lunes, 31 de enero de 2011

Impecune

(De in-2 y el lat. pecunĭa, dinero).
1. adj. Que no tiene dinero, bienes, etc.

Ayer estábamos Cari y yo desayunando en mi casa. Cari comentaba sus cuitas del verano pasado debidas a la algarabía de los gitanos en el parque hasta altas horas de la madrugada, que se colaba por sus ventanas y no le dejaba dormir.

-Hablé con mis vecinos gitanos y les expliqué la situación de muy buen rollo, y me juraron y perjuraron que iban a parar el cachondeo, pero aquello seguía. Ya al final del verano me di cuenta de que había dos clanes, y yo solo había hablado con uno. Joder -reflexiono en voz alta- esto es como: “etnografía de la escalera”...
-¡Etnografía de la escalera! Me gusta; me lo apunto. ¡Voy a llamar así a la categoría de “vecinos” de Cotidianas!

Cogí el cuaderno de sobremesa para apuntarlo, y al abrirlo vi una de las palabras que he adoptado recientemente, y  quise compartirla con ella:

-¡Impecune! –exclamé sin más explicación- Tía; ¿mola o no mola? ¿¡mola o no mola!?
-¡Sí, mola! -exclamó Cari enfáticamente en respuesta a mi pregunta.

Tras una pausa de apenas medio segundo, Cari y yo dijimos exactamente al mismo tiempo:

Cari: ¿Y existe?
Yo: ¡Y existe!

-¡Pero tía! –dije asombrada- A ver; ¿por qué? ¡¿Por qué diríamos eso ninguna de las dos?! Pero es que, las dos...
-Bueno -añadió Cari- para coincidencias flipantes, aquella de Las Necrosantas con Luis, ¿te acuerdas?

/continuará/

miércoles, 26 de enero de 2011

Finales misceláneos

En agosto de 2009 publicaba un post titulado "jabones", en el que básicamente contaba cómo había decidido dejar de comprar gel de ducha hasta acabar con mis existencias de jabones regalados y recogidos de hoteles. Llevaba ya seis largos meses haciéndolo, a pesar del pequeño sacrificio que me suponía; la razón de que tuviera tantos jabones distribuidos entre la ropa de los cajones de mi casa era ciertamente que prefiero usar gel –tanto para la ducha como para las manos. Pero había tomado una decisión ¡y no me iba a rendir hasta deshacer el último jabón sobre mi cuerpo serrano! En el post decía que estimaba tener para otros seis meses al menos... el tiempo demostró que me quedaba corta; la reserva de jabones duró hasta el septiembre pasado; ¡un total de dieciocho meses tirando de los jabones que tenía! No está mal, ¿eh?...

¿Y a qué viene esto? -quizás se pregunte más de un impertinente. Pues a que hay algunas historietas que he planteado en Cotidianas, que se me han quedado como “inconclusas”, y he pensado dedicar una entrada a poner al día a los lectores habituales, máxime cuando en la entrada que publiqué en su día prometía “seguir informando”.

Es el caso de un post que publiqué este pasado mes de octubre, en el que contaba cómo había conocido por fin a la dueña de la bici gemela de la mía. Después de un breve intercambio de frases tras el cual cada una habíamos tirado por nuestro lado, y ya de camino a casa, me surgió una hipótesis que me parecía plausible, y que me propuse contrastar: ¿Acaso era la madre de la bici gemela, profesora de inglés, como yo? Casi cuatro meses más tarde aquí estoy para cumplir mi palabra: A los pocos días de escribir aquel post volví a ver a Beatriz –que así se llama la madre de la gemela- descandando su bici. Me acerqué a ella para interrogarla al respecto, y me confirmó que efectivamente es profesora de idiomas de la EOI -hasta ahí como sospechaba –peeero, es profa de francés, no de inglés. Aún así me apunto un tanto por mis cualidades detectivescas, y que nadie ose ponerlas en entredicho.

 ¡Y uso la misma foto por tercera vez! Puedo...

Para el último final no tendremos que remontarnos tanto, puesto que se refiere a un par de entradas atrás. En el último párrafo del post planteaba las siguientes cuestiones: ¿recibirá este post o no un apabullante número de visitas por contener el “top ten” de los keywords de acceso? ¿Desbancará por fin a las malditas “Cucarachas”? A continuación -como en el post de la bici- prometía seguir informando. Pues os comunico que tras unos días de observación me he rendido a la evidencia; por alguna lógica googlera que no voy a esforzarme en desentrañar, los buscadores siguen aterrizando en las entradas originales, y ninguno en esa. Con lo cual, desafortunadamente, las cucarachas están en Cotidianas para quedarse; todo parece indicar que tendré que estrujarme más la mente si quiero desbancarlas...

