sábado, 25 de junio de 2011

Reestructuración mental

Con todas las cosas que cuento por aquí sobre mis vecinos, y con eso de que hasta tenga una etiqueta en Cotidianas que recoge sus historias, muchos de vosotros podréis pensar que soy una cotilla de escaleras –hasta lo ha insinuado por ahí en los comentarios algún jodío tocapelotillas. Pero yo estoy la mar de tranquila en la certeza de que no, de que no soy cotilla sino imaginativa. Porque no es que investigue de manera activa o me tome la molestia de buscar evidencia que corrobore mis elucubraciones; me limito a “registrar” lo que veo o escucho... y después le añado mi propia “elaboración” para dar a los hechos cierta “coherencia” –en un sentido muy laxo. 

Soy perfectamente consciente de que me invento las cosas; como lo de que La Francesa (ex La loca) baile desnuda por su casa cuando pone su eterno disco de Charles Aznavour a todo trapo. O lo de que el Húngaro fuera traficante de marihuana. En realidad no es que me lo crea; es que se me ocurre, y me vale. Es como cuando vas en el metro y miras a la gente, y conscientemente o no, especulas sobre la relación que une a las personas que ves interactuando; da igual si aciertas o no, es como un entretenimiento mental sin mayor importancia.
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Total, que con esta falta de rigor de que me permito el lujo, es más que probable que en ocasiones la realidad se resista a cuadrar con mis especulaciones. Como por ejemplo cuando esta mañana de repente me he dado cuenta de que El Adonis viviría en el 4ºB, no en el C, por lo tanto me he “colao” con la historieta que me he montado con la notita de Mané, que quizás después de todo no sea más que un alegre comeflores –vecino de los gays.

El caso es que hace un par de horitas he bajado a la compra, y cuando abría el buzón, de repente se me ha encendido la lamparita... ¿¡Cómo no se me ha ocurrido antes!? ¡A ver qué nombres figuran en los buzones del cuarto piso!

Un gesto tan insignificante como leer unos nombres, y un efecto tan balsámico para mi agradecido y zozobrado corazoncito... ¡¡¡EL ADONIS VIVE ENTRE NOSOTROS!!! ¡¡Alabado sea el señor!! Debajo de su nombre; Hugo Talycual,  figuraba otro nombre; Victor Nosequé. Así que esta vez sí, como sospechaba, ambos conviven en su pequeño apartamento, en presunta sodomítica relación. 

Y Mané (que por cierto, viene de “Romané”) vive en compañía de una moza cuyo nombre figura también en el buzón. Lo que sospecho que la presunta novia desconoce es que su chico es gay... ¡Ay, pobrecilla, qué desagradable sorpresa se va a llevar cuando se le encuentre en la cama con El Adonis un día que vuelva antes de currar porque tiene nauseas debidas al embarazo! 

...O vale; se me acaba de ocurrir en este preciso instante... ¿¡Será Mané una chica!? ¡Eso podría tener todo el sentido del mundo!... 

Seguiremos informando.

jueves, 23 de junio de 2011

Se llama Mané

El memorable día en que conocí al Adonis, mantuvimos un intercambio de frases mientras bajábamos por las escaleras -él bombonas de butano en sendas manos, me encanta recordarlo. Al llegar al bajo me dirigí a la puerta del patio, que es donde guardo mi bici. “Oye, ¿el patio es de uso comunal?” me preguntó, supuse que tanteando la posibilidad de utilizarlo él también. "¡Y turgente!" -me hubiera gustado contestar. En vez de eso dije:“Bueno, sí; hace ya unos años sugerí a los vecinos aparcar la bici aquí con la excusa no manchar las paredes al subirla al hombro, y me dejaron.”

