sábado, 20 de diciembre de 2008

El ciclo de las pinzas

El origen de todo fue en Asturias. Cari y yo estábamos desayunando en una terraza de algún pueblecito de cuyo nombre no quiero acordarme –fue hace más de quince años- cuando vimos una pinza de la ropa cayendo desde lo alto. Inmediatamente después oímos la voz de una paisana voceando desde su ventana “Ahora bajo a por la pinzaa…” Una vez abajo, la mujer justificó su comportamiento diciendo que claro, aunque era solo una; “una, y luego otra, y luego otra… y cuando te quieres dar cuenta te has quedado sin pinzas”. Y tras la explicación se volvió para arriba a seguir tendiendo. Cari y yo sonreímos conscientes de haber presenciado una escena pintoresca, mientras pensamos para nuestros adentros: “¿Y qué si te quedas sin pinzas? Te compras más, que te valen veinte duros el paquete”.

Algunos años más tarde, cuando me independicé y tuve mis propias pinzas de la ropa constaté que en efecto, tenían una acusada tendencia a saltar al abismo de entre los dedos. Entonces recordé la reflexión de aquella paisana: “una, y luego otra, y luego otra…” Como yo era demasiado orgullosa a la par que vaga para bajar a por las que se me iban cayendo, jamás me planteé hacerlo, pero un día me topé con una pinza tirada en la calle y decidí recogerla para reponer las que iba perdiendo, y así comenzó “el ciclo de las pinzas”.

“El ciclo de las pinzas” es, en definitiva, el reto que me propuse entonces de no comprar nunca pinzas de la ropa, sino ir reponiendo las que voy perdiendo con las que el cosmos pone en mi camino. Así, he tenido pinzas de madera y de plástico, de innumerables modelos y colores… todas juntas, compartiendo cesta, trabajando en equipo para tender mi colada…

Llevaba ya casi diez años contrarrestando pérdidas con hallazgos; desde que vivo en esta casa. Entonces el pasado mes de Octubre hubo una tremenda granizada en Madrid que arrancó la cesta de su asa y tiró al patio todas las pinzas. Bajé a por ellas –esta vez sí- y rescaté las pocas que aún quedaban incólumes, pero había habido demasiadas bajas y me vi obligada a reforzar la población. Compré entonces un único paquete de pinzas de plástico, de forma tradicional, en color azul, verde, amarillo y naranja en el mismo paquete, para que no se vieran todas demasiado uniformes y me recordaran la tragedia. Ahora que ya ha pasado todo, estoy contenta con mi nuevo surtido, y el ciclo de las pinzas continúa…

…hasta el próximo desastre natural, supongo.

8 comentarios:

  1. Pues a mi me desaparecen las pinzas de la ropa, y eso que tiendo en una habitacion a la que he llamado: Habitacion de la ropa... antes de eso, cuendo me compre la casa, se llamo la habitacion del panico, pero ahora es donde arrojo la ropa sucia y una vez lavada la tiendo alli... asi que ¿Donde carajos van a parar las pinzas?
    Un saludete

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  2. Yo siempre de madera. Y si se parten, hago de frankestein pinzero juntando las partes. Si me encuentro pinzas y están aún de buen ver también las adopto. Si son de plástico las dejo para cerrar bolsas de comida.

    (y las perchas, todas de madera, mira que se tienen manías tan joven)

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  3. Debo confesar que yo era antes el vecino capullo que roba pinzas caídas al patio. Cuando vivía en Madrid, en un piso bajo a un patio, tendía con pinzas "secuestradas" de los que tendían por encima de mi. Ahora las compro, pero ya no sabe igual.
    Davidiego: ¿con qué metal fabrican los muelles, que se salen con tal facilidad y luego cuesta tanto juntarlas? ¿es el mismo fabricante de la puntita que entra en el ordenador de las memorias usb? Lo mires cómo lo mires, siempre intentas meter el usb al revés...

    El ingeniero que diseña muelles de pinzas...¿es el mismo mamonazo que diseña bandejas de frigorífico? Las sacas de la nevera, y se transforman silenciosamente en bandejas xxl, más grandes que el hueco que había, y luego no hay forma de meterlas. Yo una vez estuve a punto de desmontar la puerta...

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  4. ¡¡Pinzas!!

    Podría escribir un libro (o mejor, te paso el material. Escribes mejor y parece que también tienes fijación)

    Por no abusar de tu hospitalidad: viví en un edificio nuevo, las pinzas de cada vecino eran todas nuevas y distinguibles. Cada vez que la necesidad apretaba, al patio a reponer (de las tuyas y de las que no lo eran). La vecina del primero calculó la "tasa de torpeza" de cada vecino y también cuánto tiempo tardaríamos en que los cestillos de pinzas de todos fueran indistinguibles. Lástima que me mudé antes de ver el resultado final. Cada vez que nos cruzamos me echa en cara que arruinara el experimento.

