Ayer quedé en El Parque de El Retiro con Antonia. El sábado me había llegado un mail de Pacopepe en que me decía que su pobre esposa estaba en Madrid con Frankie –su hijo de dos años- en casa de la suegra, y que con eso del volcán que ha eructado en Islandia, no podía volver a Oxford. Según su propia expresión “se mascaba la tragedia” entre suegra y nuera después de tantos días de convivencia forzada, y me pedía que la rescatara quedando con ella unas horitas, para que pudiera huir así de aquella olla a presión en que se había convertido su hogar de acogida.
A las doce, a la hora que habíamos quedado, estaba yo en El Retiro con mi bici esperándoles a ella y a Frankie. A las doce y veinte me llegó su sms diciéndome que estaban aún en la parada del bus en Vallecas. “Bueno, estoy en El Retiro, qué mejor sitio para esperar” pensé para que no se me hiciera larga la espera de al menos media hora más.
No hacía mala temperatura, y aunque el cielo estaba encapotado, hubo hasta unos minutos de sol. Como llevaba un termo con café, me tomé un cafelito caliente en la espera. A la una, cuando acababa apenas de empezar a chispear suavemente, vi a Antonia aparecer con el carrito con Frankie. Lo primero que me dijo: “Por ahí atrás viene mi suegra”. ¡¿Cómorrr?! ¡¿Pero no era la idea que corriera un poco el aire?! A ver; la madre de Pacopepe es encantadora y a mí me cae especialmente bien, pero no es ese el asunto.
Total; que llegó la suegra... con los dos sobrinos de Pacopepe, de trece y quince años. Aquello no paraba de sorprenderme. Como estaba lloviendo ya un poco más de firme, nos resguardamos un poco bajo los árboles mientras intercambiábamos frases intrascendentes, y cuando nos empezaron a caer goterones gordos desde las ramas se nos ocurrió ir a la Casa de Vacas, allí en el parque, con el pretexto de ver la exposición que hubiera.
Una vez hubimos paseado por las salas de exposición un tiempo prudencial salimos de allí, y aprovechando un claro de nubes, Frankie y los sobrinos se pusieron a jugar con un balón. Entonces a Frankie debió de entrarle el cansancio después de dar una patada a la pelota y decidió descansar sentado en un charco, y ya no hubo más remedio que pensar en emprender el regreso.
Una vez hubimos paseado por las salas de exposición un tiempo prudencial salimos de allí, y aprovechando un claro de nubes, Frankie y los sobrinos se pusieron a jugar con un balón. Entonces a Frankie debió de entrarle el cansancio después de dar una patada a la pelota y decidió descansar sentado en un charco, y ya no hubo más remedio que pensar en emprender el regreso.
Para estar un ratito más con ellos les acompañé con la bici a la parada del 20. Ya resguardados en la marquesina empezó a diluviar, y al cabo de un rato caía hasta granizo. Cuando se subieron los cinco al bus yo me quedé ahí en la parada viendo el panorama, no atreviéndome a salir, y preguntándome cuándo amainaría; cuánto tiempo iba a tener que quedarme en aquella suerte de limbo absurdo.
Los lados de la calle se habían convertido ya en ríos, y la gente para cruzar tenía que dar un buen salto para acabar poniendo el pie en la otra orilla, mojándose de todas formas. Y luego lo mismo en la otra acera. Los coches pasaban sobre aquellos ríos, salpicándome inevitablemente -algunos cabrones más que otros- y yo ahí, con mi bici, como una gilipollas.
Cuando ya sólo llovía normal –que no poco- salí de mi patético refugio resignada a calarme. Por el camino iban aterrizando en mí gotas desde todos los ángulos posibles, como si yo fuera su centro de gravedad; lluvia, salpicaduras de mis propias ruedas en espalda y en la cara, salpicaduras laterales desde los coches... Intentaba despistarme de mi desdicha cantando en voz alta mi propia versión de aquella canción de Kiko Veneno: “Enamorao de la vida, aunque a veces lluevaaa…”, pero aquello no convencía a nadie.
Llegué a casa a la hora en que normalmente salgo para tomar el aperitivo, efectivamente calada, chorreando por el pasillo hasta llegar a mi habitación, donde me quité toda la ropa empapada. Luego me dí una buena ducha caliente, me vestí con ropa confortablemente seca, y me prometí a mi misma no salir en lo que quedaba de día.
Desde mis ventanas vi que se asomaba un rato el sol, y hasta creo que la lluvia dio tregua toda la tarde, pero ya daba igual.
Cuando ya sólo llovía normal –que no poco- salí de mi patético refugio resignada a calarme. Por el camino iban aterrizando en mí gotas desde todos los ángulos posibles, como si yo fuera su centro de gravedad; lluvia, salpicaduras de mis propias ruedas en espalda y en la cara, salpicaduras laterales desde los coches... Intentaba despistarme de mi desdicha cantando en voz alta mi propia versión de aquella canción de Kiko Veneno: “Enamorao de la vida, aunque a veces lluevaaa…”, pero aquello no convencía a nadie.
