jueves, 31 de mayo de 2012

Bike love

Me encantan las bicis. Bueno, me encanta mi bici. O bueno, me encanta montar en bici, en mi bici. Serán las endorfinas que libera hacer ejercicio y que yo las tengo ya relacionadas con mi cabalgadura, pero a veces me da la sensación de que estoy enamorada de ella. 

Además me encanta la independencia que me da para trasladarme por la ciudad, el gasto prácticamente nulo que me me supone, cómo me esculpe las posaderas... el otro día me lo recordó un negro de Lavapiés cuando pasé delante de él montando en bici: "¡Qué buenos glúteos!" me dice el menda -me partía.

Siempre que oigo una bici miro para ver quién la monta, cómo es la bici -plegable, de montaña, de carreras, de paseo, de piñón fijo...- y cada vez hay más ocasiones en que tengo que girar la cabeza para mirar, porque cada vez hay más, y eso también me encanta. Parece que ya no vale la sempiterna excusa de que Madrid no es una ciudad para bicis, que tiene demasiadas cuestas... yo ya tengo unos cuantos años y me las galopo todas a lomos de mi burra sin más ni más, así que menos tontería y a pedalear, hombre ya!

Mi barrio es una de las zonas de la capital en que más bicis hay; muchos aparcabicis están petados y cada vez más farolas y árboles tienen su acompañante de dos ruedas. Las bicis empiezan a habitar también paredes, suelos y puertas; aquí os dejo algunas que he ido recopilando:


Se han comido la s final

Aquí ya no







Esta tarde de hecho tengo bici crítica; una salida mensual que se hace en varias ciudades del mundo. En Madrid es el último jueves del mes, saliendo desde Cibeles; el recorrido se va improvisando. ¡Daré unas pedaladas a vuestra salud! ;)

PS: El sábado que viene, para los más osados... ¡ciclonudista!

miércoles, 30 de mayo de 2012

Timo y Baloo

Timo era un gatito muy tímido (acabo de darme cuenta de que quizás su nombre venía de ahí) y no me dejó acercarme a él durante al menos la primera semana en que estuvo viviendo en casa. Luego, poco a poco fue tomando algo de confianza, y de vez en cuando venía a que le hiciera unos mimos; y al tío vaya si le gustaba; acababa retorciéndose por el suelo panza arriba, ronroneando como una locomotora.

Pero eso no quería decir que la siguiente vez que intentara acercarme a él se fuera a dejar acariciar; el muy jodío salía zumbando como diciendo: "¿¿Pero tú qué haacees?? ¡No te confuuundas!". El decidía dónde y cuándo. Todos, incluido el profesor de mi academia que acabó adoptándolo, sospechamos algún trauma de sus primeros meses callejeros. Eso sí, tenía una cara preciosa, espabilada y muy dulce -a veces me parecía cara más bien de gatita.



Su hermano Baloo era un gato muy, muy bueno. De hecho aprobó la "prueba de la bondad" que le hicieron las chicas que acabaron adoptándolo, consistente en coger en brazos al gatito y ponerlo boca arriba; si se dejaba, prueba superada. Baloo se quedó tan pancho, como diciendo, "¿y ahora qué?"

Como todo gatito era juguetón y trasto, pero era cariñosísimo. Desde muy pronto, al contrario que Timo, él en seguida me dejó acariciarle. Muchas veces se acercaba desde la otra punta del salón cuando yo estaba intentando hacerme amiga de su hermanito, pidiendo su parte correspondiente de mimos.




He oído en varias ocasiones cómo a las mamás dicen que disfrutan viendo a sus bebés dormir; ver a Timo y Baloo durmiendo juntos debía de despertar mi instinto maternal, porque no me cansaba de mirarles -además era una de las pocas ocasiones en que estaban lo suficientemente quietos como para poder hacerles fotos que no salieran movidas. Había que verlos; eran irresistibles, así de buenos amiguitos, tan bien avenidos...


A veces adoptaban unas posturas muy cómicas.

"Joooeee, ya está la pesá esta con la camarita"
Ahora, verles jugar... eso sí que era divertido; yo no necesitaba más. Me sentaba a observarles y se me pasaba el tiempo sin darme cuenta; cualquier cosa les valía. Como la vez que les puse la bola de discoteca al sol y estuvieron un rato laargo los dos afanados persiguiendo con gran determinación los reflejos que se proyectaban en el suelo y paredes... ¡eran la bomba! Aquí os dejo el vídeo, uno de esos que, como decía en el anterior post, despiertan mi nostalgia.