    Una y más... Para mi pareja, las pinzas recicladas podían utilizarse para cualquier cosa... excepto para sus bragas. No me extenderé con las razones...

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  5. Chache: Tal vez deberías cambiar el nombre del cuarto una vez más. Tengo dos sugerencias: “El agujero negro” (de las pinzas), o “el triángulo de las bermudas” (de las pinzas)

    Davidiego, mira que te tenía yo por hombre cabal… ¡Pero alma de cántaro! ¿Cómo que pinzas de madera? Con lo aburridas que son, oyeS :) Lo que sí me ha gustado es que seas compasivo con las que han tenido la mala fortuna de caer cuan bajo podían, y las adoptes -independientemente de su material… eres un alma generosa.

    Feroz, qué comentarios tan completitos! ¡Son como un post en sí mismos! Te contra-comento:
    Respecto a tu recolección de pinzas huérfanas… ¿Por qué auto-insultarte por realizar una obra tan loable? ¡Es el ciclo de las pinzas, tío! Tú solo eres un eslabón; ¿Acaso merece el buitre carroñero nuestro desprecio? ¡No, una y mil veces!
    Sobre el tema pen, yo tengo la respuesta: va para abajo el lado de la punta que lleva la rayita del “empalme”. No me sé explicar mejor, pero si lo miras, lo entenderás.
    Y por último respecto a las bandejas de la nevera, como la mía es nueva, que me la compré el año pasado, además de sistema anti-frost tiene bandejas anti-dilatación… Una, que sabe comprar… ;)

    Anónimo... ¡estoy absolutamente fascinada con tu relato! ¡Buenísimo! La verdad es que sí, el mundo de las pinzas tiene mucha enjundia... yo me he comido muchas cosas por no aburrir, pero quizás debería escribir la segunda parte!

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  6. No es cierto. Bueno, si, es como debería ser, la rayita del dibujito de la clavija coincide con la "hembra". Pero los gnomos de la informática cambian el agujerito cuando ven acercarse el pinchito de la clavija. Lo cojas como lo cojas, al enfrentar el "macho" a la "hembra" , no coincide. Esto es inversamente proporcional a la prisa que tengas por copiar el documento, multiplicado por la experiencia informática de la persona que te esté mirando en ese momento.
    ¿qué es una "bandeja antidilatación"? ¿las bandejas se dilatan? ¡Qué ordinariez! Imagínate ser bandeja, ahí fresquita, y te ponen un pollo encima, y te cae mal. Y dices:
    - Pues hala, me dilato.
    Comprendo que las cubiteras de hielos se dilaten por el estrés y porque no pueden soportar la tensión. Pero ¿las bandejas?
    No hay más que ver los ojos de las merluzas al congelarse. Que te miran como diciendo:
    -Que está oscuro, mamón. Que los tomates de arriba, tienen bandejas anti-dilatación, tienen no-frost, expendedora de latas de coca-cola, y alumbrado público, tío, pero ¡yo soy una merluza! ¡Tengo ojos! Si me apagas la luz, ¿cómo leo?

    Pero no hagais caso, esos comentarios son subversivos, y no buscan más que el control político del frigorífico. La revuelta social siempre la inician los limones secos cortados por la mitad. Son los que más tiempo llevan. Por cierto, ¿por qué no fabrican neveras con el limón seco ya de serie?
    -Buenos días, esta nevera, ¿tiene bandejas anti-dilatación, expendedora de cubitos, no-frost, alumbrado público, y biblioteca marina?
    -No, pero lleva un limón seco cortado por la mitad y un sobre de kétchup caducado del burguer-king.
    - ¡Me lo llevo!
    Por cierto, ¿fabricará el Ikea pinzas desmontadas? Te dan el plano, una llave allen, y los muelles metidos en bolsitas de plástico.
    Así empezó Davidiego, y se le quedó el reflejo de ir juntando muelles de pinzas a todo lo que veía. Ahora tiene pinzas culturistas, que aprietan tanto los calcetines al tender, que parecen patucos de gnomo. En el chino de la esquina no le dejan entrar, porque la última vez que fue a cenar, les puso muelles a los palillos y ahora tienen que usar pinzas desmontadas para comer chop-suey.

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  7. Por favor, no me dejéis escribir cosas como la anterior...

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  8. JAJAJAJAAA... ¡¡¡FEROZ, TIOOOO!!! ¡Estás hecho todo un monologuista! Y lo siento, pero no voy a ser yo quien reprima tanta creatividad saliendo por tus poros, que luego te salen puntos negros. O algo. :D

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