Llevo como un mes con Internet en casa. Hasta ahora usaba la conexión de un generoso vecino anónimo que dejaba su línea abierta, pero claro, me limitaba a leer mi correo, googlear y bloggear; nada de vídeos, pelis, música etc, porque la conexión no daba para más. Ahora me doy cuenta de que vivía anclada en el pasado en lo que respecta a las posibilidades que ofrece la red; tener mi propia línea ha abierto un nuevo mundo virtual ante mis ojos.
Uno de mis descubrimientos son los “TED talks”, vídeos de conferencias muy concisas (entre veinte, veinticinco minutos) y con mucha miga, sobre los más diversos temas: ciencias, asuntos globales, tecnología y desarrollo, entretenimiento... Estoy enganchada. Hace como una semana vi uno muy interesante que me ha dejado reflexionando: ¿Por qué somos felices?
A los dos minutos de la charla, el psicólogo Dan Gilbert plantea la siguiente pregunta; ¿Qué crees que te haría más feliz; ganar la lotería o convertirte en parapléjico? (Déjame pensar…) Está claro que la pregunta no podía tener una respuesta evidente, si no a qué formularla. Efectivamente los datos revelan que no existen diferencias significativas en las medidas de felicidad entre las personas que han ganado la lotería y las que han perdido la movilidad de sus piernas, un año después de pasar por estos acontecimientos tan diametralmente opuestos.
Los datos están ahí, pero es muy difícil no resistirse a creerlo. Gilbert dice que las personas tenemos un “sesgo de impacto” que nos hace creer que sucesos muy buenos o muy malos tendrán mayor trascendencia en nuestra vida de lo que luego resultan tener. Yo recuerdo cuando en la universidad estaba en época de exámenes, y llevaba dos, tres meses estudiando todos los días nosecuántas horas, acostándome a las tantas para luego levantarme temprano y seguir estudiando, sin salir –mucho- los fines de semana, y pensaba “Qué maravilla cuando acabe esto, no me lo voy a creer” Pero cuando por fin acababa, el éxtasis que había anticipado no aparecía por ningún lado, por más que me esforzara en convocarlo. Y me quedaba con una sensación de… estafa, como diciendo “¿y dónde está toda esa felicidad que me corresponde? ¡Venga, tengo que estar pletórica; soy libre!…”. Ni siquiera cuando acabé la carrera me sentí tan extasiada como anticipaba.
El lado positivo es que también los acontecimientos negativos tienen menos impacto de lo que anticipamos, gracias a un “sistema inmunológico psicológico” que, según Gilbert, nos ayuda a cambiar nuestra perspectiva del mundo para poder sentirnos mejor en él, y así nos creamos una felicidad a medida, una “felicidad sintética”. Es lo que nos sucede cuando razonamos que quizás fue para mejor que se acabara nuestra relación con aquella pareja con quien creíamos que íbamos a compartir el resto de nuestra vida, quizás tener hijos, envejecer juntos… Vale que lo pasamos fatal al principio, pero en realidad no nos convenía, y seguramente nunca hubiéramos podido ser felices a su lado.
Pero todos consideramos la “felicidad sintética” de calidad inferior a la felicidad “natural”, y pensamos con cinismo; “Si claro; no teníais tanto en común, y te diste cuenta justo cuando te largó.” No queremos creer que no conseguir lo que queremos nos puede hacer tan felices como conseguirlo, pero parece que así son las cosas.
En una última vuelta de tuerca, Gilbert explica y demuestra de manera elegante e irrebatible cómo no sólo este sistema inmunológico que sintetiza felicidad funciona a las mil maravillas, y no existe diferencia alguna entre la “felicidad natural” y la “felicidad sintética”, sino que además funciona mejor cuando estamos “atrapados” en una situación, cuando no podemos cambiarla. Cuando tenemos opciones nuestra mente se debate, se cuestiona todo, buscando pros y contras: “¿Es este trabajo bueno para mí? ¿No sería mejor este otro; más estimulante? Claro, pero en este, aunque sea anodino, el horario no está mal, y ese otro… vale, bien remunerado pero tendría un horario esclavizante…” Y entonces dudamos, y la duda crea infelicidad.
