lunes, 18 de agosto de 2008

Mi botella de andar por casa

Todos tenemos al menos una botella de andar por casa; esa botella que usamos para tener agua fresquita en la nevera a nuestra disposición, sobre todo en verano. Yo tengo dos, por aquello de haya siempre una enfriándose, pero esta es la “principal” desde hace un par de años. Aunque nunca hubiera adivinado que lograría desbancar del primer puesto a mi tradicional botella de “La Casera” de la que me sentía tan orgullosa, la funcionalidad venció, y me convencí de que el plástico era más ligero, más manejable y en definitiva mejor -a pesar de la leyenda urbana que afirma que reutilizar estas botellas entraña riesgos para la salud.

Este jueves salía de casa con dirección a la Estación Sur, donde iba a coger un autobús que me llevaría a Gredos, a ver por fin un poco de verde después de tanto tiempo sin salir de la ciudad. Ya en la puerta me di cuenta de que debería llevar agua conmigo, y aunque me resultaba un poco raro sacar mi botella de andar por casa de las lindes de mi hogar, decidí no ser dogmática y meterla en la mochila. Al llegar allí podía tirarla y sustituirla por otra de vuelta en Madrid.

La botella cumplió con eficiencia su modesta función de darme de beber durante el camino. Era muy extraño, sin embargo, tenerla en el autocar; no pegaba… y ya sacarla de la mochila en las espectaculares pozas a las que fuimos a pasar el día... algo parecido a ser testigo de un anacronismo. Entonces me di cuenta de que mi pobre botella de andar por casa estaba disfrutando de la naturaleza por primera vez en su vida, y me sentí contenta por ella; la sostuve en alto, y mientras le decía “¡Mira, esto es el campito!” noté como se henchía de alegría entre mis dedos.

En el camino de vuelta vimos esta fuentecita. Vacié la botella de agua de grifo, la única que ella había contenido jamás, y le concedí el privilegio de contener agua "viva"… ¡le cupo un litro y medio, de tanto como se le había expandido el alma!

Por supuesto después de esta experiencia compartida, no se me hubiera ocurrido abandonarla –ella nunca lo haría- y aquí la tengo conmigo, convertida en una botella de andar por casa un poco más mundana.

Ahí está ella, posando orgullosa

6 comentarios:

  1. Ehm... sin ánimo de ofender a tu nueva compañera de viaje...¿¡Cómo coño puedes preferir esa mierda de botella a un clásico como la botella de "La Casera!?

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  2. Pues ya ves, que a mi edad me estoy empezando a dar cuenta de que la apariencia no es lo más importante... sino la utilidad! :D En eso Carla Bruni me lleva mucha ventaja.

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  3. Yo creo que la botella de plástico es más eficiente en la mesilla...cuántas veces se habrá caído al suelo consecuencia de un mal despertar tras una borrachera?

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  4. Ahí, ahí. Y romperse no se rompe, pero hace un bollo en el suelo que pa' qué.

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  5. esta, esta, esta!!! seguro!!!!! la encontré!!

    Esta es la entrada que leimos en su momento y agregamos tu block a "favoritos"!!! no fué mi mujer "a traición" estábamos leyendo blogs al azar, y apareció el tuyo con esta entrada de la botella. Nos encantó, y nos prometimos leerte, pero, no sé porqué, caiste en el olvido.

    Qué calorcito hace en una entrada de agosto, ¿no?

    Saludos desde el futuro. Soy la tía de blanco de la lejía neutrex!
    ajjajaja


    Perdona el lío este que te cuento. Es que estoy leyendo de "alante a atrás" desde la entrada del día jueves 18 de diciembre, buscando el porqué apareces en mi explorador.
    Ahora me siento como en la peli "regreso al futuro", escribiendo en una entrada de agosto.
    ¿te imaginas que hubieras leído esto cuando la escribiste?

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  6. Te has quedado a gusto resolviendo el enigma!!! :D Y ahora sabemos la VERDADERA historia de cómo llegaste al blog.

    Por cierto, me ha encantado lo de la tía de blanco de la lejía neutrex! Jajaja...

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