lunes, 5 de enero de 2009

Una cosa cada día

Estas navidades me he propuesto tirar al menos una cosa cada día. Es fácil; hurgo por algunos cajones, por los armarios, y siempre aparece algo de lo que podría prescindir perfectamente, que hasta había olvidado tener. Algo que no significa nada para mí, que no voy a echar de menos y que lo único que hace es ocupar espacio. Al principio cuesta un poquillo tomar la decisión de deshacerte de las cosas, pero hacerlo produce tanta satisfacción, que cada vez cuesta menos y lo haces con más ganas. Hasta ahora he tirado revistas, cosas de maquillaje, especias pasadas, adornitos, algún electrodoméstico, fotos mal hechas que aún guardaba, negativos, cajas de CDs…

En realidad nunca he sido de acumular demasiadas cosas porque siempre he vivido en casas pequeñas, y me agobian los espacios abarrotados. Luego además, hace unos años “me hice del Feng-shui” y una de las cosas que te dice es que no a los corotos. (Los corotos son los trastos, los objetos inútiles. Uno de mis libros del Feng Shui estaba traducido al “venezolano” y utilizaba esa palabra, que me moló y desde entonces la uso). El caso es que el Feng-shui dice que no hay que acumular, porque los corotos hacen que la energía se estanque, y que es bueno deshacerse de lo viejo y no deseado para dejar espacio para lo nuevo y deseado. Y como suena bien, pues me apunto y eso que me llevo, ¿no? También el Zen aconseja no acumular pertenencias, así que ¿para qué más, yo que voy de aprendiz de buda?

Además de mi disposición anti-acumulativa y del Feng-shui y el Zen, no sé qué pasa en mi entorno que a varios nos ha dado por deshacernos de cosas -a Quique y sus achiperres aún no, of course. A algunos ha sido porque han hecho mudanza, y una mudanza es la ocasión perfecta para deshacerte de corotos y quitarte las ganas de acumular más. A los demás, yo qué sé, a lo mejor porque nos tocaba ya después de tantos años acumulando.

El caso es que estamos todos intentando deshacernos de cosas colocándoselas a los demás. A veces funciona estupendamente, como con los “mercadillos de ropa” que montamos, pero otras veces no es tan fácil: “Oye, ¿A ti no te vendrían bien unos tuppers?” “Huy nooo, qué va… ya tengo dos. Por cierto, ¿no te interesarán a ti unos portavelas de cristal de Ikea muy chulos…?”

Vamos, que cuando alguien te acepta alguno de tus corotos, te sientes genuinamente agradecida, porque el favor te lo está haciendo a ti.

4 comentarios:

  1. uff, qué duro!
    hace 15 meses hicimos mudanza y muchas cosas quedaron atrás, pero alguna hay ya...
    espero no ser nunca un coroto..

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  2. yo como soy pobre pocas cosas me sobran pero vamos ke tp soy de figuritas de cristal recojepolvo..

    cierto es que la casa de mis padres esta lleno de corotos mios y ya se encarga mi madre de recordarmelo con cierta asiduidad... lo mismo le roba energia y eso se nota en la factura de fenosa... ea coño... ke feng shui ni ke zen... ke es una putada tener mazo trastos ke no sirve pa´ na...

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  3. Pues eso esta muy bien.
    No es bueno ir acumulando trastos que no sirven para nada.
    Un saludete

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  4. Ya, yo también espero no ser nunca un coroto... es que es una palabra muy descriptiva, ¿no? Por eso me gusta.

    Bueno Dani, tú espérate unos añitos y ya verás cómo acumulas. Efectivamente, a mí también me ha traído mamá mis corotos que había dejado "olvidados" en casa. Putadilla...

    Pues sí, no es bueno acumular trastos, es lo que digo. Un saludete.

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