Llegué a casa a la hora en que normalmente salgo para tomar el aperitivo, efectivamente calada, chorreando por el pasillo hasta llegar a mi habitación, donde me quité toda la ropa empapada. Luego me dí una buena ducha caliente, me vestí con ropa confortablemente seca, y me prometí a mi misma no salir en lo que quedaba de día.
Desde mis ventanas vi que se asomaba un rato el sol, y hasta creo que la lluvia dio tregua toda la tarde, pero ya daba igual.
hay que aprovechar y disfrutar del "mal" tiempo, con lo ke mola notar la lluvia caer encima de uno, y que te salpiquen los coches!! y chapotear!! y sentarse en medio de un charco!! jajaja hay que tomarselo con mejor humor, es es una teoría que tengo ahora con Trasgo (mi perro) que al pobra hay que sacarle llueva, nieve o lo que sea, asique he decidido tomar la filosofía de disfrutar de los chaparrones y pensar que al fin y al cabo da igual ya que cuando llegue a casa me voy a dar la dichosa ducha y sentir el calorcito de la ropa seca.. :)
ResponderEliminarmdelrio_85 = Danny
ResponderEliminarvaya planazo de domingo, menos mal que en casita como en ningún sitio.
ResponderEliminarDani, la diferencia con Trasgo es puedes ir pertrechado si llueve o nieva. Lo que pasa es que quieres vacilar aquí de que tienes perro... jajaja...
ResponderEliminarDavidiego, la verdad es que para mí un día en casa no es ningún problema. Es más; frecuentemente hasta lo busco. Pero me sorprende viniendo de ti, que según dijiste por aquí alguna vez, todos los días tienes que salir de casa, y si son dos veces mejor que una. Que ya nos vamos conociendo... :)
¿no habría sido más facil quedarte en la cama desde la mañana?
ResponderEliminarosea que con todo lo que he contado te quedas con el detalle del perro??? que rebuscailla tas hecha... yo que habia puesto mi lado mas zen en el texto... jejejeje
ResponderEliminar¡Qué cabrón, Feroz! Pues claro que hubiera sido más fácil, nos ha jodío! :D
ResponderEliminarLo sé Dani; al mal tiempo buena cara... pero es que soy sacapuntas, qué se le va a hacer, que parece que acabamos.de conocernos.. ;)
... y yo que llegaba corriendo detrás con la toalla para que te secaras! Pero ibas tan rauda con la bici que no hubo manera...
ResponderEliminarEste domingo no va a llover, vamos a quedar tú y yo para el vermú y a terminar de arreglar el mundo, que aún nos quedan un par de retoques para que nos quede perfecto...
... y a llenarlo de arcoiris de los que tiras de tus estanterías de vez en cuando(si es que dan asco), para que tengas de reserva.
Y si no nos salen arcoiris, nos jodemos ;)
arco-iris bueeeenos. Lluvia maaala.
ResponderEliminarArreglaremos el mundo, sí. Y con unos cuantos vermuthitos en el cuerpo seguro que se nos ocurren soluciones creativas... je,je.
jajajaj!
ResponderEliminarlluvia maaala!
arcoiris bueeenos!
Feroz...
ResponderEliminarHay lluvias que molan, joé... verdad Feroz?
ResponderEliminarY lágrimas...
Como dijo Gandalf:
-No diré "no lloréis", porque no todas las lágrimas son amargas...
*...
(Sin tildes, again)
ResponderEliminarPor cierto, Laurita... a que te estan entrando unas ganas locas de publicar "El burka occidental"?
...como si te hubiera o hubiese.
*...
El mundo del blogguismo es un pañuelo, eh, *? Aunque no te lo creas no había hecho la conexión. Pero mira... :)
ResponderEliminarNo tiene nada que ver, pero voy a contar una historieta que escuché ayer.
ResponderEliminarDos amigos:
- Joder tronko, ayer me pillé un pedo de espanto.
- Bueno, yo hace ya cinco años que no bebo.
- Que suerte, por lo menos te acuerdas de lo que hiciste anoche.
- Claro que me acuerdo. No hice nada.
...
Joé qué lástima... :(
ResponderEliminar...de una manera jocosa... :D
Sisi... ahora ya sabes lo que sintió DvDg al entreñar este invierno. Cuando deje de llover en este país saldré con mi Bici.
ResponderEliminarEl finde que viene será mejor...
No te creas que no me acordé de él... :)
ResponderEliminar¿Y a ti cómo te va por aquellas tierras infieles y lluviosas? ¡Ánimo, que ya queda cada vez menos para el buen tiempo!
lo uno no quita lo otro, hay que salir, pero a la hora de volver nada mejor que casa...
ResponderEliminarHoy 24 grados, los mismo que en Madrí!!! He salido en Bici y he corrido, sin lluvia, y la llegada a casa es igual de gozante que si hubiera jarreado bajo la lluvia de la ducha...
ResponderEliminarHey... cómo mola, ¿eh? Seguro que hasta había en el ambiente una sensación como de celebración, ¿no? Me acuerdo del primer día de sol que hizo el año que viví en Amsterdam; hasta algunas tiendas colgaban el cartel de "cerrado por buen tiempo" o algo así. Verídico.
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