluntariamente simple. Ya sabes que estoy iluminado.
Ha sido un placer volver a leer "Guerra fría". Quiero más. Además de femenino y simple soy insaciable.
Pd: Ya sé que te debo un comentario sobre "Burka...", pero será face to face.
...Nabea.
...Ahorita sí: *...
Vaya, ya veo la confusión. Debió de ser porque vi tanto asterisco por ahí que no tuve ni que preguntarme quién era... :D
ResponderEliminarY bueno... lo de simple tú... no sé si dejártelo pasar. Y lo de iluminado, definitivamente no; lo siento. :D
Nabea.
Y LosHombresSomosSeresSimples, siento haberte confundido con otro, pero con ese nombre, es fácil.
Hola Laura. El diario, muy bueno. Y la pereza que da la situación relatada, tremenda. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarHola Victor; te conozco de Lágrimas... Bienvenido por aquí, y más aún si vienes a halagarme :D
ResponderEliminaranda! ¡Hola, Victor!
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