(Pinchar en la imagen para ver la página a la que llegó el buscador)

lunes, 24 de enero de 2011

El póster

¿Os acordáis de mi vecino informático, ese vecino a quien os contaba que veía desde mi ventana a todas horas, sentado al ordenador? Pues ahí sigue el pobre; lo único que ha cambiado es su apodo. 

Cuando Federico estuvo aquí de visita el pasado noviembre, me pidió que le pusiera al día de la vida del edificio; él vivió en casa un par de meses, así que estaba al tanto de las cuitas vecinales. Al acabar el repaso de la evolución de los personajes que él ya conocía (la Alemana, la loca -rebautizada como la francesa- Jorge...) abrí las cortinas del salón, como si de un telón se tratara: “Y aquí te presento al nuevo fichaje. ¿Ves el póster que han puesto en el edificio de en frente? Es como una imagen fija; siempre está ahí sentado, a todas horas: la mano derecha cogiendo el ratón, la izquierda sobre el regazo...” Sin darme cuenta  acababa de re-bautizar al vecino informático, ya que Federico, en los días que estuvo en casa, no se refirió a él más que como “El poster”.

¿Y por qué vuelvo a sacarle a colación? Porque ayer dándome una vuelta por la red me encontré este GIF, que básicamente calca lo que adivino que es la vida de mi vecino. Al menos ahora ya no me da tanta pena, porque me doy cuenta de que no está solo, sino que es un espécimen más de lo que parece ser una gran tribu urbana (de interiores).

miércoles, 19 de enero de 2011

Top ten keywords

Supongo que podría ser calificado de cierto “ombliguismo”, pero me encanta mirar las estadísticas del blog de vez en cuando. Una de las cosas que más me entretienen son las keywords con las que la gente ha accedido a Cotidianas, o sea, las palabras que una persona pone en google (u otro buscador) y que les han acabado trayendo a este blog.

Al principio de ponerme el contador –que es solo la punta del iceberg de una amplia batería de estadísticas- me llamó muchísimo la atención la cantidad de gente que llegaba aquí con frases como: inyecciones dolorosas a niños en el culo, inyecciones en nalguita, lloré mucho por la inyección en mi culete, inyectar hierro en las nalgas... No entendía nada pero empecé a tener ciertas sospechas, así que me metí a investigar un poco... y efectivamente averigüé que había estado siendo visitada por hordas de fetichistas médicos; peña a quien le excitan los entornos médicos y los objetos y las prácticas relacionados con ellos. Y cito:

“Situaciones características incluyen exámenes íntimos como examen rectal, examen ginecológico, tomar la temperatura rectal, cateterismo, los enemas, las inyecciones, la inserción de supositorios, tazas menstruales, masaje prostático...”

La de cosas que se aprenden, madre mía.

También llega mucha gente a través de un post que escribí en mis primeros meses de andadura bloguera sobre una película/documental (¿Y tú qué sabes?) en la que sale un tipo llamado Joe Dispenza, contando sus pajas mentales sobre cómo programar tu día mentalmente para hacer que pasen las cosas que quieres, sobre las casualidades que no son tal etc. Por aquellos entonces llegué a creérmelo un poco. Aún me lo creo un poco un poco.

Recientemente también han llegado muchas personas que buscaban Mundo fantástico, sex shop Atocha, o Airgamboys... y me resulta muy curioso, porque cuando escribí estos posts, jamás se me pasó por la cabeza el tirón que podrían llegar a tener. Aunque la verdad es que no creo que las personas que llegan así a Cotidianas se conviertan en lectores; más bien pienso que la mayoría se va por donde ha venido, no siempre encontrando la respuesta que buscaba.

Otros ejemplos divertentes de búsquedas -enlazada cada una al post al que la persona aterrizó:
Oxímoron (de estos entran mogollón)
Coger con pepinos (Este era argentino. Por lo de coger, digo, porque si no la preposición, de qué)

(Y bueno, otra cosa que he aprendido disponiendo de una muestra tan amplia de búsquedas, es el estilo de buscar en google que tiene la gente. Y he llegado a la conclusión de que hay un poco de “analfabetismo googliano”; la peña escribe frases enteras con sus preposiciones y su todo, como si formularan un deseo a un genio maravilloso; no acaban de pillar el rollo.)

Llevaba tiempo con ganas de contar esto aquí, porque me parece muy curioso todo, y muy interesante, y anoche, cuando empezó la cosa a tomar forma en mi cabeza, se me ocurrió: quizás un post que contuviera todas esas keywords “ganadoras” sería el post más leído de Cotidianas, ¿no? ¿No tiene eso sentido? Entonces apareció ya ahí mi curiosidad y mi afán científico... con un valor añadido: ¿Podría este post superar de una puñetera vez al post más visitado de mi blog de todos los tiempos, “Cucarachas”? Porque me hiere profundamente que con las historias y los posts tan respetables y dinnos que he escrito, sea ese por el que acabe pasando a la posteridad –maldita sea mi suerte.

