sábado, 22 de septiembre de 2012

Fusca y Ágata

Cuando ya se me habían acabado las ideas de diseños para mi jardín zen, me llegó ayuda externa; ¿adivináis?


Esta es Ágata. Se llama así por el color verde de sus ojitos. Y porque es una gata. Cuando me la dejaron en acogida se llamaba Manchitas, como su propio cuerpo indica, pero... como que no tenía mucha gracia el nombre, así que se lo cambié. No es que el que yo le he puesto sea la repera, pero era fácil superar "Manchitas".

¿Qué?
Ahí de fondo en la segunda foto podéis ver otra gatuna; esta se llamaba Negrita. En fin. Yo la he rebautizado como "Fusca". "Fusco" significa oscuro tirando a negro, lo cual es lo mismo pero mejor, dónde va a parar. Estoy contenta con su nombre.

Ágata y Fusca son hermanitas, y tienen un mes. Las pobriñas han sido rescatadas de la calle, y llegaron a mí un poco flacuchas, pero en apenas una semana que llevan conmigo eso ha cambiado radicalmente y han echado una pancita que pa' qué -y es que más que comer, aspiran la comida, las tías. El jamón York las vuelve locas; pero vamos, que cuando termino de dárselo no me dejan en paz y me persiguen por toda la casa maullando angustiadas, clamando más; por eso ahora me lo pienso dos veces antes de darles su manjar favorito.

Tan inocentes que parecen...
La comida suya habitual es pienso seco, que lo comen con bastante menos fruición. Bueno.. uno de los primeros días me encontré a Fusca con la cabeza hundida en el plato de pienso -y cuando digo "hundida", eso es justamente lo que quiero decir- totalmente inmóvil, durante un buen rato. Pensé que se había quedado dormida después del banquete, en plan romano, pero luego oí un tenue "chup, chup, chup" y me di cuenta de que la pobre estaba succionando! ¡Jo... qué penuca más grande! Ágata hace algo parecido; se mete una bolita de pienso en la boca y la succiona también, como si fuera un chupete -¡pobrecitas mías; echan de menos a su mami gatuna! Por eso cuando estoy en el sofá se tumban sobre mi tripa o mi pecho y me buscan los pezones, y como no los encuentran (a ver; lo que ellas entienden por "pezones") eligen un sitio al azar de la camiseta y empiezan su "chup, chup, chup", sin parecer importarles que de ahí no mane nada.

Fusca y su barrigoncio.
Al principio estaba un poco preocupada por cómo se pudieran llevar con Flecha; los últimos gatitos que tuve en acogida la martirizaban un poco, persiguiéndola e intentando darla caza, así que Flecha no salía de su habitación casi nunca. Estas sin embargo, como son tan canijillas no se atreven con un bicho más grande que ellas, y Flecha se ha embravuconado y hasta se come su pienso y se bebe su agua tan pancha, sin importarle si las gatitas están por ahí o no -y ellas parecen asumirlo.


En el tiempo que llevan conmigo su nivel de actividad se ha incrementado al ritmo del perímetro de su "cintura", y he tenido que quitar los potos de su alcance porque no hacía más que encontrarme hojas amputadas por todo el salón. Además empiezan a jugar juntas, cosa que antes no hacían; he aquí un vídeo de las dos jugando con sus ratoncitos, y Ágata poniéndose un poco posesiva con el suyo, ¡Con lo bonito que es compartir, Ágata! 


(Aún no he reemplazado mi defenestrada cámara -DEP- de ahí la escasa calidad del vídeo, hecho con el móvil. Las fotos, otro tanto.)

En fin, que estamos las cuatro tan felices y contentas compartiendo hogar en paz y armonía -ya os iré contando cómo evoluciona la cosa.

4 comentarios:

  1. A ver si van a confundir tu jardín zen con su arenero y un día te encuentras otra "piedra" decorándolo! :D

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya lo pensé en su día, pero ya no va a pasar, porque he tenido que quitarlo de la mesa del salón, porque me sacaban toda la arena las jodías! :D

      Eliminar
  2. Las tienes en acogida o te las vas a quedar?

    Vicent

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Solo las tengo en acogida, previsiblemente durante un mes o algo más. Lo cierto es que aunque disfruto mucho teniendo gatitos una temporada no soy yo muy de gatos.

      Eliminar