Hoy Cotidianas cumple cinco añazos, y para seguir la
tradición os dejo la imagen de cómo sería Cotidianas si fuera una niña… y si
esa niña fuera yo.
Últimamente no sé qué me pasa, pero no tengo ganas de escribir. Lo habréis notado en que cada vez los posts han sido mucho más espaciados, menos de “historias” y más de fotos (manualidades incluidas), y es que… no me salen las ganas de acabar de poner en palabras las anécdotas que me pasan; he perdido ese “empuje”.
No es por falta de ideas; tengo muchos posts rondándome en la cabeza que no han llegado a materializarse, como la historia de cuando los gays del primero y del último (el ex el adonis) que se han hecho vecinos-colegas, vinieron hace un tiempo a mi casa y estuvimos los tres marujeando.
Me contaron que Jorge, quien yo creía que era mi vecino “admirador” del tercero, ¡en realidad llama por teléfono regularmente a todos los vecinos -incluyendo al gay del primero!
"Me pregunta, "¿qué tal tus padres?" A ver Jorge, que ya te dije hace tres años
que mi padre murió; pregúntame “qué tal tu madre”, que por lo menos parezca que
escuchas lo que te contesto."
O sea, que Jorge, de quien durante años temí un aproximamiento que nos pondría en una situación muy incómoda, en realidad hace su ronda de llamadas por todo el bloque! ¡No soy ni especial para él! No me malinterpretéis, estoy encantada, pero hay que ver los giros que da la vida… ¡ocho años pensando que Jorge me quería a mí!
Y la Lectora de la Farola, ella también tiene un post nonato; uno en el que contaría, más o menos adornado, que la última vez que la vi fue en abril, a plena luz del día y con una chaqueta fluorescente para no pasar desapercibida. En todo el verano no la he vuelto a ver sentada en su bolardo leyendo salmos a la luz de la farola, y me quedo con las ganas de confirmar mi sospecha de si debajo del sempiterno gorro que le da su apodo, Ignatia (de Ignatio Railly, la conjura de los necios) tiene pelo o es calva como una bola de billar. ¿Volveré a verla con la llegada de las bajas temperaturas? El tiempo lo dirá.
O la historieta en que planeaba contaros sobre el curso de Gimnasia de mantenimiento que he empezado; este curso no me ha tocado yoga en el sorteo anual del Centro Cultural pero me tocó gimnasia de mantenimiento, y decidí probar a ver qué tal. El primer día me encontré con que el 90 por ciento de las alumnas son sexagenarias o más, lideradas por profesor gay que está encantado pastoreando su rebañito de marus –el tío es un crack, hay que verle en acción. Y ahí sigo, divirtiéndome con el chou.
También tengo una entrada nunca parida sobre mis vecinos de al lado, que de ser “los ateos” por encontrármelos de "recién vecinos" en una manifestación laica, han llegado a ser los “ffffffffffffuuuu…”, por su afán infatigable de pasar la aspiradora, horas intempestivas incluidas -las doce de la noche, por ejemplo. Albergo la sospecha de que uno de los dos tiene una alergia virulenta al gato con quien comparten piso, porque si no no se explica.
Y hablando de gatos, también tenía pendiente un post de actualización de la “aventura gatitos”, en la que contara algunas de las entretenidas y entrañables anécdotas felinas con las que me deleitan día tras día Fusca y Ágata -ya me han hecho el truco del papel higiénico transformado en serpiente reptante en un par de ocasiones, qué majas. No les queda mucho tiempo conmigo ya; parece que a Ágata le han encontrado casita, y Fusca con lo guapa que es seguro que no tardará mucho en ser adoptada también -¡qué penita separarlas!
Tenía hasta un proyecto estrella que compartir con vosotros en los meses venideros,
sucesor del “proyecto guante” (aquel en el que durante la temporada de otoño-invierno fui recogiendo los guantes que me iba encontrando en la calle). En el nuevo “Proyecto famoso” tenía pensado ir apuntando cada famoso que me fuera encontrando por las calles de Madrid;
¿cuántos vería en tres meses, por ejemplo? ¿Un par al mes? ¿más? De momento he empezado con Eduardo Casanova, el actor que hace de niño gay en Aída, a quien vi por la Plaza Santa Ana de la mano de su novio -ese que hace poco colgó por equivocación una foto de los dos desnudos y muy abrazaditos.
Llevo todos estos posts en el cerebro, flotando en un cada vez más denso sentimiento de culpa por no estar “cumpliendo” (yo qué sé…) y me estorba ya un poco todo esto. Así que he decidido cogerme una “excedencia”, o sea, que desaparezco hasta quién sabe cuándo.
Había pensado no hacer oficial mi ida, por si me vuelven las ganas de seguir escribiendo… pero he decidido que en vez de dejar que esto se vaya desvirtuando y perdiendo fuste (más), metiendo un post al mes, o ninguno, y al cabo de dos meses otro… prefiero tirar de determinación y hasta de valentía, dar un corte limpio e irme con buen sabor de boca y casi hasta con una miajita de pena. Quizás más adelante eche de menos la blogosfera y quiera volver, o incluso decida empezar un blog nuevo; una nueva etapa. Si lo hago, no dudéis que os informaré.
Gracias a los que habéis estado por aquí “entre bambalinas”, leyéndome; a quienes ya me conocíais y os pasabais de vez en cuando para ver qué me contaba, a quienes me conocisteis por Cotidianas y a veces dejabais vuestra participación escrita, y a quienes nunca os dio por hacerlo… daos todos por aludidos; a fin de cuentas lo que escribía os lo estaba contando a vosotros.
Para quienes os apetezca seguir pasándoos por aquí, Cotidianas seguirá abierto. He añadido en la columna de la derecha un gadget; post aleatorio, para que si queréis podáis echar un vistazo a alguna de las 398 entradas que en estos cinco años he dejado escritas; hasta puede que yo me pasee por ellas en caso de ataque de nostalgia.
Han sido cinco años de tener el blog en mi vida; cinco años de compromiso con este proyecto. Solo tengo sentimientos positivos de la experiencia, pero lo cierto es que me apetece el cambio.