Pues hace unos días llego de currar con mi burra, abro la puerta del patio, ¡y me encuentro una bici intrusa donde yo pongo siempre la mía! Confieso que mi reacción instintiva fue como si me hubieran quitado algo “que me pertenecía”: “¡Pero bueno; ese es mi sitio!, ¿no pueden aparcarla un poco más allá?” -penséY luego me dije: Y a mí qué más me dará aparcarla yo un metro más allá, ¿no? Y así lo hice.


Quizás buscando congraciarme con el cosmos por mi posesiva reacción, o precisamente para dejar de manifiesto subrepticiamente que ese era en realidad mi sitio –o por cualquier otra razón entre esos dos extremos- decidí dejar una notita al dueño de la nueva bici. Saqué mi “cuaderno de exteriores” y escribí algo así como:

“Así que ahora vamos a tener que pelearnos por el sitio...
Es broma; me alegro de que mi bici ya no tenga que estar tan solita.
Laura (big smiley)”

Arranqué la hojita y la dejé en el manillar de la nueva bici.

Los primeros días la notita continuaba donde la había dejado -señal de que no sale a pasear con frecuencia, la pobre. Luego desapareció.

Ayer me encontré un papelito en el triángulo de mi bici en respuesta a mi nota que decía:


4ºC, el presunto piso del Adonis. Pero el Adonis se llama Hugo, así que o viven juntos en alegre contubernio, o Mané es mi one and only nuevo vecino. Pues ¿sabéis qué os digo? que me quedo tan encantada con Mané; que me ha caído bien -a pesar de haberme usurpado mi plaza de aparcamiento, que una perdona pero no olvida.

... Ahora decidme; “Soles y flores”... ¿es gay o no es gay? :D

martes, 21 de junio de 2011

¿Dónde estará mi Adonis?

Tengo que aceptarlo; quizás me precipité al asumir que El Adonis iba a ser mi vecino. Fueron las ganas, la obnubilación del deseo... pero sospecho que fue todo una vana ilusión; es hora de admitir que pude haberme precipitado en mis conclusiones.

En todo este tiempo no he visto el aura del Adonis refulgiendo por las escaleras de mi casa ni una sola vez –y ya hace más de dos meses de nuestro primer encuentro. Al principio me resistía a caer en el desánimo, me alentaba a mí misma argumentando que quizás teníamos horarios incompatibles... pero después de tanto tiempo quizás debería dejar de engañarme; ¿Estaría El Adonis simplemente ayudando a su amigo a mudarse? Para mi desgracia, esa parece la más plausible explicación.

Pero la investigación continúa.

Hace como un par viernes, por la noche, estaba yo afanada tendiendo mi ropita, cuando oí una voz masculina subiendo por las escaleras, hablando un idioma desconocido. Al pasar a altura de mi piso vi fugazmente un par de hombres con el pelo rapado y barbita de tres días, y pensé para mí: “Estos o mucho me equivoco o van al cuarto, porque tienen toda la pinta de ser gays.”

Lo que tiene que los gays hayan salido del armario así en tropel, es que ya nos conocemos sus diferentes tipologías; que si reinas, que si locas, que si osos, que si tíos duros con bigote, enfundados en cuero negro con look pseudo sado-maso, que si metrosexuales rapados con barbita...  Estos que subían por mis escaleras eran prototipos de libro de esta última categoría.

Apenas unos segundos después de verlos en ascenso, oí como llamaban al timbre del cuarto. La puerta se abrió: “¡Hola guapo!, ¿qué tal? -oí al anfitrión dando la bienvenida a sus invitados- dame dos besos.”  Mientras acababa de tender la colada podía oír retazos de su conversación por el patio; a pesar de no hablar con tono amanerado en absoluto, no me cupo la menor duda de que no me equivocaba.

De modo que mis sospechas de que los nuevos vecinos (o el nuevo vecino) sea(n) gay parecen seriamente consolidadas, pero quedan un par de preguntas por responder; ¿era o no era el Adonis quien daba la bienvenida a los mocetones? Si lo era, ¡¿Por qué no he vuelto entonces a verle por las escaleras?! ¿¡¡POR QUÉ, DIOSS, POR QUÉÉÉ...?!!