Es muy duro dar crédito a esto, porque prácticamente significa que la libertad pone trabas a nuestra felicidad. Y supongo que la razón por la que me he quedado colgada de esta charla, es que justamente estoy pasando por un periodo de “revisión”, de cuestionarme algunos aspectos de mi vida, de plantearme alternativas… y me jode soberanamente pensar que quizás, creyendo que estoy trabajando por mi felicidad, podría estar de hecho saboteándola.
De acuerdo en que es mejor cuando no tenemos opciones, qué nunca sabremos cual hubiera sido la mejor opción, pero yo sí soy feliz cuando acabo los exámenes o cuando no vengo a trabajar o cuando acabo cualquier cosa que tiene obligatoriamente mi mente ocupada.
ResponderEliminarHas tambaleado los cimientos mas profundos de mi estabilidad emocional.
ResponderEliminarHaz el favor de volver a fumar chismines.
¿Y a ti no te hubiera gustado hacerte psicóloga? ;-)
ResponderEliminarMi último descubrimiento son los podcast. Descargo compulsivamente de todos los temas y cualquier día voy a dar tres vueltas a la línea 6
Muy interesante, da que pensar..¿eh? Creo que todos hemos pensado alguna vez sobre ello... Ya lo decía Corcobado, la libertad es la cárcel más grande.
ResponderEliminarbueno esto me ha recordado a una frase ke dice mi amigo y compañero de piso, Pepe.. el dice ke prefiere no leer ni libros ni nada porque sino eso le generarian mas dudas, kerria saber mas con lo cual estaría inquieto y no seria feliz... ahi es ná!!! vale ke es una estupidez y todo lo que querais pero en el fondo no esta tan mal la teoria.... jejejeje
ResponderEliminar"De acuerdo que es mejor cuando no tenemos opciones" ¡Joder, todavía me chirría esto!¡Es que es una putada! ¿no?
ResponderEliminarDavidiego, qué bien que tú sí sepas apreciar las alegrías de la vida. Yo no es que no las aprecie; es que a menudo no son tan espectaculares como las anticipaba.
Vicent; ironía, ¿no? Qué jodío. :)
Sí, los chismines dan felicidad sintética, pero obnubilan la razón... ¡lo que me faltaba!
Anónimo, veo que me conoces.
Lo de los podcasts a ver si me lo aprendo; sugiéreme alguno. Lo malo es que no tengo MP3, ipod ni na de eso. Lo perdí -pero podría ser hora de agenciarse uno.
Atlanta; yo todavía estoy pensando cómo encontrarle la vuelta para no creérmelo; llegaré, llegaré... :D
Danny, como dicen en inglés "Ignorance is a bliss", la ignorancia es una bencición. ¡¡¡¡Pero me resistoooooo!!!!!
Por cierto ¡¿Qué horas son estas?! ¡Si es que eres un crápula!
La ironía es una de las mejores maneras de encarar las cosas, al menos te ries...
ResponderEliminarPor cierto, mi mente analitica de virgo no me deja descansar si no te lo pregunto: Cada mes retocas la pintura de la planta en la pared o ya existe un desfase irremediable?
:.)
¡Qué pregunta más peculiar! ¿Te imaginas que te dijera que la retoco cada mes? Eso sería un poco extraño tirando a friki, ¿no? Sería como retocar un retrato con el transcurso del tiempo, añadiendo arrugas, canas... Interesante, pero muy raro. Pero sí que es verdad que a veces comparo siluetas y veo cómo ha cambiado.
ResponderEliminarSiempre puedes colorear los cambios en otros tonos, terminarias creando un mural curioso, o no?
ResponderEliminar:.)
Y sí, sería friki de cojones...
ResponderEliminarFelicidad sintética?... claro. Todo lo es.
ResponderEliminarPara empezar habría que aclarar qué idea tenemos sobre ser feliz. Qué es la felicidad? Os habéis hecho alguna vez "profundamente" esa pregunta?
En general, en la respuesta a esa pregunta, están las bases de la infelicidad de cada uno.