Se admiten apuestas (en gallifantes): ¿recibirá este post o no un apabullante número de visitas por contener el “top ten” de los keywords de acceso? ¿Desbancará por fin a las malditas “Cucarachas”? Os mantendré informados.

lunes, 17 de enero de 2011

El gran estuche móvil cósmico

¿Recuerdas la última vez que compraste un bolígrafo o un lápiz? Si contestas afirmativamente, perteneces a una pequeña minoría de humanos que lo hacen; los demás sencillamente nos los encontramos.

Debido a mi curro me encuentro bolis o lápices en mi camino constantemente; en las aulas, en la sala de profes... y no es que los mangue, simplemente los cojo. Necesito escribir algo, veo un instrumento de escritura abandonado, y me hago con él. Y lo cierto es que no suele durarme demasiado, porque al día siguiente soy yo quien lo deja sobre la mesa de la sala de profes, y alguien que lo necesita hace lo mismo que hice yo el día anterior; es lo que yo vengo a denominar el ciclo de los instrumentos de escritura. Es como si existiera un “estuche móvil cósmico” que todos compartimos; ¿no es bonito pensarlo así?

Pero a ver, no puedo insistir demasiado en que yo no soy ninguna choriza: en primer lugar, no se me ocurriría coger un boli/lápiz sabiendo quién es su dueño. Ni uno que sea obviamente caro. Los bolis que adopto temporalmente suelen ser como mucho bolis bic –no mordisqueados, eso sí- bolis de publicidad...  en general bolis cuando menos mediocres. A veces me llevo una agradable sorpresa, y el cutre-boli que cojo para hacerme un apaño escribe que da gusto, y claro, entonces ya lo secuestro definitivamente y me lo llevo a casa con la aviesa intención de que pase a formar parte de mi “colección privada”. O me encuentro un boli pilot rosa fucsia monísimo abandonado sobre una mesa al final de la jornada, cuando ya se ha pirado todo el mundo, y antes de que se lo lleve otr@, pues me lo llevo yo. Lo mismo me pasa cuando se cruza en mi camino un lápiz largo al que prácticamente le han sacado punta una sola vez... porque es que a mí los lápices largos y nuevitos me chiflan.

El caso es que por diversas razones, el boli o lápiz que ha llegado a mis manos puede también acabar estancado en un portalápices de mi casa, desde donde al cabo de unos meses es trasladado a mi caja de las pinturas -una caja de esas antiguas de cola-cao que teníamos en casa cuando yo era pequeña y de la que me apropié cual buitre en cuanto se despistaron mis hermanos. Y que a ellos les dio más bien igual, todo sea dicho. A lo que íbamos; los lápices por ejemplo, después de usarlos un tiempo, en cuanto bajan de unos quince centímetros, pues los jubilo y empiezo con otro. Me da un poco de pena, porque es como si yo hubiera disfrutado lo mejor de su vida, y los abandonara cuando ya no son tan guay... bueno, de hecho eso es exactamente lo que hago. Y los bolis... pues en cuanto me hago con uno que escribe mejor o es más chulo, o es más nuevo... ¡a la caja de las pinturas con el viejo!


Pero este finde me he dado cuenta del gran drama del que estoy siendo responsable, y he decidido enmendar la situación... ¡voy a liberar todos esos lápices y bolis condenados a la estéril oscuridad de mi caja de las pinturas! Es más, os arengo a todos, oh lectores: ¡Regresemos aquellos lápices y bolis que no utilizamos a la circulación; al ciclo de los instrumentos de escritura! ...¡¡Devolvámoslos la vida!!

Yo ya tengo mi hatillo preparado, y hoy voy a liberar  los que obran en mi poder en la sala de profesores, poniéndolos a disposición de mis colegas escribientes. Seguro que no tardan en desaparecer; en unirse a ese gran recurso que nos pertenece a todos, y a la vez no nos pertenece a nadie; el gran estuche móvil cósmico.

martes, 11 de enero de 2011

11.1.11

 Palito palito,  palito,  palito palito.

O en morse:

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O en propósito:


Mi relación con la nicotina es bastante irregular. Me inicié relativamente tarde en el hábito, y desde entonces lo he dejado y vuelto a coger infinidad de veces. 

La cosa siempre es igual;  lo dejo después de meses de estar asqueada de la adicción.  Cuando ya ha pasado un tiempo prudencial y estoy confiada, me fumo unas caladitas un día que salgo... y ya estoy perdida. Una vez que rompo la abstinencia es como si me hubiera sentado en la cima de un tobogán; cuando me quiero dar cuenta.... ¡¡Fiiiiuuummm...!! y ya estoy fumando de nuevo. La bajada puede durar más o menos, pero cada vez voy cruzando más límites que me había auto-impuesto, inventando más excepciones o excusas... y ya estoy comprando tabaco otra vez. No llego a fumar mucho, pero más de lo que me gustaría.