Si me da igual que sea gay, si yo lo único que pido es alegrarme la vista con su resplandeciente belleza dionisiaca de vez en cuando...

/Continuará/

lunes, 13 de junio de 2011

Vida frugal

¿Sabéis eso de cuando una palabra se resiste siempre a venir a la mente? A mí me pasó durante muchos años con la calle Argumosa en Lavapiés, y me sigue pasando en ocasiones con la plaza de Cascorro en El Rastro –de hecho me ha costado un instante de más recordarlo para escribirlo ahora. Sé que existe una interpretación freudiana para estos “actos fallidos”, pero francamente, no me interesa mucho más que a título anecdótico.

Aparte de nombres de lugares, también se me resisten otras palabras; durante mucho tiempo por ejemplo me costaba dar con la palabra “austeridad”. Siempre que me intentaba auto-calificar de “austera” acababa conformándome con su sinónimo “frugal”, pero por alguna razón no terminaba de quedarme satisfecha con la sustitución.

El caso es que por fin conseguí inventarme una regla mnemotécnica que funcionó: Australia. Me acordaba de Australia, y sabía que empezaba igual, ¡y voila! Superé mi “tara”.

Pero me viene Cari el otro día y me cuenta que se está leyendo un libro que se titula “Cómo liberarse de la esclavitud del dinero”, en el que se explica el origen de la palabra “frugal”. Por lo visto el término proviene del latín frugalis; entre los romanos se calificaba así al hombre de hábitos moderados para comer, que se conformaba apenas con los frutos de la tierra. Y esta voz proviene su vez nada menos que de los pueblos indoeuropeos neolíticos, de la raíz bhrüg-, que designaba a los propios frutos, y más genéricamente a la idea de 'disfrutar' o 'aprovechar'. De modo que una vida frugal significaba en su origen, disfrutar o aprovechar los frutos de la tierra. Disfrutar lo que hay, vaya.


Se me ha tachado en el pasado de poco ambiciosa en el campo laboral, e incluso de ser una “underachiever” (según word reference, “persona que no rinde al nivel de su capacidad o al nivel exigido”) pero ahora me doy cuenta de que en realidad lo que soy es frugal. Y me lo curro, no se me vaya a malinterpretar.

A lo largo de mi vida he ido tomando pequeñas decisiones conscientes que me han conducido a lo que personas más ambiciosas y más motivadas por el reconocimiento social podrían calificar como una “vida mediocre”, pero que no tiene nada que ver con eso; en realidad he ido eliminando aquello que no me gustaba que formara parte de mi vida cotidiana, y me he ido quedando con lo que puedo disfrutar:
  • No tengo que coger el metro abarrotado en hora punta; voy al curro en bici, un paseito por callejuelas tranquilas del Madrid antiguo que me lleva apenas 15 minutos.
  • Trabajo entre tres y cinco horas diarias, lo cual me deja tiempo para tener vida propia no sólo los fines de semana.
  • No tengo un jefe que me sople la nuca, y mi tiempo trabajando es ameno, tratando con personas de manera distendida, e incluso pasando un buen rato con ellas hablando de nuestras cosas –en inglés, eso sí.
  • Además de las vacaciones de navidades y semana santa tengo dos meses de vacaciones en verano. Bueno, vacaciones auto-financiadas, o como popularmente se diría, paro; podría cogerme menos, pero elijo darme el gustazo.
Claro que estas elecciones tienen su precio: tengo que conformarme con un sueldo y un nivel de vida... austero. Pero no me siento privada; a medida pasa el tiempo me voy dando cuenta de que consumir es como una droga, o más bien un comportamiento adictivo, y mi maltrecho afán de consumo se va “consumiendo”cada vez más por el simple hecho de no alimentarlo.