Yo soy un hombre feliz. No porque tenga más motivos que ninguno de vosotrasvosotros. Simplemente porque hace tiempo decidí serlo.
Yo tengo mi respuesta. Sintética, claro.
No resulta difícil ni hace daño aceptar que nuestra felicidad es sintética,prefabricada, digamos falsa, cuando se ha llegado a la conclusión de que todo es mentira.
Todo.
Sé que esto suena a rayos. Primero porque la palabra mentira ha tenido siempre muyyyy mala prensa, y sobre todo porque aceptar que nada es VERDAD... te deja sólo, sin asideros, desnudo frente al misterio. Y eso da mieeeedo.
Puede sonar cínico... pero es todo lo contrario.
En asuntos trascendentes, como la felicidad, la fe, el amor, la vida.... verdad y mentira son para mí términos intercambiables. Real y falso.... relativos.
Funcionamos con mentiras, porque las necesitamos. Lo jodido es que no aceptamos que es así.Incluso nuestra fe lo es. Mentira en el sentido de que la fe no deja de ser una elección. Creemos no por certezas si no por elecciónes. Por necesidades. Otra cosa es que seamos lo suficientemente valientes u honestos para reconocérnoslo a nosotros mismos. En realidad, en la vida, casi todo son elecciones.
Si aceptáramos que nuestra verdad es tan mentira como las mentiras de los otros todo sería mucho más sencillo. Se acabarían los fundamentalismos de todo tipo. (Podéis intercambiar las palabras verdad y mentira a vuestro gusto en este texto... la idea no cambia).
En fin, que una vez aceptado esto, es más sencillo encontrar y acomodarse en la felicidad.
Como digo, yo tengo mi respuesta. Mi respuesta de mentira, claro. Pero soy feliz. De momento. Cuando haga falta ya haré yo cambios en mis verdades.
suerte con las vuestras. Vuestras mentiras.
y,...por favor, sean ustedes felices. Lo digo de corazón.
viceversa.*
En esta conferencia se define “felicidad real” como la resultante de obtener lo que perseguíamos, y “felicidad sintética” la que se obtiene tras un proceso de “ajuste”, cuando no se consigue lo que se desea –o se obtiene justo lo contrario.
ResponderEliminarEntiendo lo que planteas cuando dices que “verdad y mentira son conceptos intercambiables”, porque la felicidad depende exclusivamente de procesos cognitivos subjetivos; de hecho esa es una de las conclusiones de la “TED talk”.
Pero lo que me resulta más sorprendente es la siguiente conclusión: que es más fácil llevar a cabo estos procesos cognitivos de “fabricación de felicidad” cuando tenemos una única opción, cuando no hay elección, porque cuando tenemos muchas opciones siempre nos quedará la duda de si elegimos la “opción correcta”. Y creo que esto es contrario a lo que intuitivamente creeríamos la mayoría de las personas.
De hecho al final de la charla el tipo este plantea la paradoja de que, si se nos planteara si preferimos A. Una situación en la que tenemos varias opciones a elegir la que más nos convenga o B. una única opción, la mayoría optaríamos por A, cuando de hecho es la situación en la que nos resultaría más difícil “construir nuestra felicidad”
No sé si me explico bien, pero te animo a ver la charla, porque no tiene desperdicio; son sólo veinte minutos y está presentada de una manera muy amena y con mucho humor –para eso los estadounidenses son geniales.
Podcasts... para empezar -por su variedad de temas- no están mal las secciones de Podcasts de la store de iTunes (son gratis). Ahí mismo, no tiene desperdicio iTunesU: conferencias, cursos, universitarios de todos los temas que puedas imaginar.
ResponderEliminarDefinitivamente...un gran amigo me instó a leer este artículo tuyo, precisamente porque se acordó de mí al leerlo y al leer mis notas en mi blog...jajaja tenemos tanto en común TODOS!...pero bueno fuera que todos los que están fuera de este círculo...también lo creyeran, habría menos frustaciones...definitivamente...si razonamos que tarde o temprano, algo nos hará felices, aunq inmediatamente nos cause dolor al hígado...
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