viernes, 7 de octubre de 2011

Meditacion y reencuentro

Poco a poco continúo introduciéndome en mi rutina cotidiana del curso 2011-2012; esta semana he retomado mis “actividades extra-escolares”: yoga y pilates. Además este año he decidido enrolarme en un curso de meditación en La TabacaIera; ayer fue el primer día.

Centro social de perroflautas -no lo digo yo.

A eso de las once de la mañana estaba por allí; entré, busqué la "sala Jefe", y al llegar, para asegurarme de que estaba en el sitio adecuado pregunté a una de las chicas. Mientras hablaba con ella le vi; Jose, un compañero de la universidad con quien en aquellos tiempos tuve un rollo muy light que nunca pasó de los besos húmedos, porque me di cuenta pronto de que entre otras cualidades no muy halagüeñas, era un patético camaleón sin personalidad. De hecho cuando dejamos de “salir”, se lió con una del Opus; obviamente no tenía muy clara su tipología favorita de mujer -y dicho sea de paso, dudo que obtuviera con ella mayor gratificación carnal que conmigo.

El tipo no había cambiado mucho físicamente, y sin ser especialmente atractivo, se conservaba bastante bien; una buena mata de pelo oscuro en la azotea y nada de papada o barriga cervecera. Dudé de si hacer explícito o no que nos conocíamos, pero en seguida me di cuenta de que no hacerlo podía ser muy incómodo a la larga, así que decidí poner el asunto sobre la mesa:

-Tú eres Jose, ¿no?
-Sí, pero depende de qué Jose, es que somos varios.
-Ya, pero yo te conozco a ti. De la universidad; de psicología...
(el tipo con cara de póquer, sin llegar a reconocerme)
-...con Víctor y Gonzalo... -continué- Yo soy Laura.

Yo no quería dar como pista que habíamos tenido un rollo, porque había sido todo un poco raruno, y además no me parecía bien decir delante de nuestros compañeros de clase: “¿No te acuerdas? ¡Si estuvimos liados!” Me llegó un leve recuerdo de la opinión tirando a pobre que me había quedado de él, pero no caí en detalles. Además pensé que hacía mucho tiempo de aquello; la gente cambia... ¿no?

Mientras entretenía estas cavilaciones, de repente vi en sus ojos el instante del reconocimiento:

-¡Anda, claro que sí; Laura! ¡Jo, es que soy muy malo para las caras! ¡Pero claro que me acuerdo de ti! ¡¿Cómo te va?!

/continuará/

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