sábado, 28 de febrero de 2009

Bicicrítica


Una de las razones por las que me gustan las salidas mensuales de bicicrítica es el buen rollo que hay; como dice el cartel, es un paseo lúdico y festivo, y en la hora y media que suele durar no me quito la sonrisa de la cara; vaya sola o acompañada, siempre me alegro de haber ido.

Nos reunimos un pelotón de hasta mil bicis, bicis de todo tipo; de montaña, de carreras, plegables, de paseo, alguna de “dos pisos”, bicis en que el ciclista va tumbado, MBX, monociclos… incluso muchos patinadores se unen a la fiesta. Hay gente de todas las edades; hasta niños pequeños desde seis, siete años, se unen al pelotón, que va ocupando por completo algunas de las calles más emblemáticas del centro de Madrid –Gran Vía, el Paseo del Prado, Calle Alcalá…

Por un día hasta la policía municipal parece estar “de nuestro lado”; agentes motorizados e incluso en bicicleta nos cogen el relevo taponando las calles adyacentes para que pase el pelotón. Es una sensación muy escamante tener a los munipas “de amigos” cuando estás creando un pequeño caos por el centro de Madrid; algo así como ver leones y cebras bebiendo juntos en el mismo río.

Las reacciones de los conductores de coches ante este particular desfile son variadas. Con frecuencia nos increpan; vuelven estresados del curro con ganas de llegar a casa y no les hace mucha gracia tener que esperar diez, quince minutos con su semáforo en verde, para que pase todo el pelotón. Cuando nos pitan de mala hostia, para desarmarlos y a la vez no contagiarnos de su mal humor, fingimos creer que nos animan y nos unimos a sus pitidos tocando nuestros timbres y celebrándolo: “¡Bieeeeennnn!” Algunos ciclistas se acercan a los coches a informarles con una sonrisa, diciéndoles que es solo una vez al mes, y que “venga hombre, no es para tanto… ” También hay conductores que deciden tomárselo con buen humor, y nos pitan rítmicamente para mostrar su apoyo. Y se agradece.

Para los peatones es diferente porque no se ven perjudicados por el pelotón, así que sólo nos miran con curiosidad, y no falta quien pregunta: “Oye, ¿esto qué es?” Los ciclistas más proselitistas hasta llevan folletos para informar, pero la mayoría lo resumimos en una frase que voceamos desde la bici “¡Es una salida que hacemos todos los últimos jueves de mes!” Algunas personas en la calle, incluso desde sus ventanas, nos aplauden y nos animan, y el pelotón contesta con timbres y gritos de celebración.

300 ciudades alrededor del mundo tienen sus propias “Bicicríticas”. Desafortunadamente he sabido que en algunas de ellas, la celebración se ha convertido en una batalla en la que leones y cebras hace mucho dejaron de abrevar pacíficamente juntos; me entristece oírlo, porque si algún día la cosa empieza a ir por esos derroteros aquí, no tendré más remedio que dejar de participar. Por eso, aunque en cierto modo me alegra que en los casi dos años que llevo yendo, el pelotón haya pasado de unas trescientas personas a cerca de mil doscientas, también me preocupa, porque me da a mí que cuanto más gente se junte, más fácil es que se desmadre la cosa.

Ayer tuve la primera experiencia que me hizo temer que el día en que tenga que dejar de ir podría llegar antes de lo que me gustaría.

5 comentarios:

  1. Tiene pinta de ser muy ameno y entretenido.
    Un saludete

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  2. A ver, ¿soy la única a la que se lo parece, o eso suena irónico? o_0

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  3. ¿No habías dicho que ibas a contar lo que hábía pasado? Me había parecido leer que "lo dejabas para otro post"

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  4. La verdad es que "ameno y entretenido" para lo que cuentas sí, suena un poco raro. Suena más a un libro, por ejemplo.

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  5. Bueno, había pensado en contar una pequeña anécdota desagradable, empecé y lo dejé a medias porque me parecía que tal vez era mejor olvidarlo. Pero precisamente ayer leí lo que ya he escrito y lo mismo me animo.

    Eduardo, gracias por tu apoyo moral ;)

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