Traude, la p*** Alemana, se fue hace ya un año de nuestra comunidad de vecinos. A pesar de todos los roces que hubo entre nosotras –que dicho sea de paso, ella se guisaba y se comía- hasta nos despedimos como amigas o algo así; cuando se fue me dejó una breve nota de agradecimiento que guardé como muestra de mi modesta victoria sobre el mal.
El nuevo vecino, el que se ha mudado a la casa de la alemana, es también extranjero pero aún no sé de dónde –y eso que he hablado con él en un par de ocasiones. A veces me parece italiano, otras veces su acento parece como de Europa del este… no le acabo de ubicar. Podría deducirlo por su nombre, pero no sé cómo se llama; lo miraré en el buzón y así puedo ponerle un mote, que la verdad es que ya lo va pidiendo. El caso es que tiene unas cuantas cosas jugosas que comentar; ayer fue el colofón, y la razón por la que me pongo al teclado.
El chico es guapete, rubio, y tendrá sus treintaymuchos. Tiene un Jack Russel al que nunca se oye ladrar, salvo cuando sale a pasear, que da un pequeño ladrido de alegría bajando las escaleras; sólo uno. A mí por eso me cae muy bien. Pero sigamos con el dueño.
Por ejemplo con su torpeza a la hora de tender la ropa. En el tiempo que lleva en casa ya se le han caído prendas a mis cuerdas como… ¿diez veces? Yo las dejo un tiempo en mi tendedero para que vea que están ahí, pero el tío no baja a por ellas. Cuando me canso de esperar las pongo en la barandilla de la escalera, y supongo que será él quien se las lleva. En una ocasión subí yo a devolvérselas en plan vecina afable. Era de noche y en la casa había luz, pero yo llamé al timbre un par de veces y allí nadie abrió la puerta; al final tuve que dejárselas en su barandilla. Ahora de hecho tengo en el tendedero una toalla blanca suya –que ya no lo es tanto- desde hace más de tres semanas, y ahí sigue.
Hace como dos meses se me hizo una gotera en el baño; la humedad venía de su casa. Subí a decírselo y previsiblemente la puerta no se abrió, así que le dejé una nota contándole el tema y pidiéndole que por favor bajara a hablar conmigo. Así lo hizo; yo le invité a pasar a casa a ver la gotera, hablamos sobre los posibles orígenes de la filtración, el tío muy razonable, muy normal -aunque muy serio- y me dijo que hablaría con su casero. A los pocos días nos encontramos por la escalera y me comentó que su casero no tenía seguro de la casa y que estaba mal de pasta. Y quién no. Pero a mí me da tanta pereza empezar el periplo de llamadas al casero, a mi seguro… que como la gotera se ha secado, lo postergaré todo hasta que vuelva a salir.
El caso es que desde entonces cuando el vecino y yo nos cruzamos en la calle o en el edificio nos saludamos muy escuetamente y seguimos nuestro camino. Supongo que él intenta evitar que le pregunte sobre el asunto, y yo… pues también paso, pero está visto que el tipo es un poco huraño.
En fin; estas son las primeras pinceladas sobre este nuevo personaje, pero no quiero cansaros, así que dejaré mis jugosas especulaciones para otro día, que la historia da para otro post... por lo menos.
El nuevo vecino, el que se ha mudado a la casa de la alemana, es también extranjero pero aún no sé de dónde –y eso que he hablado con él en un par de ocasiones. A veces me parece italiano, otras veces su acento parece como de Europa del este… no le acabo de ubicar. Podría deducirlo por su nombre, pero no sé cómo se llama; lo miraré en el buzón y así puedo ponerle un mote, que la verdad es que ya lo va pidiendo. El caso es que tiene unas cuantas cosas jugosas que comentar; ayer fue el colofón, y la razón por la que me pongo al teclado.
El chico es guapete, rubio, y tendrá sus treintaymuchos. Tiene un Jack Russel al que nunca se oye ladrar, salvo cuando sale a pasear, que da un pequeño ladrido de alegría bajando las escaleras; sólo uno. A mí por eso me cae muy bien. Pero sigamos con el dueño.
Por ejemplo con su torpeza a la hora de tender la ropa. En el tiempo que lleva en casa ya se le han caído prendas a mis cuerdas como… ¿diez veces? Yo las dejo un tiempo en mi tendedero para que vea que están ahí, pero el tío no baja a por ellas. Cuando me canso de esperar las pongo en la barandilla de la escalera, y supongo que será él quien se las lleva. En una ocasión subí yo a devolvérselas en plan vecina afable. Era de noche y en la casa había luz, pero yo llamé al timbre un par de veces y allí nadie abrió la puerta; al final tuve que dejárselas en su barandilla. Ahora de hecho tengo en el tendedero una toalla blanca suya –que ya no lo es tanto- desde hace más de tres semanas, y ahí sigue.
Hace como dos meses se me hizo una gotera en el baño; la humedad venía de su casa. Subí a decírselo y previsiblemente la puerta no se abrió, así que le dejé una nota contándole el tema y pidiéndole que por favor bajara a hablar conmigo. Así lo hizo; yo le invité a pasar a casa a ver la gotera, hablamos sobre los posibles orígenes de la filtración, el tío muy razonable, muy normal -aunque muy serio- y me dijo que hablaría con su casero. A los pocos días nos encontramos por la escalera y me comentó que su casero no tenía seguro de la casa y que estaba mal de pasta. Y quién no. Pero a mí me da tanta pereza empezar el periplo de llamadas al casero, a mi seguro… que como la gotera se ha secado, lo postergaré todo hasta que vuelva a salir.
El caso es que desde entonces cuando el vecino y yo nos cruzamos en la calle o en el edificio nos saludamos muy escuetamente y seguimos nuestro camino. Supongo que él intenta evitar que le pregunte sobre el asunto, y yo… pues también paso, pero está visto que el tipo es un poco huraño.
En fin; estas son las primeras pinceladas sobre este nuevo personaje, pero no quiero cansaros, así que dejaré mis jugosas especulaciones para otro día, que la historia da para otro post... por lo menos.
al principio el interesante vecino parecía haber leído a Juan Manuel de Prada, y buscar una excusa para conocerte. Pero parece un tipo extraño.
ResponderEliminarDesde aquí apuesto a que durará poco.
¡Tío Davidiego, eres una máquina de ser el primero!
ResponderEliminarEl cuadro de Courbet que ilustra el libro de tu link me ha gustado siempre mucho.
En cuanto al vecino, no sé cuánto durará, pero ya lleva un año. Yo quiero que siga, porque parece que va a dar juego...
yo tengo otra edición del libro (de los primeros regalos a A. 7/7/2001..)
ResponderEliminaresa portada y el debate de las modas también daría para mucho juego...
respecto a ser el primero es casualidad.
Casualidad o causalidad???
ResponderEliminarYo estoy deseando leer las jugosas especulaciones...
especulaciones de las que responden a Laura al otro lado del espejo?
ResponderEliminarYa va, ya va... :)
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