domingo, 7 de diciembre de 2008

My tazas' world

La primera taza que tuve en propiedad exclusiva fue a los quince o dieciséis años. Era blanca, tipo mug, tenía globos de colores pintados, y cuando la levantabas sonaba una musiquita. Lo extraño ahora que lo pienso es que ningún miembro de la familia encontrara el soniquete irritante; a mi desde luego me parecía el colmo de lo guay. Me molaba que esa taza fuera mía exclusivamente, me hacía sentirme especial; me molaba que me la había comprado yo con mi dinero.

Mi contacto con la cultura inglesa estimuló aún más mi afición por las tazas; allí en la mayoría de las casas todas las tazas son diferentes. Te asomas al estante donde están, y una es del eclipse total de 1999, en otra pone “Sexy chick”, en otra pone “Edimburgh” y un dibujito del castillo… las compran mucho de recuerdo, y se las regalan mucho entre ellos, así que en cada cocina siempre suele haber un buen surtido, de mejor o peor gusto.

En las casas inglesas cuando llega gente de fuera, sea quien sea, y sea la hora que sea, el anfitrión siempre ofrece té; “Would you like some tea?” “Yes please” –se oye como respuesta el 90% de las veces. Entonces el anfitrión pone la kettle. Si tiene su taza por ahí del último té que se ha tomado, la va a buscar, la pone en la encimera y a continuación pone las otras dos, tres o el número de tazas que se requiera. Y no sé los demás, pero cuando a mí me toca ser anfitriona, llegado este punto entro en mi “tazas' world” donde existen una serie de reglas con el objetivo de conseguir cierta uniformidad de criterio entre las tazas escogidas -ya sea por tamaño, forma, temática o colorido -aunque a menudo puedan ser muy dispares y sea difícil aunarlas en una categoría.

Cuando vivía con Guy, para facilitar las cosas teníamos todas las tazas por parejas; nunca idénticas, sino de la misma “serie” pero en diferente color, por ejemplo. Cuando las comprábamos se adjudicaba una taza a cada uno y eso era respetado religiosamente; nunca las intercambiábamos. Si alguna vez a uno de los dos nos regalaban una taza, intentábamos emparejarla con otra que tuviéramos desemparejada de antes, siguiendo alguno de los citados criterios de tamaño, forma, temática o colorido. Algunas parejas así unidas resultaban bastante satisfactoriamente afines; las menos afortunadas eran irremediablemente condenadas a ser usadas con menos asiduidad. Si no había ni siquiera opción para un “mal matrimonio” se restringía el uso de la taza a momentos single o a cuando teníamos invitados. Las tazas singles eran por su condición, de inferior categoría.

Evidentemente mi ruptura con Guy supuso un caos en mi "tazas' world" y la mejor solución que encontré al dilema de qué hacer con aquel mundo de alianzas y soledades, fue ir donando poco a poco la mayoría de las parejas a otros hogares –siempre procurando que fueran adoptadas juntas. También doné sus singles; las mías me las quedé.

Entonces en un viaje terapéutico a Manhattan para combatir mis males de amores compré una taza en el Empire State building; sin ser consciente estaba comenzando mi actual repertorio de singles, que desde entonces voy ampliando cada vez que visito una nueva ciudad. Y como todas son de ciudades, no hay problema a la hora de seleccionarlas cuando vienen invitados, porque la temática es la misma… el mundo single es mucho menos complicado.

El mundo single de las tazas.

4 comentarios:

  1. yo tengo tres singles, pero entre las tres se lo montan muy bien, aunque buscando semejanzas el trío sólo viste en blanco y negro...

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  2. pues yo tengo una muy bonita que me pintaste tú (peas on earth), dos súper retro que me compré en un mercadillo de segunda mano en Berlín... pero mi favorita del momento es una muy chula que me compré en Japón y que acaba de estrellarse contra el suelo... oh, ¡¡¡con pegamento no será lo mismo!!! ¡¡Todas esas florecitas hechas añicos!! Las tazas son importantes, amig@s.

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  3. Pues mi taza favorita... es la del water, me deja de un bien....

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  4. Mira, trios nunca he tenido...

    Cari´, siento lo de tu taza... ¿Cómo es eso de que "acaba de estrellarse contra el suelo"? ¿Mientras escribías el comentario? ¡No me lo creo! Y sí, las tazas son importantes; pueden suponer la diferencia entre la vida y la muerte... en el caso de que un tarado te dijera: "si no tienes una taza te mato" Por eso es bueno llevar siempre una en el bolso.

    Dani tío, tan escatológico como siempre... :D

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