Me dio penita que no fueran adoptados juntos, y me sentí fatal cuando se llevaron a Baloo y se quedó Timo solito un día, aunque creo que lo pasé yo peor que él. Pero estoy contenta porque los dos tuvieron la gran suerte de ir a vivir con familias en las que había otros coleguillas gatunos con los que compartir sueños y juegos, y sé que las personas que adoptaron a cada uno de ellos les cuidan y les quieren con locura como ellos merecen.

lunes, 28 de mayo de 2012

Vídeos para la nostalgia

Soy fan namber guan de hacer vídeos cortos con la cámara de fotos; basta un minuto para recoger el espíritu del momento; una vista de 180º desde la cima de una montaña, todo naturaleza, con un viento inclemente, o de una plaza de un pueblo o una ciudad, sonando unas campanadas de fondo y el murmullo de la gente hablando,  o un horizonte de mar, con las olas yendo y viniendo con su monótona cadencia, y el rumor del agua... No hace falta que el vídeo sea nada espectacular para ser un valioso testigo "vivo" del momento.

Los siguientes son solo un par de tantos otros:




Y los vídeos de animalillos con los que he tenido el gusto de compartir casa -ya sean hurones o gatitos... no tienen precio. Anoche en un arranque de nostalgia estuve viendo algunos de Flecha que publiqué en Cotidianas, de cuando aún era una huroncita joven y saltarina - Ya tiene 6 añazos; está en la tercera edad. Disfruté como una enana viéndola "adolescente" jugando como una posesa en mi cama, saltando, corriendo, llena de energía, y escondiéndose detrás de la almohada con la boca abierta de par en par, o trepándose por mis pantalones cuando tenía meses, como si fuera más bien una araña regordita, o jugando al escondite con Yoda, el primer gatito que tuve en acogida... 

Después me pasé al género minino, y me puse a ver aquel vídeo de los hermanitos Velcro y Vega, en que Velcro mamaba de Vega como tenía costumbre de hacer, y ella ronroneaba de placer... Y entonces me acordé de Timo y Baloo, otros hermanitos felinos que pasaron por casa en septiembre del año pasado... ¡a quienes nunca llegué a dedicar una entrada! ¡con lo soletes que eran, y los ratos tan buenos que pasé observándoles!

Así que... ¡adivinad qué toca para el póximo post!

sábado, 19 de mayo de 2012

Frascos etiqueta negra

Últimamente habréis notado que me ha dado fuerte una vena creativa y no paro de hacer todo tipo de manualidades. Siempre me ha gustado hacer mis cosillas, y como sabéis los habituales de Cotidianas, sobre todo me pirra cuando para la elaboración de la obra puedo aprovechar y reciclar materiales que ya tengo por casa -eso de pensar que mi creación ha salido de un bote de plástico que iba a ir a la basura, de unos pantalones ya desechados o de un guante encontrado en la calle, me produce una gran satisfacción -y no me esfuerzo lo más mínimo en ocultarlo cuando escribo el correspondiente "post de alarde", faltaría más. 

Dicha satisfacción no os penséis que acaba con escribir el post; en los días siguientes a elaborar mis creaciones contemplo la criatura cada dos por tres, amartelada, como si hubiera salido de mis mismas entrañas. Y es que a mí como al que más, me gusta tener cosas "nuevas"; cosas que quizás incluso necesitaba... y mucho más me gusta no haber tenido que comprarlas, sino haber podido hacérmelas yo misma, entre otras cosas porque la mayoría de las veces ¡me sale gratis! Como leí en un blog recientemente, las manualidades pueden ser una manera barata y entretenida de "hacerle la pirula" al capitalismo.

Crafts can be a cheap and fun way to cheat on capitalism
Confieso sin embargo, que para mi última creación -frascos etiqueta negra- tuve que hacer un pequeño desembolso de 15€; lo que me costó la pintura para pizarra que necesitaba; pero ¡qué diantres!, es una inversión mínima para un hobby que me reporta tanta ventura... y seguro que la saco provecho en sucesivas ocasiones.

Os cuento; para la elaboración de mis frascos etiqueta negra necesité

- Un humilde frasco de cristal
- Pintura de pizarra
- Cinta de carrocero o de pintor
- Un rodillo, pincel o esponja. (Yo utilicé una esponja porque es mejor que el pincel al no dejar pinceladas visibles. El rodillo probablemente daría mejor acabado, pero luego hay que limpiarlo y es un rollo; la esponja sin embargo la tiro al acabar y listo.)

Delimitamos sobre el frasco la ventanita que vamos a pintar, que se convertirá en etiqueta.


Damos una capa de pintura y dejamos secar. Para la segunda capa esperar 24 hs. -eso quien tenga paciencia que no es mi caso; yo espero tres o cuatro horas y le doy otra mano.

Esperamos un tiempo prudencial (o medianamente prudencial) para que esté seco, retiramos la cinta de carrocero, ¡y listo!

