viernes, 28 de noviembre de 2008

El telendengue

Quique es el amo del “achiperrismo”; le encantan los cachivaches de todo tipo. Ir con él a la playa, por ejemplo, es impresionante; se lleva la esterilla, las cremas, la cometa, el balón, la super neverita, los “marinismos” -achiperres para submarinismo que incluyen neoprenos, guantes, cámara de fotos con funda sumergible etc. Y si toca, el Kayak. Su casa es como una furgoneta de estas de la CIA, porque es chiquitita pero tiene todos los aparatitos electrónicos con leds del mundo; apagas la luz y aquello parece un belén.

Hace unos días estaba hablando por teléfono con él, y de vez en cuando le oía que se le escapaba un “Huy…”, o un “Ah…” ahí entre medias de la conversación sin que viniera a cuento. Y le digo:

-Tío, ¿qué haces?

-Nada, es que me he comprado un electroestimulador para lo del cuello… veintisiete euros en el Lidl, que lo había estado mirando en Internet y no bajaban de ciento veinte o así, de verdad de verdad. Y lo tengo puesto ahora, y es que cuando te cambia de repente el calambrito, o de repente para, como que te asusta.

-¿Y cómo es; tipo el del anuncio para ponerte cachas que son como unos electrodos que se pegan y se mueven los músculos solos?

-Sí, de hecho tiene tres tipos de programas: de entrenamiento, de alivio de dolor -que es el que uso yo- y de relajación y masaje.

-Hala, cómo mola, ¿no?

-Pues la verdad es que sí, está guay…

Ni se me pasó por la cabeza dejar pasar la ocasión cuando ayer, estando en su casa, me propuso probar “el telendengue” y experimentar los “huyy…”, y los “ah” en primera persona; imposible reprimirlos, tan desprevenida te pillaban las sacudidas repentinas de hombros. Y un gusto.

Después de unos minutillos experimentando y disfrutando de aquello a Quique se le ocurrió la feliz idea: “Oye, esto tiene dos canales, así que me puedo poner yo otros electrodos y lo disfrutamos juntos” Y así estuvimos de cinco minutos en cinco minutos, con huys y ahs sincronizados, cambiando del programita de “amasamiento y pellizcos” al “masaje con el canto de las manos” al… hasta llegar a los cuarenta minutos de telendengue, cuando lo recomendado por sesión es de unos quince. Y no es que tuviéramos una conversación que interrumpíamos de vez en cuando para hacer algún comentario sobre el masajito, no; la actividad con la que nos estábamos entreteniendo era exclusivamente esa, y ese el único tema sobre el que hablábamos.

Confieso que me costó dejarlo para ver la peli que teníamos programada, y hasta le pedí una “última dosis” de cinco minutitos con la excusa de que el final había sido muy abrupto y necesitaba “hacerme a la idea”.

Esta semana que viene se va a Lanzarote y me ha dicho que me lo va a dejar hasta que vuelva… lo que me extraña es que no se lo lleve.

2 comentarios:

  1. yo también quiero ser achiperrista, me encanta esa palabra, yo también tengo cajones y trastero lleno de zaleos.

    yo tengo un electroestimulador, prestado, de los de verdad, de los que valen varías veces 120€ y la descarga que pegan en modo entrenamiento es descomunal, pero creo que nada sustituye unas manos que te lean con cariño y escriban descanso en mis contracturados músculos.

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  2. Hombre, donde estén los huys y ahs que te saquen unas manos cariñosas, que se quiten todos los "achiperres telendenguistas"! :D

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