Pues sí, a veces soy fumadora. Y la verdad es que estoy mucho más satisfecha conmigo misma cuando no lo soy, dónde va a parar.

Esta última vez que lo dejé, en el solsticio de verano, decidí llevar un "diario de dejar de fumar", que me sirviera de refuerzo en los primeros días, y de registro de mis recaídas -que me olía yo que las iba a haber. Y  estas navidades desafortunadamente ha sucedido.

El domingo me vio Iñaki fumando: "Tú y yo parece que nos turnamos para fumar" -me dijo. Él tiene una relación similar con el tabaco, y lo dejó el uno de enero. Y claro, yo me vi a mi misma otra vez como el año pasado por estas fechas, de fumadora culpable y envidiándole a él por no fumar ... ¡Y NO QUIERO, MALDITA SEA!

Así que he decidido obrar el milagro; detener la caída y "dejarlo" otra vez, antes de volver a empezar. Anoche me fumé el de la despedida y esta mañana me he exorcizado en mi "diario de dejar de fumar". Y aunque me hubiera gustado dejarlo el  uno de enero (1.1.11) y se me ha pasado la fecha redonda -o más bien la fecha palito (juas)-  pues he pensado, "Ah mira, si hoy también es un día memorable; 11.1.11"

Elegí un buen día para dejar de fumar.

domingo, 9 de enero de 2011

Se acabó lo bueno

Acabo de terminar de ver el último episodio de "Cómo conocí a vuestra madre” disponible en internet. Hoy me he hecho una mini-maratón de los diez últimos episodios; lo he hecho a conciencia, quería acabármela  como despedida de mis vacaciones de navidad.

Empecé a ver esta serie el 18 de Diciembre – lo sé porque acabo de mirar en un post de entonces en el que lo mencionaba- sin grandes esperanzas, claramente deslumbrada por la que me acababa de terminar: “The Big Bang theory”. Pero a partir del segundo episodio empecé a cogerle el tranquillo... y no he podido dejar de consumirla hasta que me la he finiquitado. La serie tiene seis temporadas, y un total de 126 episodios que me visto en tres semanas, lo cual supone una media de seis episodios al día, a 20 minutos cada episodio... ¡dos horas al día! -dos horas al día de reírme y de pasar un muy buen rato.

Ahora ya sólo me queda despedirme de la serie –aún no he reunido el coraje para quitarla de Marcadores- y de mis vacaciones. Mañana vuelvo a currar, lo sé y lo acepto, porque estas han sido unas navidades fantásticas; tranquilas, agradables y muy, muy disfrutadas.

Os dejo con Barney, el playboy de la serie en cuestión, primero felicitando las navidades, y después cantando unos entrañables villancicos navideños. Para el segundo vídeo, mejor si entendéis ingles, claro...


(¡Treinta y dos segundos!)

martes, 4 de enero de 2011

Embelleciendo interruptores

Como os dije hace un par de posts, intelectual no estaré, pero creativo-artística, un rato. Esto es algo que va y viene, como las olas del mar, así que cuando toca -creatividad o intelectualismo- hay que aprovecharlo.

Mi casa está llena de estos detalles que se me ocurren en épocas creativas y que si tengo tiempo y ganas, pongo en práctica -se resume fácilmente en lo que doy en llamar la ecuación d=c+t+g ¿Un par de ejemplos? Una silueta en la base de la lámpara del techo imitando a esas de vinilo que cuestan un ojo de la cara, por lo que cuesta un rollo de iron-fix rojo (tres euros como mucho) 


O el embellecedor del interruptor del baño que pinté en un pis-pas un día que me dio por ahí...


Una tarde del principio de estas vacaciones navideñas estaba yo tirada en el sofá cuando mi mirada se posó el interruptor del salón, y me dije... eso no se puede quedar así. Y no sé muy bien cómo funciona esto de las ideas, porque sin que mediara ningún proceso consciente, lo vi; una idea sencilla, y fácil de ejecutar –y que además armonizaba estupendamente con la silueta del techo. Para que no se me olvidara dibujé un esbozo en mi cuaderno.


Y hoy, cuando la conjunción t+g se ha producido -la c ya la tenía hecha de antes- con monedas de distintos tamaños, un mantel individual de plástico blanco que ya no usaba, lápiz y tijeras... ¡voila! Aquí tenéis el resultado.

Y así es como lucen los mis dos embellecidos interruptores, en paz y armonía. Queda... como muy navideño, ¿no?
Para que luego no diga Cari que no se me nota en el blog que estoy creativa. No te...