Y disfruto mi frugalidad. Mucho.

martes, 7 de junio de 2011

Rescatadas 23

Recepcionista: ¿Has venido con el GPS?
Ángela (señalando a su chico): No; he venido con el hippy ese.

Pili, con tono afligido: Estuve matando hormigas en casa, Laura...
Yo: ¿Con pisontones, o con spray?
Pili: Con el dedo.
Yo: ¿Y les pedías perdón?
Pili: Claaro. (Quien conozca a Pili sabrá que sería verdad y todo)

Raquel: Mira, estoy embarazada
Sandra: Sí; ¿de cuántos botellines estás?

Cari: Yo no conozco Valladolid, pero la ignorancia es muy sabia...

Niña de cinco años, a su vuelta del Museo del Prado: ¡He visto un cuadro tan grande tan grande que el pintor se ha podido pintar dentro!

viernes, 3 de junio de 2011

Pon una pancarta en tu vida

Ayer fue mi cumple, y aunque tenía pensado escribirme un post de auto-homenaje, la pereza me pudo y el post no se materializó. Esta mañana mi hermano me ha mandado un mail acuciándome para que me ponga a ello de una vez por todas, y aquí estoy, obediente cual borreguillo.

¿Y qué es lo que me mantiene alejada de las letras, de vosotros? ¡La revolución, compañeros! No puedo quitarme de la cabeza el rollo del 15M; continúo informándome en internet a diario sobre cómo avanzan las cosas por aquí y en otros países, y no tengo apenas tiempo para dedicarme a otros menesteres. Pero claro, tampoco quería que Cotidianas se convirtiera en un panfleto social, así que he tenido que mantenerme alejada de estos lares.

Pero las masas me reclaman... pues esto es lo que hay.

Con lo bien que vivía yo en mi plácida inopia de ciudadana de barrio, con esto de informarme a diario voy indignándome cada día más; no es para menos tal y como está la cosita -y no me meto en detalles, que me da pereza. Además tengo la firme sospecha de que la indignación me está afectando al carácter; cada vez tengo menos paciencia en clase con los alumnos, o con los peatones que andan por el medio de la calle y no me oyen llegar con la  bici, y no se apartan hasta que llego a su altura y se lo pido por favor –pero cagándome en ellos por dentro. Lo sé, muy mal...

El caso es que el finde pasado me hice consciente de que de informándome no aportaba nada a nadie –casi lo contrario, visto lo visto- y que tenía que hacer algo positivo y constructivo con mi indignación, porque si todos estuviéramos involucrados “hasta las cejas” de la forma en la que yo lo estaba, esto no iba a ningún lado, y había que arrimar el hombro.

Al principio pasaba por Sol casi a diario, para apoyar el rollo con mi presencia, pero ahora soy de los que opina que habría que ir levantando campamento, que corremos el riesgo de que esta “energía solar” se estanque y se acabe extinguiendo; que debería ya transformarse e irse extendiendo a los barrios. Es por ejemplo muy curioso cómo a cincuenta metros de Sol ya no hay rastro visible de lo que se está fraguando; ni siquiera en los muros de Lavapiés, donde los grafiteros tienen el “spray ligero” hay huella de este movimiento; es como si fuera de Sol, Madrid siguiera inalterada, como si no pasara nada -con la que está cayendo.

Así que el finde pasado se me ocurrió cómo podía traer el espíritu al barrio: confeccionaría  y colgaría una pancarta de mi ventana –¡mi primera pancarta!- que pudiera servir de recordatorio para quien la viera, de que “estamos en ello”, de que debemos mantenernos despiertos y vigilantes, y de que queremos Democracia real YA, y no esta patética farsa.

Así que ya sabes; si quieres que la energía solar rule... ¡Pon una pancarta en tu vida!


Y en eso estamos. Una parte de mí se siente "una brasas" por no apearme del temita, pero esta es mi estantería, y pongo en ella lo que quiero ;)