Ya solo queda escribir en la etiqueta el contenido del frasco con tiza. También se puede usar uno de esos rotus para escribir sobre cristal, ya que su tinta es sencillamente tiza líquida y se borra con facilidad pasándole un paño con agua, pero es más resistente al tacto que la tiza normal.


Chulo, ¿eh? ;) Pues hala, ¡a luchar contra el capitalismo haciéndonos unos cuantos! Si te animas, te dejo la pintura.

viernes, 4 de mayo de 2012

Los carroñeros de la crisis

Esta mañana me topaba en Menéame con la siguiente noticia: Empleados y directores de bancos denuncian un trato de menosprecio, insultos y agresiones por parte de clientes. En la entradilla explicaba que este trato se daba ya fuese porque les negaban un crédito para la supervivencia de su empresa o porque les habían vendido participaciones preferentes.

Nos ha jodido, y esas son solo un par de razones por las que odiar a los bancos y a sus mensajeros. Como decía uno de los comentarios:
"Los directores y subdirectores de las oficinas sabian lo que vendian cuando vendieron preferentes... ahora el cliente va y le dicen "Uy! que cosas, has perdido todo tu dinero por hacernos caso, como mínimo hasta de aquí mil años no lo recuperas... que le vamos a hacer... ¿quieres un prestamo? ¿tienes vivienda en propiedad?" 
Y continuaba...
Yo considero no solo que es normal que los insulten... debería ser obligatorio que llevaran brazaletes o algo por la calle para que pudieran ser insultados por la ciudadanía."
En mi barrio comparten opinión, coma más, coma menos; piensan que los bancos son la encarnación de todos los males, y están empezando a decírselo de las formas más creativas, y no siempre sutiles.




No se libra ni uno; bancos, cajas de ahorros... .


Esta última foto es de la sucursal del Caja Madrid de la Plaza de Lavapiés; llevo viviendo en el barrio casi veinte años y siempre ha estado ahí. Hoy he visto que la han blindado poniendo rejas en todos los ventanales -deben de verse venir algo gordo, y con razón.

Por ahí anda uno que va dando ideas para vengarnos de estos buitres carroñeros, para darles donde más les duele, pero solo es aplicable a aquellos afortunados que aún tengan ahorros...


...que obviamente no es mi caso -yo tengo una cadena perpetua en forma de hipoteca de por vida.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Happy gloves y G-love

En la entrada en que daba por clausurado mi "proyecto guante" pedía la colaboración de los lectores para sugerirme qué hacer con tanto guante desparejado -esto fue antes de sumergirme en el mundo de "glove love". Jumento Acera, "recogió el guante" (jejeje) y supongo que tras googlear un poco, encontró en nuestra amada Internete una idea fabulosa para la cual me dejó un enlace -¡muchas gracias! ;)

Tirando del hilo llegué al origen de la idea, "Happy gloves", un libro fantástico en el que su autora, Miyako Kanamori,  hace todo tipo de animalitos de trapo con guantes. Para la elaboración de la mayoría de sus ideas se necesita la pareja, pero no para el que Jumento me mandó, una simpática ardillita que se puede hacer con un guante huérfano. Desde el momento que pinché en el enlace y vi el animalillo, supe que me haría uno más pronto que tarde -de hecho al día siguiente ya estaba manos a la obra.

Aunque mis modestos conocimientos zoológicos son suficientes para saber que estos bichejos suelen ser marrones, rojizos o a lo sumo grisaceos, decidí ignorar la realidad y utilizar para la labor mi primer guante encontrado, con el que comencé mi periplo por los caminos del glove love, que como ya he dicho por aquí en un par de ocasiones, era color aguamarina. Al menos los daltónicos apenas notarán la diferencia con el marrón...

 En fin, que siguiendo los pasos de Miyako Kanamori, así es como elaboré mi ardillita:

Para coser todas las piezas deshice el puño un poco (que no se necesita para el muñeco) y utilicé la lana para que las costuras fueran totalmente invisibles.
 Y así, cose que te cose,
une que te une... ¡Voilà! ¡Os presento a G-Love! *


Mola, ¿eh? Oye, ¿y qué tal os suena como idea para un negocio?: "¿Has perdido uno de tus guantes favoritos y te resistes a tirar el otro? ¡Yo te hago un animalillo con el guante huérfano, por el módico precio de..." En estos tiempos que corren no está de más pensar en estas cosas.

¿Y con el puño que me sobró? ¡Aquí no se desaprovecha nada, faltaría más! Lo desdoblé y lo utilicé para hacerme una funda para mi móvil nuevo, con la que estoy entusiasmada:


¡Toma ya! Y si esto no es reciclaje y aprovechamiento eficaz de los recursos, no sé qué lo es.

*G-Love es también el nombre de un cantante que me mola.